miércoles, 31 de diciembre de 2014

Año nuevo, carcajadas y zapatos buenos

Como digno colofón a nuestra participación en el concurso de villancicos del seminario, el sábado pasado hicimos una reunión en este centro de reinserción social, en ella participaron todas las personas que de alguna manera coadyuvaron en su realización y resultado, ahí estaban representados dignamente los poderes más importantes de nuestra comunidad.

Estaba el estado con las autoridades de este centro penitenciario, la iglesia a través las autoridades del seminario conciliar y de la pastoral penitenciaria y también nos acompañó la sociedad civil con algunas de las personas que a partir de la compra de mis libros colaboraron para la realización material de esta celebración y a quienes invitamos para que dieran fe del resultado de su generosidad y compromiso con esta causa penitenciaria.

Fue una reunión sencilla, con ese calor de hogar que muchos de estos hombres no tuvieron, el objetivo, les explicamos a los visitantes poco antes de que llegaran los festejados, es compartir nuestro genuino interés por lo que están haciendo y reconocer que este es el camino correcto si quieren reinsertarse de manera sana a la sociedad que ofendieron con sus actos.

No hubo templetes, ni presídium, tampoco aplausos dirigidos o discursos triunfalistas, los participantes representaron a sus instituciones siendo ellos mismos, mostrando su lado bondadoso, cálido y genuino, charlas uno a uno, sin promesas o falsas expectativas, solamente el honesto interés por saber que te paso y la enfática recomendación de que sigas adelante en tu proceso reinserción, al final cada representante de cada institución tomo la palabra y de forma clara y trasparente expreso su sentir, el estado ratifico el compromiso de continuar la tarea que le toca y por la que le pagan, la iglesia hizo un sincera y emotiva oración en la que todos participaron independientemente del culto que profesaran y la sociedad civil a través de mi madrina que representaba a todas las madres de mis compañeros comprometió su interés y deseo por apoyar todo el esfuerzo que llevara a que ahora si “se porten bien”

Cuando ya casi terminaba el evento y antes de que todos se fueran despidiendo, comenzaron los abrazos y las felicitaciones por el año que termina y por el deseo genuino de que el próximo año sea como tenga que ser, pero que no falte un solo día, ni la salud ni la fe.

Después que todos se fueron, nos quedamos los internos arreglando y limpiando el lugar, todos comentaban muy emocionados como les había ido este año que termina y cuales habían sido sus principales éxitos y como se sentían por ello.

Y es que estimado lector el final de cada año siempre es una mezcla de sentimientos encontrados, algunos son de alegría y satisfacción por los logros obtenidos, otras más son de frustración y coraje por las cosas planeadas y por alguna razón no concretadas y por supuesto están también los sentimientos de melancolía y tristeza por las personas que durante el año se despidieron de nuestras vidas, ya sea por que fallecieron o porque sencillamente se alejaron de nosotros.

Además el final de cada año es también ese momento preciso en el que toca hacer el recuento de las risas y de las lágrimas, de las pequeñas experiencias que fueron construyendo el año y de las arrugas y canas que nos fueron saliendo como este pago que le hacemos a la vida por la madurez y la sabiduría adquirida en 12 meses más de existencia.

El final de cada año es la oportunidad de tomar todas las enseñanzas, los tropiezos, los momentos hermosos y también los difíciles para transformarlos en experiencia útil que nos permita continuar la vida de la mejor manera que nos sea posible, transitándola siempre un día a la vez.

Estimado lector aprovecho este espacio y toda la experiencia adquirida durante este año a través de cada tropiezo y por supuesto cada éxito, para compartirte mis dos deseos para el año que está a punto de iniciar.

Primero te deseo tengas unos buenos zapatos, sólo con unos buenos zapatos es posible escuchar los propios pasos y así no repetir los errores de un camino que ya andamos, además unos buenos zapatos ayudan a creer que no pasamos por la vida sin dejar huella.

Mi segundo deseo es que construyas una enorme colección de risas y carcajadas, pero de esas, las que sacan lágrimas, porque esas serán siempre la mejor garantía de que estas viviendo pleno y feliz.

Que tengas un excelente año 2015, que tengamos la sabiduría y la madurez para sacar todo lo bueno que traiga… Que así sea…

lunes, 29 de diciembre de 2014

Un año nuevo trae sueños nuevos

Se inicia un nuevo año, es el momento según la tradición, de establecer objetivos y propósitos para ir cumpliendo conforme este transcurra, sin embargo descubrimos que algunos son los mismos de siempre, propósitos que más que cosas concretas son sueños e ilusiones que difícilmente lograremos, pero que a partir de repetir las viejas y gastadas pero por alguna razón aún vigentes frases, nos convencemos de que todo es posible; es así que bajo las expresiones como: “ el que quiere puede”,” si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente” o “ si lo puedes soñar lo puedes hacer”, se justifica cualquier propósito por disparatado que se escuche.

Aquí en el centro de reinserción social, de la misma manera, también cada interno establece sus propósitos y deseos, hace unos días en una sesión terapéutica hablábamos de ello, la reflexión era: como se establece un buen propósito de año nuevo, que cosas debe tener para garantizar que pueda ser realizable y que no sea el motivo de una profunda frustración al termino del año, por no haberlo alcanzado.

-“El negro”, comenzó la sesión –pienso que un buen propósito de año nuevo tiene que establecer claramente lo que queremos alcanzar, no se trata de decir que quiero bajar de peso, si no cuanto quiero bajar o pensar en que quiero pagar todas mis deudas más bien es pensar en las cosas concretas que hare para pagarlas- todos asintieron con la cabeza, -ahí está la primera regla de un buen propósito, que lo establezcamos con claridad- les dije a todos.

Tomo la palabra “El capi”, a mí me parece que como decía Benedetti, un propósito debe llevar los profundos deseos de nuestro corazón, debe de ser algo por lo cual estemos dispuestos a entregarlo todo, a dejar cada parte de nuestro ser para hacer que se cumpla- inmediatamente se dejaron escuchar los silbidos y trompetillas contra el pobre viejo, -Ya vas a empezar con tus bobadas!, estamos hablando en serio viejo!, ya estas chocheando!,- fueron las expresiones del respetable que definitivamente no estaban de acuerdo con la idea del “capi”, a su defensa entro la “calaca”, un tipo flaco de ojos hundidos que cuando te veía fijamente, la verdad si te daba miedo, -a mí me gusta lo que dices, si las cosas que nos proponemos las hacemos sin ganas, sencillamente nunca las lograremos, nos tienen que producir un hueco aquí en el estómago o una opresión en el pecho, me parece que se le llama “Pasión”.

-Pues ahí tenemos nuestra segunda característica de un buen propósito-. Entre a mediar entre estos hombres rudos a quienes la palabra lindas o poéticas les producían urticaria, -porque entonces podemos decir que si a las cosas no les ponemos ganas (dije otra palabra, pero por cuestiones editoriales y de respeto no la puedo poner aquí), entonces simplemente no las lograremos-. Con esta traducción un poco soez de lo que había dicho el “capi”, logramos la aprobación del respetable.

-Yo tengo una característica mas-, intervino ahora el “chivo”, un buen propósito debe responder la pregunta del: ¿para qué?, debe haber una poderosa razón por la cual quiero realizar este o aquel propósito, porque además, nos debe quedar muy claro, ¿para qué quiero bajar de peso?, ¿para qué quiero ahorrar? o ¿para que quiero ser mas tolerante o paciente o amoroso? o lo que fuese; esto es lo que hará que cuando estemos decayendo en nuestro intento, lo recordemos y nos impulse a continuar hasta lograr alcanzarlo, ¿no creen?- al terminar su comentario el “chivo” arranco aplausos de los compañeros, había sido una excelente reflexión de esas que no necesitan más argumentos, simplemente dije –ahí está muy claramente nuestra tercera característica.

Finalmente después de algunos comentarios que repetían lo de sus compañeros, la “morsa” que casi no había participado dijo –Pedir ayuda a los demás debe ser una característica de un buen propósito, hacerlo solo siempre será más complicado y nos dará menos garantía de éxito que si lo hacemos con la ayuda de alguien- La “morsa” nos dio el punto que faltaba, porque lograr nuestros sueños, alcanzar nuestras metas y llegar a los objetivos planteados siempre lo hacemos para alguien más, así que justo es que nos apoyemos en los demás para conseguirlo- comente para finalizar el ejercicio. 

