miércoles, 28 de enero de 2015

Beber agua de otros pozos

La Semana de oración por la unidad de los cristianos es una iniciativa a la que se adhieren la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas y que se viene celebrando desde 1908. 

A través de estos años ha venido configurándose como una cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra plena unidad visible según el deseo de Jesús.

Cuando me lo platicaron por primera vez me pareció una audaz innovación al concepto de los “hermanos separados” y por supuesto que es controvertido. Así que cuando me hicieron la propuesta de realizar un encuentro ecuménico en el centro de reinserción social, sabía que no era una tarea sencilla, la cosa no pintaba fácil, se veía como una idea extraordinaria, producto de una mente soñadora que quería realizar un acto utópico en un centro penitenciario

Y es que fíjese estimado lector que el objetivo era reunir a todos los cristianos de este centro sin importar su denominación, en un encuentro en donde a través de la oración comunitaria se pidiera por la unidad, la comprensión y la tolerancia hacia los diferentes credos, mirando y fortaleciendo las coincidencia y dejando de lado las diferencias, tratando de entender que en términos de vida practica y cotidiana el caer en “discusiones bizantinas” con alguien que tiene diferentes convicciones religiosas a las nuestras en verdad se vuelve una lamentable pérdida de tiempo y no aporta absolutamente nada a nadie que se considere medianamente inteligente.

Como comentaba líneas arriba la idea resultaba muy interesante e innovadora pero como ocurre con este tipo de iniciativas su realización implicaba vencer muchos obstáculos, primero convencer al Director de este centro que cuando se lo conté me hizo sentir que estaba a punto de iniciar una nueva guerra de cruzadas, después de explicarle con detenimiento las intenciones de la reunión, acepto no sin antes dar un largo suspiro y encomendarse a Dios.

Después hablar con los sacerdotes católicos, pastores presbiterianos y hermanos cristianos que con mucha devoción y constancia vienen muy puntuales cada semana a trabajar con diferentes grupos de internos penitenciarios, para que fueran ellos quienes dirigieran este ejercicio ecuménico 

Para este año, el tema propuesto por el centro ecuménico de estudios bíblicos (CEBI) se inspira en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana junto al pozo de Jacob, que narra el evangelista Juan. (Juan 4, 7-15) De este modo, se nos invita a probar agua de un pozo diferente y a dar un poco de la nuestra, es decir, a saber reconocer y valorar el don de Dios y las riquezas y valores que están presentes en los demás, a compartir, a darnos cuenta que la diversidad no es una amenaza, sino que puede convertirse en una riqueza.

Finalmente convencer a mis compañeros, explicándoles que trabajar juntos nos permitiría ayudar a otros compañeros a sobrellevar con más calidad y fortaleza la vida que en este momento de su historia les tocó vivir.

Porque después de todos los años en los que he vivido aquí, he llegado a la conclusión que difícilmente alguien pueda entender la vida penitenciaria si no la ha vivido, solamente quien ha pasado por la angustia de esperar una sentencia y confirmar sus temores cuando esta llega de muchos años, quien ha perdido familia, esposa, hijos y patrimonio, quien ha sentido la frustración de no poder ayudar a los suyos cuando pasan por situaciones difíciles, quien pensaban que llegar hasta la cárcel significaba haber tocado fondo y luego descubrir que estaban equivocados, que aún pueden caer cuatro o cinco peldaños más abajo. Solamente ellos pueden entender cuanto se necesita a Dios como soporte, apoyo y fortaleza para poder sobrellevar las cosas que cotidianamente te pasan sin caer en la desesperanza y en la depresión.

Fuera de estos muros, existen muchos argumentos que hacen que esta iniciativa de reuniones ecuménicas cada vez tenga un mayor número de seguidores entre los dirigentes de las diferentes iglesias, aunque también cuenta con un considerable grupo de detractores que no lo miran con tan buenos ojos y de la misma forma también tienen sólidos argumentos, así que se invitaron a varios pastores presbiterianos, sacerdotes católicos y hermanos cristianos, no todos aceptaron participar, así como también no todos los compañeros comprendieron nuestras razones.

Sin embargo, el pasado sábado en la biblioteca de este centro penitenciario con mucha alegría descubrimos el rostro de una comunidad abierta al diálogo franco y sincero, con una fuerte visión social y con el compromiso y convicción de llevar la religión ahí donde se necesita.

Tuvimos un hermoso encuentro ecuménico con pastores, sacerdotes, monjas, hermanos cristianos, internos penitenciarios y laicos comprometidos, que supero nuestras expectativas y que estoy seguro abrirá caminos nuevos de unidad en cristo, en una sociedad permisiva de hombres justificados que en estos momentos tanto lo necesita… Que así sea…

viernes, 23 de enero de 2015

Que nos define en la vida

Les comparto estimados lectores, que la semana pasada se cumplieron dos años que falleció mi madre, una mujer que para mí, solo tiene una definición, Una mujer que nunca dejo de creer en Dios.

Mi madre siempre tuvo como característica, a juicio de la gente cercana, Su amabilidad, buen trato y por su puesto su inquebrantable fe en Dios, casi siempre de buen ánimo y con una bendición en la boca. Sus últimos días los paso en el Hospital regional del Issste en estado semiconsciente, producto de un infarto cerebral. 

Hay que reconocer que se le brindo una excelente atención por parte del personal hospitalario, con una atención cálida, humana y muy generosa.