Con esta metodología rustica y doméstica, cada interno que participó en este ejercicio estableció sus propósitos y sueños; ahora si nos lo permiten, aprovechamos para compartirlo con ustedes y que hagan también los suyos... que así sea...


sábado, 27 de diciembre de 2014

El diablo visita el cielo

Como una especie de moderna pastorela estimado lector la semana pasada nos ocurrió algo singular en el centro de reinserción social, que aprovechando que es navidad quisiera compartirles.

Les platique en la entrega pasada, que después de un año con muchas vicisitudes y altibajos para la creación de un grupo músico-vocal con internos penitenciarios, finalmente logramos tener algo muy parecido a ello, estaba formado por personas que aun después de haber cometido actos graves contra la sociedad y de estar cumpliendo sentencias largas, continuaban teniendo mal comportamiento y tenían que ser aislados del resto de la población penitenciaria.

Con la experiencia que nos había dado haber desarrollado al coro que cantaba en la misa dominical y el apoyo de una monja comprometida con la pastoral penitenciaria, quien veía a estas personas como “niños que crecieron sin amor”, decidimos que a partir de la música y el genuino interés por ellos podríamos hacer que cambiaran su comportamiento. 

Después de haber avanzado a lo largo del año unos pasos para adelante y otros tantos para atrás, decidimos que era momento de someterlos a su primera prueba y nos organizamos para participar en el concurso de villancicos del seminario, que dicho sea de paso desde hace muchos años es el único concurso formal de coros en la ciudad. Así que en verdad es muy disputado.

Entre los integrantes de nuestro singular grupo circulaba la expresión de que “el diablo visitaría el cielo”, en referencia a que personas que vivíamos en la cárcel estaríamos en el seminario. El resultado del evento fue que el coro “San Maximiliano María Kolbe del centro de reinserción social del estado oficialmente quedo en quinto lugar, una noticia trascendental para nosotros no solo por el hecho mismo de la posición ocupada, sino también por el efecto que produjo en estas personas que con el paso del tiempo y los ensayos, conocimos sus historias en las que tal y como lo diagnostico nuestra querida monja, efectivamente fueron niños que crecieron sin amor.

Reunidos alrededor de una mesa 24 hombres de rostros duros y curtidos se miraban expectantes, no sabían a ciencia cierta cómo reaccionar después de que les dimos la noticia, para muchos de ellos era el primer logro en su vida que era positivo, bueno y legal, además producto de su esfuerzo y compromiso. 

Durante un buen rato aprovechamos para reflexionar lo que significaba para ellos este logro conseguido en el contexto del nacimiento de Jesús.

Y entonces sin quererlo comenzamos hablar de sus navidades, ¿Cómo habían sido?, ¿qué recuerdos guardaban de ellas?, como supondrán estimados lectores escuchamos muchas historias tristes, las que hablaban de cosas de las que uno no quisiera enterarse, de las que desearías que no fueran ciertas, de las que los niños no deberían vivir, las que al contarse te forman un nudo en la garganta, te lastiman el alma y te arrugan el corazón.

Sin embargo, todos tenían los recuerdos de alguna navidad que había sido distinta, una que estuvo llena de pequeños detalles, esos que descubres que son los que valen la pena porque cuando no están se extrañan y te aferras a ellos como a algo valioso, íntimo y personal.

¿Saben?, Uno nunca sabe cuándo será la última vez que vives algo hermoso y entrañable hasta que pasa, no es algo que se planea ni se anticipa, solamente llega y cuando va pasando el tiempo te das cuenta que esa fue la última vez y que no se repetirá y eso hace que sean aún más valiosos esos recuerdos, en un mundo donde las reglas implacables de la vida, trituran cada día, indiferentes a los sentimientos de las personas. 

Escuchar el testimonio de mis compañeros me dejo esta sensación de lo importante que es construir a pesar de cualquier adversidad una navidad que esté llena de esos detalles que se recordaran siempre, porque uno no sabe si tal vez esta será la última y esos detalles por los que hoy me preocupe, probablemente serán a los que me aferre más adelante. 

El diablo visito el cielo con el pretexto de cantar sobre el nacimiento del niño Dios y el cielo a través del misterio milagroso de este mismo niño que nace en un pesebre le devolvió la visita y no sé, pero tengo la impresión que más de un corazón fue transformado y algunas almas serán salvadas, porque eso es el verdadero milagro de la natividad del señor. Dios que nace en el corazón de cada quien a través de esos detalles lindos que construimos y que después se convierten en recuerdos valiosos. 

Es mi deseo que esta navidad la hayan construido con muchos detalles bonitos en compañía de los que más quieren. Felices fiestas. Que así sea.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Sueños cocinados a fuego lento

…-Entonces lo pones en la olla y la vas cociendo en su jugo a fuego lento- me decía la madrina para explicarme como prepara la pierna claveteada que va a cocinar para su cena de navidad, -¿porque a fuego lento madrina?- le pregunte con la curiosidad genuina de un niño, que a pesar de ser adultos nunca perdemos, -porque las cosas buenas y bien hechas así se hacen, a fuego lento- me contesto maternal.

De la misma manera como cocina mi madrina, a fuego lento, así fuimos llevando una idea que nació a principios de este año con la petición expresa de una monja a la que difícilmente se le dice que no, porque ella predica con un arma poderosa: el ejemplo. 

En aquellos calurosos días de marzo, esta monja me pidió formar un coro en el módulo donde se encuentran las personas más peligrosas que han llegado a este centro penitenciario, homicidas, sicarios, narcotraficantes, gente en verdad curtida, a la que ni siquiera se le permitía salir de ese modulo y a quienes se le había puesto incluso doble vigilancia, conocido como el mismo “Reino de malolandia”

Iniciar fue complicado, recuerdo nuestro primer encuentro, uno a uno se fueron presentando, su nombre, su lugar de nacimiento, su música preferida, el instrumento que más les gustaba, aquí hubo que aclarar que me refería a instrumento musical, cuando uno de ellos me dijo que el instrumento que más le gustaba era “el cuerno de chivo”, recuerdo que en ese momento pensé que sería un largo camino.

Poco a poco, fueron avanzando con sus habilidades musicales, los que tenían más dones y virtudes nos ayudaron con la guitarra y la voz, otros con menos talento musical pero cuando menos rítmicos estaban en las percusiones, los arrítmicos pero entonados pues solo con la voz y los que de plano ni voz, ni ritmo, ni ninguna gracia musical siempre nos queda la alternativa del “palo de lluvia” o la “celesta”.

A mediados de septiembre el coro ya tenía aspecto de tal y entonces surgió la idea ¿y si participamos de nuevo en el concurso de villancicos del seminario conciliar?, pero hacían falta tantas cosas, en verdad se veía como una misión imposible, lo primero fue comentarlo con la madre y para variar su respuesta fue contundente, 

-Hazlo, si Dios quiere que pase el pondrá las condiciones para que suceda y si no, pues le das las gracias de todas maneras, que tal que al final cambie de opinión- así que a mediados de octubre comenzamos a preparar al coro para su primera gran aventura, el primer logro como grupo. Valía la pena intentarlo.

Un villancico básicamente es un canto popular con un ritmo y melodía pegajosa que en palabras sencilla hable del misterio del nacimiento de Jesús, después de varias explicaciones, entendieron ese misterio y tengo que confesar que de paso, con sus reflexiones yo también comprendí algunas cosas de ese maravilloso misterio que es la natividad del señor. Finalmente una noche de noviembre logramos nuestro objetivo y salió el humo blanco. Habemus villancico, su nombre “El niño Dios no tiene un cobertor”, producto de las reflexiones de los habitantes del reino de malolandia.

Ensayamos y ensayamos, hasta durmiendo lo cantaban, los muchachos le pusieron empeño y creatividad. El seminario Conciliar nos recibió una vez más con mucho agrado y puso las condiciones para que participáramos y fue así que el coro de este centro penitenciario conformado por internos del modulo de castigados, participo en el aula magna del Seminario conciliar de san Ildefonso en la XXXIII edición del concurso de villancicos. Fue una grata experiencia estar con otros coros que seguramente como nosotros, habrán cocinado su villancico a fuego lento... en la siguiente entrega les contare como nos fue...

sábado, 13 de diciembre de 2014

El legado de un hombre de fe

En días pasados llego la notica al centro de reinserción social del fallecimiento del señor Carlos Guzmán Escalante, estas líneas van dirigidas respetuosamente a su memoria y al trabajo que realizo de manera generosa con los internos penitenciarios.

Todas las personas que se nos adelantan a darle cuentas al padre producen entre los que nos quedamos una sensación de vacío y de nostalgia, principalmente con los que al partir, dejan una enseñanza de vida, algún legado por el que se les recuerda con cariño y se les reconoce con admiración.

Eso es lo que nos pasó con Carlos, conocido entre los internos penitenciarios con los que trabajo en este centro penitenciario como un hombre comprometido, tierno en ocasiones, con gran sentido del humor y sobre todo con una gran fe en Dios.

Carlos tenía muy claro para que venía a este centro de reinserción -vengo a traerles la esperanza que da la cercanía de Dios en los momentos más difíciles, cuando las sentencias son muy largas, cuando la soledad se hace patente, cuando el abandono familiar es una realidad y la rutina diaria se convierte en una pesadilla- repetía, en cada oportunidad que tenia de hacerlo, era una especie de disciplina por dejarles muy claro a los internos lo que Dios a través de su persona pretendía hacer con ellos.

De entre todos los internos con los que trabajo destaca uno en particular, se trata de Francisco, un sicario profesional, un mercenario en el más honesto sentido del término. Era o al menos así lo creía, la solución definitiva a muchos problemas, para eso lo buscaban y contrataban y el cumplía con eficacia su trabajo.

Su concepto personal de la vida es que eres la leyenda que te forjas a través de las acciones que haces en el día a día como en esos corridos que escriben y cantan la gente del norte del país, vivió obsesionado por ser un tipo duro. Lo fue y pagó el precio, Francisco decía -al sicario no lo asesinan nunca, sino que lo matan trabajando, decir que te asesinan es insultarte-. Esas son las reglas y tristemente sólo los ignorantes o los ingenuos creen seriamente que en ese mundo, un narcotraficante, un soldado o un policía federal por mucha preparación que presuman, van a comportarse según las exquisitas normas de la Convención de Ginebra o de los tratados de San José, ese es un mundo fascinador y terrible donde se envejece pronto o donde no se llega a envejecer. Un mundo donde todo es simple y funciona con instrucciones elementales y precisas para todos, independientemente del lado en el que estén, el malo es el que les dispara y el bueno es aquel compañero cuya sangre les salpica y de quien tienen que explicar a su familia que murió peleando en el cumplimiento de su deber, porque por absurdo que parezca cada bando tiene un deber que cumplir.

Después de tantos años de oficio, en los últimos tiempos, poco antes de ser capturado, Francisco empezaba a pensar en cambiar de vida: una mujer a la que amara, una casa, tal vez hijos pero se le acabó el tiempo y la justicia lo alcanzo

Este era el mundo de Francisco y a este fue al que quiso entrar a trabajar y a evangelizar Carlos. Definitivamente no es fácil ni sencillo porque aquí a nadie se le tira del caballo con una voz de estruendo o se queda ciego, aquí no hay transformaciones asombrosas, aquí el espíritu santo se manifiesta más bien en forma de constancia y perseverancia en quienes predican y anuncian la buena nueva, para que cuando tome a alguien, poco a poco, lentamente lo vaya moldeando a imagen y semejanza del Jesús en el que crea, mostrándole a un Dios tan grande como lo sea para él mismo.

Para fortuna de Francisco, el Jesús en el que creía Carlos, es el que ama, el que perdona, el que reconforta y el que está presente en cada momento de tu vida, aunque lo rechaces una y otra vez y no quieras que este. 

El Dios que Carlos mostraba era tan grande como su fe, como su esperanza y como sus extraordinarias ganas de vivir cerca de él; así que al final, lo que logro con este sicario profesional, un hombre con más de 27 marcas en la cacha de su pistola fue asombroso, un legado extraordinario, como el mismo lo describió alguna vez   “Francisco, un interno del Cereso castigado permanentemente en el módulo de “alta peligrosidad” que ha recibido la palabra de Dios y que en sus cartas me ha ofrecido cualquier parte de su cuerpo para ser trasplantada en mí, un gesto de generosidad y amor por el prójimo que no se puede entender fuera de la fe en Cristo, nuestro Señor.”

Cuando Francisco supo de la partida de su amigo y mentor los últimos meses, me hizo esta reflexión, -Vivo en un centro de reinserción social y aquí estaré por el resto de mi vida y no sé, a veces me doy demasiado cuenta y no dejo de preguntarme, Psicólogo, ¿Qué pensaba Carlos cuando supo que estaba condenado a morir? y como si supiera que al partir, Francisco haría esa pregunta, Carlos dejo un mensaje que nos transmitió a través de la madre Tere Ochoa: -Hermanos vivan su vida en el gozo del Espíritu y dejen que la hermana muerte sea la puerta que un día los conduzca a los brazos amorosos del Padre-.

Descansa en paz Carlos, lo mereces, estamos seguros que lograste cumplir con tu propósito, gracias por enseñarnos a través de tu fe y tu compromiso con los demás el amor de Dios, tu legado permanece y estoy seguro crecerá a través de las personas que como francisco, hoy viven de la forma que predicabas, con generosidad y amor al prójimo…Que así sea…

jueves, 11 de diciembre de 2014

De hombres poco ilustres

Hace unos días unos amigos me cuestionaban acerca de quiénes eran las personas más singulares que había conocido durante el tiempo en el que he vivido en el centro de reinserción social del estado. 

Haciendo memoria de estos años, recuerdo a varios de ellos y sin la intención ni el ánimo de destacar, promover o ensalzar a hombres que han cometido actos que tienen que ser castigados por las leyes de la sociedad, de pronto se me ocurre que puede resultar interesante conocerlos, en lo personal muchas de sus ideas y reflexiones me han permitido entender mejor las motivaciones y razones de la gente común para hacer tal o cual cosa. Así que en esta entrega compartiré con usted estimado lector, la historia de uno de los personajes que me han parecido más singulares de este extraño reino de Malolandia.

Iniciare diciendo que le decíamos “Don Juanito”, un hombre que si la estafa en México tuviera escuela oficial, figuraría en el prólogo de todos sus libros de texto.

Era de Sotuta, Yucatan, de donde fue Nachi cocom, aquel ultimo gobernante maya que dio tanta batalla a los conquistadores y que con su rendición se dio por concluida la dominación española al pueblo maya. 

A lo mejor porque nació en esta ciudad centenaria, rebelde y sabia, “Don Juanito” tuvo siempre una filosofía particular. Vivió feliz por naturaleza y por oficio. Nunca ejerció la violencia, todo era a base de talento y simpatía, un auténtico mestizo ladino.

Estaba dotado para el engaño y para embaucar, igual que otros lo están para la música, las matemáticas o la política. Fue fiel a sí mismo: un estafador de cuerpo entero hasta el final, cuando lo conocí tenia setenta y dos años, que ya son años y aún tenía arte y labia para engañar, lo hacía con el médico que le expedía la autorización para pasar alimentos restringidos o con la trabajadora social para que le dejara pasar visitas adicionales.

Su familia lo visitaba con mucha frecuencia y recuerdo a una de sus nueras que se enfadaba cuando “Don Juanito” se ponía a contarles peripecias a los nietos. -No le hagan caso a su abuelito, son chistes e inventos que hace-. Pero los chiquitos no tenían un pelo de tontos y escuchaban aquellas aventuras sin escandalizarse, como se escucha a los abuelos que saben contar las cosas: con interés, benevolencia y cierto cariñoso escepticismo.

En sus tiempos de esplendor “Don Juanito” hizo muchas estafas, jugando casi siempre con la avaricia o la ambición de los incautos, decía con mucha autoridad y algo de razón -Sin la complicidad de otro sinvergüenza, que es la víctima, rara vez funciona esto- contaba que estuvo a punto de vender el castillo de Chichen Itzá a un turista europeo millonario mostrándole unas copias con jeroglíficos que tomo del chilam balam y diciéndole que esas eran los auténticos documentos de propiedad y que provenía directamente de la dinastía de los Xiu.

Toda su vida fue una inmensa estafa, nunca trabajó, ni cumplió otras leyes que las de la calle y las de sus colegas, nunca en su vida pago impuesto alguno, excepto el IVA, porque venía con los precios y ahí no encontró manera de escabullirse. 

Tampoco tuvo remordimientos, se justificaba diciendo que los mayores estafadores son los políticos, desde cualquier presidente de la república hasta el último alcalde de pueblo más pequeño. -Prometer lo que de antemano sabes que no se puede cumplir, eso es una estafa- solía decir, sin embargo tuvo suerte: sus hijos, nueras y nietos aunque no comulgaban con sus ideas ni su carácter, lo adoraban y lo cuidaron en la vejez. 

Siempre quiso volver a su tierra, así que al morir llevaron sus cenizas a Sotuta y las echaron al cenote. Y no dudo ni por un momento que apenas llegado al Purgatorio con miles de años de condena por delante, “Don Juanito” se las haya arreglado para estafarle a alguien unas indulgencias plenarias… Que así sea…



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Abuelos, héroes y cajones

Domingo por la mañana, el clima es nublado y lluvioso a ratos, de esos días que son melancólicos y reflexivos para algunos, perezosos y arrulladores para otros. Más temprano había puesto café en una olla con un poco de canela, así que el cálido y característico aroma ya inundaba el ambiente de la celda del centro de reinserción social en la que vivo. 

Este domingo es especial porque es el previo al de mi cumpleaños y desde el primero que pase en este lugar, recibo la visita anual del trio de los “Tonys”, integrado por mi buen y leal amigo Toño, su papá don Antonio y el hijo y nieto de ambos Tony. A lo largo de todos estos años el acuerdo no ha cambiado, a ellos les toca traer el pan bueno y a mí preparar el café

Los primeros años, sus visitas eran de pésame, solidarias y cortas , preguntaban sobre mi situación jurídica de ese momento, los avances o retrocesos familiares y las actividades nuevas a las que me estaba dedicando, expresaban palabras de consuelo y se iban, pero conforme fueron pasando los años las visitas se fueron volviendo más relajadas, amenas y con ello de mayor duración, ahora me contaban sus novedades familiares y aprovechaban para acusarse unos a otros sobre diferentes cosas, volviéndose su visita anual una especie de catarsis familiar en la que con el pretexto de mi oficio buscaban que mediara o dictara algún tipo de sentencia en alguna controversia que tuvieran. Tengo que reconocer que de todas las visitas que recibo a lo largo del año esta es una de las que más disfruto y es que esta relación Abuelo-hijo-papá-nieto en todas sus variantes, está llena de complicidades y alianzas así que observarlos interactuar es verdaderamente entrañable, resaltando mucho la forma tan franca que tienen para decirse entre ellos las cosas, algo que Don Antonio ha inculcado en su hijo y en su nieto.

Los golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, fieles a su cita anual, ahí estaban los “tonys”, después de los saludos y cortesías de rigor nos sentamos alrededor de humeantes tazas de café y de una hojaldra de jamón y queso de bola que estaba deliciosa. Mientras platicábamos de cualquier cosa, los observaba, Don Antonio ya refleja los ochenta años que lleva a cuestas, este año falleció su esposa, Doña Consuelo, con la que vivió 54 años y eso le afecto mucho, no se le veía con la vitalidad de otros años, había perdido peso, tenía manchas obscuras en la piel y un ligero temblor en la mano derecha. -Ahora mi papa vive con nosotros- me dijo con una mirada preocupada mi amigo Toño, -pero la verdad, es que no se está portando muy bien- iniciando la ronda de acusaciones, el joven Tony que cuando me visito la primera vez tenía diez años, ahora tiene veintiuno, le siguió el juego a su papá, -Pero nada bien, hay días en los que estoy harto de que este viejo se quede dormido y ronque en cualquier parte o que se orine fuera de la taza porque le tiembla el pulso, o fume a escondidas los cigarros que roba del paquete que tengo en un cajón de mi cuarto y que además lo revuelva y desordene todo. A veces pienso porque no se lo llevan a una casa de retiro, donde dicen que a los ancianitos los atienden muy bien-. Concluyo con esa franqueza que le habían enseñado desde niño.

Don Antonio se apuro a tragar un pedazo de hojaldra que dada la ausencia de varios dientes, mascaba desde hacía ya varios minutos y dirigiéndose a mi dijo con su característica voz áspera y fuerte, -¿Ya te fijaste?, cría cuervos y te sacaran los ojos, por eso ya decidí que toda mi herencia la voy a donar a instituciones de beneficencia- el comentario produjo carcajadas y abrazos espontáneos, estas eran las maneras particulares y cotidianas de tres hombres de generaciones distintas a quienes unía algo más que el apellido. 

Sin embargo flotaba en el ambiente la sensación de que probablemente esta sería la última vez que vería al trio completo, por ello fue que el resto de su visita fue dedicada a don Antonio, quien aprovecho para platicar muchas de sus anécdotas y aventuras de vida, esas que nos ocurren a todos, pero que convierten a las personas comunes en los héroes de historias con las que se podría escribir un libro. 

Don Antonio nos contaba las cosas con el descaro de quien está más allá de cualquier convencionalismo social, así que descubrí que en el transcurso de su vida paso por momentos de gloria y de fracaso, sufrió humillaciones y victorias. Se equivocó y acertó muchas veces, tuvo una mujer que lo amo y a la que amo fielmente, hombres que le confiaron su patrimonio, amigos que apreciaron su amistad. Dejo hijos y nietos. En fin, fue como somos todos: ni completamente bueno, ni completamente malo. 

Entendí porque va clandestinamente en busca de los cigarros que los médicos y su familia le niegan y se queda un rato registrándole los cajones. No es por curiosidad entrometida, sino porque allí, tocando las cosas de su nieto, lo comprende y reconoce, dándose cuenta de todo lo que el joven no sabe y que el daría lo que fuera por poder enseñárselo para evitarle aunque fuera una mínima parte del dolor, del error, de la soledad, de los muchos finales tristes que tarde o temprano, en mayor o menor medida, a todos nos aguardan agazapados en el camino. 

Al final de la visita, las despedidas y la promesa del siguiente encuentro, -Cuídese mucho don Antonio, nos vemos el próximo año- le dije al abrazarlo, -Claro que sí, pero será contigo en libertad- me respondió con una sonrisa de complicidad, finalmente, los dos sabíamos que mentíamos… Que así sea…

lunes, 8 de diciembre de 2014

...Aquí vamos de nuevo

Ustedes disculparan mi ausencia tanto tiempo estimados lectores, les agradezco mucho los correos que he recibido preguntando si todo estaba bien y cual era la razón de este silencio editorial durante poco más de cuatro meses

Este obedeció a dos razones que con gusto les platico. Como saben soy interno penitenciario desde hace once años y durante este tiempo he escrito acerca de la vida cotidiana en una cárcel y como es el proceso de la reeinserción social, a lo largo de estos años hemos reflexionado sobre: el arrepentimiento, el perdón, la justicia, las relaciones interpersonales, la religión, las personas que hacen apostolado aquí, sobre los jueces, en fin sobre un sinnúmero de temas que tienen que ver con la vida penitenciaria. Producto de estas reflexiones se han editado dos libros que han sido la recopilación de los artículos que han despertado más interés y el mayor número de comentarios. 

Hoy con mucha alegría y satisfacción puedo compartir con ustedes estimados lectores que la primera razón de esta ausencia y silencio, es que le estábamos dando los toque finales a nuestro tercer trabajo.

Como en los dos primeros libros, este también es la recopilación de los que a mi juicio fueron los mejores artículos que se publicaron durante los últimos dos años, que dicho sea de paso fueron muy prolíficos en cuanto a colaboraciones. 

En esta ocasión los hemos agrupado bajo el título de “El camino que va de regreso III”, reflexiones penitenciarias. Este trabajo, junto con los dos anteriores ya están disponibles en nuestra tienda en línea para adquirirlos en el formato de libro electrónico. Te invitamos a visitarla y aprovechar nuestra promoción por lanzamiento. 

Otra buena noticia es que ahora como pueden ver ya tenemos nuestro propio dominio y en publicaciones posteriores les iremos contando algunos avances mas en nuestra tarea de hacer conciencia social sobre el aspecto penitenciario. 

Es importante comentarles que parte de las ganancias de la venta de estos libros se utilizarán para realizar nuestra tradicional actividad navideña donde trabajamos con los internos psiquiátricos, los de la tercera edad y los pacientes con VIH.

Aquí quisiera compartir con ustedes una sincera y honesta reflexión, la segunda razón por la cual deje de escribir por un tiempo, fue que de pronto me sentí fuera de lugar, a pesar de estar de alguna manera aislado en este centro penitenciario, soy muy consciente de todos los acontecimientos que ocurren en nuestro estado y en nuestro país, observar las expresiones de inconformidad que se plasman en los medios de comunicación a los que tengo acceso, me daban un panorama bastante sombrío de la situación, así que una vez más me planteaba la pregunta de: ¿Que escribir? Que al final no pareciera una impertinencia de mi parte, dada mi condición de interno penitenciario.

Fue la organización de la actividad de navidad, la que me permitió integrar todos los acontecimientos y darles forma de propuesta positiva. Durante el tiempo en el que he escrito, mi estilo nunca ha sido el de denostar, criticar o señalar, al final quien soy yo para hacerlo, mas bien he tratado de proponer cosas positivas, con esta disciplina aprendida aquí, de encontrarle siempre lo bueno a lo malo. Considero que es importante señalar lo que no está bien, pero también estoy convencido que es necesario proponer, trabajar y colaborar para que las cosas que no nos parecen puedan moverse hacia una posible solución.

Es por ello que el próximo sábado 20 de diciembre, tal y como lo hicimos en la navidad anterior y en la semana santa pasada, el grupo “El camino que va de regreso”, formado por personas de la sociedad civil y compañeros que viven conmigo, volverá a reunirse para celebrar la navidad con los internos penitenciarios del centro de reinserción de la ciudad de Mérida que sufren de algún padecimiento psiquiátrico, los internos de la tercera edad y los internos con VIH. 

Estimados lectores no hay más abajo, es el último eslabón de la cadena social porque están presos, pero además son ancianos, están trastornados mentalmente o son personas, jóvenes en muchos casos, condenados por su padecimiento a una muerte segura.

Los invitamos a colaborar en este esfuerzo, ya sea comprando nuestros libros en la tienda virtual de nuestra página.

No pretendemos cambiar al mundo, transformar al país o ser la salvación del estado, solamente queremos hacer un poco más de lo que hacemos habitualmente y con ello intentar marcar la diferencia y construir un puente de esperanza… Que así sea…

miércoles, 13 de agosto de 2014

De conversiones y milagros reales

…Son las diez de la mañana de un caluroso y soleado sábado de agosto, el centro de reinserción social se viste de gala y no es para menos, hoy nos visita el obispo de la ciudad, ¿la razón?, nada menos que confirmaciones y primeras comuniones que les serán dados a internos penitenciarios. Este es el resultado del arduo trabajo de muchas personas de la pastoral penitenciaria que a lo largo de todo un año escolar han convertido, convencido y preparado a estas personas para que los tomen.

De entre todas los internos que esta mañana tomarán los sacramentos, hay uno en particular que merece todo nuestro reconocimiento ya que hará su primera comunión, esto de suyo ya es un gran logro, sin embargo también fue gracias a este hecho que indirectamente una persona más creyó y se convirtió, así que si me permiten estimados lectores, les relato la historia.

Primero les contare sobre “Miguelito”, es un chico de unos 20 años y es lo que se consideraría como un “hijo de la calle”, es producto de una relación de una prostituta con un policía, eso es lo que cuenta, fue abandonado en un orfanato cuando tenía 3 años, ahí crece pero a los diez años se escapa y comienza a vivir en la calle, dormía donde se podía y comía de lo que le regalaban los comerciantes del mercado, es ahí es donde comete sus primeros robos, conoce el alcohol, el cigarro y la marihuana, también es donde tiene sus primeras experiencias sexuales a cambio de dinero, tanto con mujeres como con hombres, finalmente su primer ingreso al tutelar de menores fue a los trece años, del que entro y salió, generalmente siempre por robos, hasta llegar a la mayoría de edad en donde este delito es considerado como grave, así que al cometer uno más, es traído a este centro en donde cumple una condena de siete años, de los que ya purgo tres.

“Miguelito” deambulaba por este centro penitenciario, haciendo pequeños trabajos y mandados a los internos a cambio de unas monedas para comprar algo para comer o cigarros, generalmente siempre sucio y desaliñado, hasta que un día conoció a unas extraordinarias personas de la pastoral penitenciaria que con fe y determinación le enseñaron que a través de la palabra de Dios tendría una vida mejor y con más sentido.

Ahora les contare de “Paco”, él es uno de mis mejores amigos aquí en este centro de reinserción, a los dos nos unen un sinfín de anécdotas colectadas a lo largo de todos estos años, nos sentimos como dos viejos veteranos de este combate que se libra cada día en una cárcel entre el desánimo y el optimismo, la desesperanza y la ilusión por vivir, ha sido un fiel compañero con el que hemos iniciado y desarrollado muchos proyectos, sin embargo “Paco” tiene una característica particular, es una persona escéptica y atea, a pesar de que canta con nosotros en el coro y participa en las actividades de la capilla, lo hace más por solidaridad y pasatiempo que por fe, su cuestionamiento de batalla es ¿quién sería Dios sino hubieran personas que creyeran en él? y que se convertirá cuando vea que se realice un milagro real. -“Beto”, muéstrame un enfermo que se cure por la gracia de Dios y ese día comenzare a creer-, me dijo en una ocasión.

Pero hoy es el día de “Miguelito”, hoy todo mundo ha puesto de su parte para hacerlo sentir especial, que le importa a alguien, que en verdad existe un Dios real que le demuestra su amor a través de sus semejantes y que no son solo palabras lindas dichas en momentos solemnes. Todos, desde el Director de este centro que antes de iniciar la ceremonia preguntaba si se necesitaba algo, los responsables de la capilla que la habían dejado muy bonita y llena de flores, el coro que habíamos preparado nuestros mejores cantos, las orgullosas catequistas de la pastoral penitenciaria, los padrinos repasando con sus ahijados lo que debían hacer y finalmente nuestro sencillo y paternal obispo que con una sonrisa daba las ultimas indicaciones para llevar a cabo esta singular ceremonia, poníamos lo mejor de nosotros.

Y ahí está “Miguelito” en una escena absolutamente conmovedora, parado frente al altar, pantalón blanco, guayabera del mismo color, zapatos y calcetines, hoy se ha puesto ropa interior por segunda vez en su vida, su pelo perfectamente peinado, la vela adornada y una pequeña biblia completaban su atuendo para su primera comunión. Pero lo que más sobresalía en ese momento, era su enorme sonrisa, una sonrisa cálida e infantil. Estimado lector, “Miguelito” había pasado por todas las experiencias malas que puede ofrecer la vida: drogas, alcohol, sexualidad desenfrenada, prostitución, hambre y sobre todo soledad, esa soledad profunda que corroe como acido el alma de cualquiera que la padece, sin embargo hoy en su rostro se veía la inocencia de un niño, miraba a su alrededor y encontraba, probablemente por primera vez, rostros afectuoso que le daban la bienvenida a la comunidad, era un sentimiento nuevo, cuando recibió por primera vez la comunión, no pudo evitar llorar, era ese llanto liberador que transforma y sana, ese llanto que anuncia que un milagro real sucedió, que un enfermo se curó por la gracia de Dios, de reojo mire a “Paco” y por primera vez, también lo vi llorar…que así sea…

viernes, 8 de agosto de 2014

Extrañas amistades

En ocasiones hay amistades memorables que se dan en los lugares más extraños y de  formas muy singulares; este es el caso de una que nació y fue creciendo con el paso de los años en los que he estado recluido en el Centro de Reinsercion social. 

Lo particular de esta relación es que solamente se ha cultivado durante las vacaciones de verano, que es cuando la pastoral penitenciaria organiza durante una semana, las “misiones de evangelización” dentro de este centro penitenciario, después no vuelvo a saber nada de ella sino hasta el año siguiente. 

Isabel, era su nombre, una muchacha creo de unos 27 años actualmente; por aquello de la caballerosa cortesía nunca le pregunte su edad, cada año entre una actividad y otra, llenábamos el tiempo libre con largas y enriquecedoras charlas, que por un lado me permitían entender cómo iba desarrollándose el pensamiento de las generaciones que venían detrás y por otro descubrir cómo fue obrando en mi, un proceso de transformación personal, estas líneas son la síntesis y el resultado de nuestras platicas durante estos años con Isabel, desde que la conocí de forma un poco brusca, hasta nuestro último encuentro que se dio el durante las vacaciones de verano de este año

-¡Hola!, ¿como esta hermano?, Dios lo bendiga- lentamente levante la vista y vi parada junto de mi, con su uniforme de la pastoral penitenciaria, a una muchacha gordita, llena de acné en la cara, que apenas dejaba la adolescencia, sentí hacia ella un profundo desprecio producto de la incredulidad y la frustración que me producía el estar preso desde hacía varios meses, -No soy tu hermano niña, mejor anda con tus rollos “engaña bobos” a otra parte, Dios no existe, solo nos lo dicen para manipularnos- la forma como lo dije, no dejaba espacio para ninguna contestación, así que simplemente hizo un mohín de disgusto, se dio la vuelta y se fue, era mi primer verano aquí, desde lejos vi las actividades, al final de la semana se acerco -¿porque no cree en Dios?- pregunto con su voz de niña, -porque me está castigando muy fuerte- conteste sin mirarla, -Mi abuela dice que: “Dios no castiga, la vida es la que se cobra”- se fue dejándome una bolsita de dulces a un lado…

-¡Hola!, ¿como estas?- había pasado poco mas de un año desde mi ingreso al centro de reinserción, la misma niña del verano pasado, un poco menos gordita y con la cara más limpia, -Bien, gracias- conteste con mayor cortesía y buen modo, -¿Es cierto que usted es Psicólogo?- pregunto con cierta distancia producto del mal recuerdo que le había dejado nuestro primer encuentro, -así es- conteste con el orgullo y la vieja dignidad que aun tenia, -pero de cualquier forma le metieron preso-, me dijo enarcando una ceja- y tú, ¿Que estudias?-, pregunte tratando de defenderme de alguna forma de su agudo y desagradable comentario, -la Licenciatura en Educación, mi abuela dice que: “Estudiar no quita lo tarugo, pero si ayuda a disimularlo”, pero ya ve, hay algunos que ni eso les sale bien- me dijo palmeándome la espalda y dejándome sin respuesta, reflexiones como esas, me han ayudado a buscar transformar la antigua soberbia de quien cree saber mucho, en la genuina humildad de quien nunca deja de aprender…

-¡Ese mi amigo! ¿que espera para saludar a una hermanita en cristo?, una sonrisa sincera y un abrazo distinto me sorprendieron ese año, detrás de sus regordetes brazos sentí un afecto sincero, a lo largo de la semana me platico que su noviazgo iba viento en popa, de pronto, mientras afinábamos las guitarras para la misa. me solto con el mayor desparpajo -¿Sabes la novedad de este año? ya  tengo vida sexual activa y me siento tan plena-. La forma, mas que el fondo me sorprendió, uno recuerda hablar de esas cosas por lo bajito y entre los mas íntimos, que lejos estaba aquella niña del principio de nuestra amistad, habían pasado ya 5 años- ¿Pero tu crees que si el es hombre de tu vida?- pregunte paternal, -pues mi abuela dice que “Si te cumple en la cama, es mas probable que te cumpla en la vida” -¿díganme?: ¿que contestas ante semejante frase?, una sonrisa de pena ajena fue lo mas que pude expresar...

Parado junto a la puerta de la capilla, la vi aparecer a lo lejos, un grito de toda una mujer, una sonrisa de satisfacción y un abrazo largo y fraterno enmarcó sin saberlo en ese momento, lo que fue nuestro décimo y finalmente  ultimo encuentro. 

Al final de la semana, en la fiesta de clausura se acerco para despedirse, -mi hermano tengo que darte una noticia-, la expresión de su rostro era de solemnidad, nos sentamos en un arreate, -Me caso en diciembre, me voy a Monterrey con mi esposo, mi abuela dice que: “siempre hay que tener el cajón de los calzones listo pa’ donde se vaya el marido”, un largo y profundo silencio, los dos sabíamos que esta seria nuestra última charla, al final le había tomado sincero afecto a aquella niña que con el paso de los años se fue convirtiendo en mujer, en medio de todo habíamos madurado juntos, cada uno a nuestra forma, aderezados con los pintorescos dichos de una abuela, que a ciencia cierta no sabía si en realidad existía, nos levantamos despacio, tomada de mi brazo la lleve hasta la salida, avanzo hacia la puerta y antes de dejar de verla, volteo, un saludo infantil con la mano derecha, un beso volado con la izquierda, fue su ultima imagen, no pude evitar una lagrima furtiva, ¡caray me estoy haciendo viejo! pensé; pero  ahí quedaban, como testimonio permanente, nuestras historias de crecimiento, cada uno buscando a su manera, lo que todos pretendemos….ser felices…



martes, 5 de agosto de 2014

La crisis del primer año

  El ruido de las llaves, el candado que se abre, el pasador de la puerta que se corre y la voz del vigilante, me despiertan del sueño poco profundo que tengo desde que vivo en el Centro de Reinserción Social, me siento en la litera y aún adormilado pregunto -¿”Papá oso”, que pasa?- Parado en la puerta, con la luz dándole en su inmensa espalda, su cabeza mas grande que su cuello se evidencia, el exceso de vello corporal, su trato amable y paternal con los internos además de sus características físicas, han dado origen a su sobrenombre. –Psicólogo- me responde -ayúdame, son las tres de la mañana y el “chilango” no ha dejado de llorar desde que habló a su casa en México, ya no sé que hacer, de verdad me da mucha lástima-.
 
Mientras me visto, visualizo mentalmente a este personaje, llegó hace como 10 meses, acusado de robar un cajero automático, hasta hoy no ha sido sentenciado, es casado, padre de dos hijos menores de 12 años, durante el tiempo que ha estado aquí, lo han visitado en tres o cuatro ocasiones, toda su familia vive en el Distrito Federal.

-Listo, vamos a verlo- le digo a “papá oso” que impaciente espera y se lamenta -tengo una suerte, ¿por qué siempre en mi turno es cuando tienen que pasar estas cosas?-, lo miro y le sonrío, a veces hay preguntas que no tienen respuestas. Nos dirigimos hasta la celda del “chilango”, en el camino imagino que me asomaré a esa gruta que es la mente del ser humano y miraré una vez más el sufrimiento con sus mil rostros. Durante estos años, he mezclado mis tristezas con las de mis compañeros, enseñando a secar sus lágrimas, a partir de haber aprendido a secar las mías, he tenido que reaprender mi oficio, aquí la psicología tiene otros parámetros.

Llegamos a la celda, su llanto se oía a través de la puerta, venía del fondo de su alma, reflejaba la inmensa angustia que el hombre estaba sintiendo, abrimos muy despacio, estaba oscuro y la tenue luz de las lámparas del pasillo, iluminó la habitación, la escena me conmovió hasta los huesos, en un rincón sentado en cuclillas con las fotos de sus hijos y de su esposa entre las manos, hacia un movimiento con sus brazos, como si las estuviera arrullando.

Emitía un quejido profundo y largo, de sus ojos ya no salían lágrimas, me acerqué, me puse en la misma posición que el, tratando de reflejar lo que estaba sintiendo, me miró fijamente, abrió la boca y su de garganta salió algo parecido a un gruñido, los espasmos y temblores de su cuerpo no le permitían hablar, lo abracé en silencio y comencé hacer con el, un movimiento parecido al que estaba haciendo con las fotos, el contacto físico, hizo que se fuera controlando, entonces empecé a entender lo que trataba de decir -Psicólogo te juro por mis hijos que yo no fui, ya no aguanto más, están a muchos kilómetros de aquí, los extraño tanto y no los puedo ver-, aproveché el momento para ponerlo de pie y ayudarlo a acostarse, mientras se acomodaba, me senté junto a el y le dije -“chilango” nuestro único recurso por el tiempo que estemos aquí, es mantener la fe y la esperanza, principalmente cuando sientas que la añoranza por la familia te ganen- -pero estar preso y además solo es muy duro- alcanzó a decir entre un hipo y otro.   ¿Saben?, Hay ocasiones en las que la gente no necesita consejos, sino solamente que lo escuchen, en silencio, con sus fotos abrazadas, se fue quedando dormido.

Por fin había superado la crisis del primer año, al salir de la celda, estaba esperándome impaciente el “papá oso”-¿se desmayó?- preguntó  -no, se quedó dormido- contesté, -¿pero va a estar bien?- insistió, lo miré y me encogí de hombros, a veces hay preguntas que no tienen respuestas…



sábado, 2 de agosto de 2014

Esta será la ultima vez

Durante todo el tiempo que he vivido en el Centro de Reinserción Social del Estado, con mucha frecuencia llegan internos nuevos, de estos, hay un grupo en particular que siempre me ha llamado la atención, son los reincidentes, personas que han ingresado en más de una ocasión y que tristemente han hecho del delinquir, un estilo de vida, este es el caso de un personaje al que se le conoce como “el pirata” por haber perdido un ojo en alguna trifulca callejera, lo he visto ingresar en múltiples ocasiones por delitos menores, me cuenta que tiene quince ingresos en sus 42 años de vida.

En alguna de sus “visitas” anteriores, se ha acercado a charlar conmigo, aparentemente arrepentido, diciendo -¿psicólogo, por que soy así? ¿Porque no puedo cambiar?- Al final de la charla siempre terminamos con "el pirata" prometiendo que será la última y conmigo poniendo una mano sobre su hombro, contestando -¡animo pirata!, seguro esta es la ultima vez-.

Podrán suponer estimados lectores, que cada vez que lo veo llegar, me embarga un sentimiento de sorpresa, decepción y por supuesto frustración profesional.

La semana pasada, “el pirata” hizo su aparición una vez más, cuando vi que se acercaba a mi con la intención de charlar, me escabullí, pretextando que tenia otras cosas que hacer, en mi interior pensaba que no valía la pena, que era una perdida de tiempo y que además de alguna manera sentía se estaba burlando de mi.

En esos momentos no pude evitar imaginar a mi abuelita, con su pelo blanco, sus grandes ojos grises y su voz cascada diciendo – ¡Niño!, cada vez que tengas una duda sobre qué hacer en tal o cual situación, piensa ¿qué haría Jesús en mi lugar?

Han pasado tantos años desde que escuchaba ese consejo, han pasado tantas cosas desde esos años de infancia, que ahora que somos adultos se nos hacen simplemente retazos de épocas mejores y más felices.

Sin embargo, que podía perder, finalmente era un ejercicio interesante que me recordaba mis convicciones más profundas, esas, las que te enseñan cuando inicias por el largo caminar que representa la vida.

Sin más, regrese entonces sobre mis pasos, me acerque a él con la buena intención de escucharlo una vez mas, “el pirata” me mira con el ojo que aun esta bueno, sonríe y una vez más me repite toda su cantaleta, mientras habla, por mi mente pasan los pasajes bíblicos que son las bases de mis creencias religiosas: “No he venido por los sanos sino por…” “ama a tu prójimo como…”, “hasta setenta veces siete…”, “el que esté libre de pecado que arroje…”,  

-Psicólogo- me dice “el pirata”con su voz ronca  que me regresa a la realidad -pero esta vez de verdad prometo que será la última- lo escucho, sonrío, pongo mi mano sobre su hombro y con la mayor sinceridad de la que soy capaz, le digo -por supuesto “pirata” estoy seguro que ésta, será la ultima vez-...



martes, 29 de julio de 2014

Las enseñanzas de la familia

Cada viernes por la mañana, vienen al Centro de Reinserción Social, sacerdotes de la orden de los Mercedarios, ellos son los encargados de la Pastoral Penitenciaria y por tanto de dar asistencia espiritual a los internos, el viernes pasado uno de ellos celebraba la Santa Misa y el evangelio del día fue acerca de la parábola del hijo prodigo (Lc 15, 11-32). 

Durante la homilía poco a poco nos fue llevando a la conclusión de un Dios que perdona cuando te arrepientes y que siempre te da otra oportunidad a pesar de lo grave que pueda ser tu falta, y durante algunos minutos el Mercedario hablo de la importancia de la familia, de los valores que se aprenden en esta, de la bendición que es tener su apoyo en nuestra situación, etc. Entonces ocurrió una vez mas, esta sospecha que se vuelve certeza, el evangelio de cada día que  susurra al oído, da las respuestas y enseñanzas que cada quien necesita en ese momento, como si estuviese preparado especialmente para cada uno de nosotros, ¿es acaso esta extraña manía de Dios, de nunca olvidarnos?. 

-….y ya que la familia es la base de la sociedad- concluía el sacerdote, -disculpe padre, ¿puedo preguntar algo?-, la feligresía volteo hacia el imprudente, a quien le decíamos “el buches”, -por supuesto hermano- contesto el aludido, con una expresión en la que se leía claramente su extrañeza -¿El hijo prodigo regreso a su casa, porque así le convenía o porque si necesitaba a su familia?- pasaron unos momentos para que la comunidad comprendiera semejante pregunta, “el buscabullas” dijo -¡pues porque la necesitaba!, sea lo que sea eran su sangre-, “Don alex” suavizo el abrupto comentario -además nuestras mayores enseñanzas de ahí las sacamos- el presbítero asintió con la cabeza y lanzo la pregunta al aire, -Díganme  señores ¿Cuál ha sido la mayor enseñanza que les ha dado su familia y quien se la dio?-. Y entonces comenzaron las anécdotas. Historias atemporales cargadas de pasado, de nostalgia y de cruda realidad, historias que hablaban de enseñanzas y aprendizajes, historias llenas de amor, felicidad, tristeza, compasión, fidelidad y olvido.

-El Abuelo ahí en la hacienda donde vivía,  nos enseñaba que soñar no es una pérdida de tiempo, que cada cosa cae por su propio peso, que solo hay que tener paciencia y la abuela nos mostraba como apreciar las cosas simples, esas que uno nunca toma en cuenta, y nos recordaba dolorosamente que olvidar no es perdonar-, dijo “el bebeson” mientras se pasaba la mano en una mejilla, pensando en alguna bofetada recibida a destiempo por alguna travesura cometida.

“El brutus” honrando su apodo arrebato la palabra -Mi hermano mayor me enseño que en los peores momentos de la vida es cuando se demuestra el cariño verdadero, si viviera nunca me hubieran sentenciado, el no lo hubiera permitido-, lo decía en referencia a los muchos caso en los que los internos son condenados a pasar años en la cárcel, no porque fuesen culpables del delito por el que se les acuso, si no porque nunca pudieron defenderse: por ignorancia, por falta de recursos o de influencias, al final es lo mismo. 

-¡Nunca hay que darse por vencidos!, hay que intentarlo una y otra vez, porque el verdadero valor de un hombre se mide por el número de veces que se ha levantado después de caer, eso me repite “mi jefita” siempre que viene- grito orgulloso “el chelem”, recordando a su mama, una singular mujer, mitad pescadora, mitad comerciante, que cuando lo visitaba siempre daba ánimos a todo aquel que cruzara palabra con ella. 

-Mi hija me enseño que la fantasía y la imaginación son la mejor herramienta para aliviar la tristeza, comento con la voz quebrada “La gallina”, -el otro día estábamos…..- mientras iba narrandola, recordé esa escena, porque me toco presenciarla, sentados en una mesa del comedor, padre e hija tomados de la mano y mirándose fijamente se decían: -Hija, si te pidiera que me llevaras lejos de aquí ¿lo harías?-, mientras besaba con infinita ternura su cabeza, la muchacha le contesto amorosamente -Claro Papi solo cierra los ojos y con gusto te llevo conmigo a donde me pidas-, dos gruesas lagrimas rodaban por las mejillas del viejo, arrugadas por el paso de los años y las tristezas. 

“El buda” hablo de su esposa, ella murió, fue una de las víctimas del pasado virus de la influenza -mi negra me enseño a querer sin esperar nada a cambio y cuando se fue, de verdad quise olvidarla-, guardo silencio y cruzo los brazos, después de pensarlo un momento, levanto la vista y dijo en un suspiro -pero no pude, es difícil empacar toda nuestra historia, ¿saben? sobra tanto amor…..

El sacerdote a quien seguramente Dios le estaba dando una fuerte enseñanza, miraba sorprendido lo que había propiciado sin proponérselo, había pasado casi una hora desde que comenzó su homilía, -he hablado muchas veces de la parábola del hijo prodigo, pero nunca había reflexionado sobre ella de este modo- nos confeso profundamente conmovido de los comentarios de esta gente sencilla en donde Dios ponía sorprendentes reflexiones. 

La familia es tu origen, tu causa, tu principio y tu fin, cualquier cosa en lo que te conviertas girara alrededor de sus enseñanzas buenas o malas, el hijo prodigo regreso a su casa porque necesitaba a su familia y esta a él, formaron un lazo que no podía ser destruido por el tiempo, la distancia o el olvido… Ojala pueda ser así en todas las familias....



viernes, 25 de julio de 2014

Días que valen la pena

 De las cosas más difíciles con la que hay que lidiar durante el tiempo en el que estás privado de tu libertad, es con el tedio; en el Centro de Reinserción Social todos los días son iguales, del mismo color, con los mismos olores y sabores, da lo mismo que sea miércoles, viernes o domingo, la rutina no cambia. Así que, una de las tareas principales para mantener el buen ánimo y el optimismo, es buscar cualquier cosa que haga de ese día, uno particularmente especial, aprendes a darle importancia a las cosas sencillas, domesticas y cotidianas: llamadas telefónicas, una visita inesperada, el cumpleaños de algún compañero, la gata que tuvo a sus crías, un maravillosos arco iris, el juego de la selección, etc., en fin se trata de buscar razones por las cuales recordar porque ese día valió la pena y así no sentir tanto la sensación del tiempo desperdiciado.

En lo personal, una de las cosas que me parecen más significativas para hacer un día especial, es cuando algún interno ha cumplido su condena y obtiene su libertad, aquella persona que ha cometido un error que tuvo que ser castigado por las leyes de los hombres pero que pago su deuda con la sociedad y sale a reintegrarse a ella, esperando merecer el reconocimiento de esta, porque ha recuperado la dignidad que de alguna forma le fue quitada cuando ingreso a la cárcel. 

Este fue el caso hace unos días de mi amigo “el chel”, llegó un poco después que yo y cumplió una condena de diez años con seis meses, casado, hoy feliz padre de una adolescente de 15 y un niño de 9 años, “dicharachero”, simpático, nunca toma nada en serio, con la broma y la chanza entre sus labios, especialista en los apodos, casi siempre con alguna ocurrencia que arranca la sonrisa espontánea y sincera.

El día de su salida, regaló sus pertenencias entre los compañeros más necesitados, luego fue despidiéndose de cada uno, dando consejos a los más nuevos, aquellos que todavía comenzaban su proceso de rehabilitación social, estuvo recordando anécdotas con los antiguos, los que habíamos vivido con él durante todos estos años, era enternecedor observar escenas de afecto desinteresado en un lugar tan duro como este; ya era de noche y solo le restaba esperar a que lo llamen, se acerco hasta donde estaba poniéndole “brazos” a una hamaca -“Psicólogo” me puedo quedar contigo mientras me llaman- me dijo con expresión infantil, -claro “chel”- conteste sin saber si tomarlo en serio -¿cómo te sientes?- Pregunté, solo por hacer platica, el  cruzo los brazos, tenía la mirada fija en ninguna parte, como si buscara en lo más profundo de su ser la respuesta exacta a una pregunta que en ese momento y sin que fuera la intención le calaba muy hondo, al final respondió para el mismo, -Haber estado preso te hace valorar cosas elementales de la vida, sin embargo también te marca para siempre, tengo mucho miedo de cómo me trate la gente, de no encontrar empleo pronto, de que mis hijos “me lo echen en cara” alguna vez, que mi esposa me haga menos; ¿tú crees que eso me pase?- en situaciones como esta, he aprendido que la sinceridad es lo mejor, no existen las mentiras “piadosas” -“chel” cualquier cosa que pueda decirte no será mas que un buen deseo- contesté, se quedó un rato en silencio y continuó su reflexión -¿Sabes cuales fueron los momentos más duros? las noches cuando hablaba por teléfono a mi casa, y mis hijos preguntaban ¿papito cuando vienes?- en ese momento me recordó todas las noches que fui su “paño de lágrimas” tratando de buscar palabras de aliento, a veces en donde no las había. -Lo bueno es que todo esto se acabó, en un rato voy a estar libre y entonces conoceré mi realidad- dijo con voz profunda, -la realidad es aquello que cuando la fe y la esperanza desaparecen aún está presente- le contesté para terminar la charla.

A lo lejos gritaron su nombre, los compañeros comenzaron arremolinarse junto a la puerta de salida, se levantó, me miró y nos estrechamos en un abrazo sincero, de eso que reconfortan -eres libre “chel”, aprovéchalo-, le dije en un susurro, nos sonreímos con esta complicidad que solo se da entre personas que han pasado por la misma experiencia, -que la vida nos encuentre alguna vez en la calle- fueron sus palabras de despedida, lo vi alejarse hasta cruzar la reja sin volver la vista atrás, así marca la tradición, después que salió, un silencio nostálgico invadió el módulo, poco a poco todos regresaron a sus quehaceres, retomaron la rutina, sí, la de todos los días, sin embargo para mi, habrá valido la pena, porque fue el día en el que se fue libre, mi amigo “el chel”.

lunes, 21 de julio de 2014

De impotencia y ajedrez


A lo largo de estos años en los que he estado en el Centro de Reinserción Social he escrito muchas veces con los dedos llenos de alegría, otras más con estos llenos de emoción y otras más con optimismo, sin embargo hoy escribo con los dedos llenos de impotencia y es que no hay otra manera de hacerlo cuando se escribe de un buen amigo, que injustamente muere.

“Don Josito”, hombre de 58 años, chaparrón y regordete, estaba aquí desde hacía 6 años, un tipo del interior del estado, de platica fácil y sonrisa rápida y permanente, ajedrecista excepcional, de entre los tres mejores de todo este centro penitenciario

Fue acusado de violación y como muchísimas personas aquí, es sentenciado en primera instancia en automático, simplemente porque estaba metido en lo que se conoce como “la triada jurídica maldita”, esto es: delito sexual cometido contra un menor de edad por un ascendiente, lo que significa culpabilidad 100% segura en primera instancia, ¿Qué a nadie del poder judicial del estado le parece extraño que todas las sentencias sean condenatorias?, a lo mejor en la apelación se reduzca la sentencia y finalmente, para los que tienen para pagar a un abogado que elabore un amparo federal es muy probable que los magistrados federales, les compongan la plana a los jueces estatales y les otorguen su libertad.

Muchas noches, sentados en el comedor del modulo, generalmente en medio de una partida de ajedrez y una taza de café, “Don Josito” reflexionaba una y otra vez su caso, intentando encontrar la lógica que había usado el juez para encontrarlo culpable y porque jamás había podido hablar con él, nunca conoció a la persona que decidió que pasaría 12 años preso. –Si tan solo el juez me dejara explicarle que la razón por la que me acuso mi nuera, fue porque querían quedarse con mi terreno, ¡es casi una hectárea!- me decía mientras hacia su movimiento, -es probable que en la apelación los magistrados del tribunal superior te llamen para averiguar- le conteste, mientras me preguntaba porque había adelantado tanto ese caballo, -si yo adoro a mis nietos, ¡por amor de dios! de dónde sacan que le podía hacer algo a la niña, lo bueno es que si me sigo portando bien, voy a la escuela, trabajo en la maquiladora y sigo jugando en el equipo de softbol, hare menos años- me miro con ojos esperanzadores que buscaban una respuesta afirmativa de mi parte, claro que, eso no le impidió comerse mi reina con un movimiento que no conocía, -Por supuesto “Don Josito”, así será- le dije, aunque la realidad era que, aunque se convirtiera en un santo varón pasaría nada, aquí se quedaría todos los años de su sentencia, porque a pesar de que se aprobó una nueva ley de ejecuciones y sanciones con bombo y platillo, la realidad es que es letra muerta, Pero como la mayoría de los internos, es mejor que siguiera pensando lo contrario –Jaque mate, don “Psicólogo”-, me dijo con esa sonrisa que no perdía.

Desde hacia como seis meses que una sinusitis recurrente no lo dejaba respirar bien, le habían dicho que lo tendrían que operar pero hasta ahora por una u otra razón la operación no se había podido concretar. Un sábado en la tarde mientras podaba un tulipán que el mismo sembró y cuidaba, se desvaneció sorprendiendo a todos, lo llevamos a la enfermería y ahí lo estabilizaron sin saber la causa, el Doctor explicaba, -lo hemos enviado al Hospital dos veces y lo devuelven con el argumento de que no hay espacio para operarlo y la escolta no se puede quedar a custodiarlo ahí, pero ahora lo mandaremos como una urgencia y lo tendrán que operar- dijo con mucha seguridad.

Como a las 6 de la tarde, finalmente se lo llevarían al hospital, me acerque, su palidez asustaba, le pregunte “Don Josito” como te sientes-, -así como me ves, así me siento hijo, me contesto con esa sonrisa que aun es en esta circunstancia, no perdía, ¿porque no dejaba de sonreír?, -Si no regreso, quiero que le digas a mi familia, que ellos son mi más grande orgullo y que de verdad yo no fui- le apreté la mano y le prometí que lo haría, pero que seguramente el podría ver de nuevo ese atardecer de su pueblo que tanto me contaba y que aun me debía una partida de ajedrez.

Tres días después de que se fue al hospital, nos informaron que “Don Josito había muerto, al abrir la nariz descubrieron un tumor que ya le había llegado al cerebro, intentaron extirparlo, pero cayó en coma y falleció poco después.

Donde quiera que estés amigo, cumpliré la promesa y le diré a tu familia tu verdad, esa, la que el juez no quiso escuchar, porque para nosotros siempre serás, un hombre injustamente preso, injustamente sentenciado, ¡carajo!... injustamente muerto… pero un día viejo, en algún lugar, jugaremos esa partida de ajedrez que me debes…y espero que esta vez sí pueda ganarte…descansa en paz.