Tuve la oportunidad de ir a visitarla, gracias a las gestiones del Director de este centro penitenciario donde vivo hace algunos años, -Ve a despedirte de ella, para que pueda descansar tranquila- me dijo en tono paternal, al entregarme a la escolta que me llevaría.

Me trasladaron unos señores policías, al principio, llevando al pie de la letra cada una de las instrucciones de su entrenamiento sobre: “como se transporta a un reo”, al final en una actitud más humana y solidaria.

La enfermera que la atendía cuando llegue, me dijo, -háblele, aunque no le conteste, seguro le va a escuchar-, mientras lo hacía y le acariciaba la cabeza, la enfermera pregunto inocente, -¿Que definía a su mama?, levante la vista y recuerdo contestar –Nunca dejo de creer en Dios- y sonriendo me respondió dirigiéndose a mi mama, -entonces viejita linda, con seguridad pronto estarás con el- ella hizo un gesto que parecía una sonrisa.

De regreso, me quede pensando en lo que dijo la enfermera, ¿Qué define a las personas?, ¿qué es lo que más se recuerda de ellas cuando ya no están con nosotros?

Uno pensaría que son las cosas que hizo o las que dijo, recuerdo a los viejos decir, son tus actos los que te hacen un hombre o a la abuela sentenciar, es tu palabra lo que te hace ser un caballero o un patán.

Sin embargo, reflexionando en la vida de mi madre, descubro que lo que define al final a una persona también son las cosas que no hace, las decisiones que no toma, las palabras que no dice, los actos que no realiza y que van dándole dirección y sentido a su vida a lo largo de los años.

Recuerdo a mi madre desde que tengo uso de razón y su expresión de –nunca dejare de creer en Dios- y así fue en cada situación difícil y complicada que tenia, la enfermedad de su madre, los problemas con sus hijos, su viudez temprana, hasta llegar a su lucha contra el cáncer, en donde su terquedad de no dejar de creer, le dio varios años mas de vida, a pesar de un pronóstico adverso.

Siguiendo con este ejercicio, comienzan a desfilar por mi mente todas las personas que han estado y que permanecen en mi vida y descubro que al definirlas, pensando en las cosas que no hacen, afloran sus autenticas y genuinas cualidades, surgen los valores que para ellos no tienen doblez.

Al llegar a este centro penitenciario, saludo a cada uno de los vigilantes que están en la entrada y a los compañeros en el patio, viendo a cada uno y pensando en esa cualidad que lo caracteriza pero a partir de las cosas que nunca haría.

Mi madre era una buena mujer, supongo que cada hijo lo mismo piensa de la suya, durante toda su vida me dejo muchas enseñanzas y su muerte no podría haber sido de otra forma.

Hay que aprender a mirar y definir a las personas pensando, mas bien, en las cosas que nunca harían.

Al terminar de leer esta nota, te invito estimado lector, a que levantes la vista y observes en silencio a las personas que están a tu alrededor, esposa, papa, mama, abuelos, hijos, nietos, sobrinos, compañeros de trabajo, gente que simplemente pasa por tu vida y te preguntes, ¿que los define?, pero pensando ¿cuáles son las cosas que no haría o que nunca diría? ¿Cuál es esa característica que cuando ya no este, te hará recordarlo?

Estoy seguro que descubrirás cosas que nunca habías visto antes… Que así sea.





jueves, 22 de enero de 2015

No saben, No pueden, No quieren

Una de las características más singulares de las personas con las que convivo en el centro de reinserción social del estado todos los días, desde hace once años, son las cosas que han visto, que saben y que conocen de primera mano porque estuvieron presentes o porque escucharon cuando se dio la orden y generalmente conocen a quien la dio. 

Con el paso de todos estos años de convivencia cotidiana, han desarrollado la suficiente confianza para contarme, muchas veces porque la culpa los atormenta, otras más como una manera de exorcizar sus demonios o porque en verdad tienen un genuino deseo de cambiar y ser mejores personas para sus familias.

Cuando lo hacen, generalmente están cobijados por el secreto profesional que implica la relación terapeuta-paciente, así que estimado lector lo lamento, pero este compromiso me obliga a no poderles platicar nada de lo que me fue confiado en consulta, pero en verdad, de las cosas que uno se entera.

Y es que sin proponérmelo he escuchado a muchos de los responsables materiales de los trabajos sucios de todos y todas, los conocidos y los que nunca salieron a la luz, porque no se deben de saber ni mucho menos conocer a sus autores intelectuales.

Por supuesto que la política ha tenido un apartado especial, me han contado anécdotas rojas, otras azules, algunas amarillas y un poco de verdes, finalmente todos, absolutamente todos, tienen algo de polvo que hay que meter bajo la alfombra o guardar en el armario, entiendo que esas son las reglas y para quien se quiere dedicar a este oficio de la política las tiene que aceptar. 

Definitivamente la idea de que hay algún político que no aprovecha su posición para hacer tratos con el fin de obtener algún tipo de beneficio personal es una tontería que se han sacado de la manga los que viven y gustan de no llamar a las cosas por su nombre. Porque para los políticos, la decisión es tuya, pero si quieres formar parte de su gremio, sin importar el color, o eres o no eres. Y si eres, entonces lo asumes con todas sus consecuencias y punto. 

Lo que en síntesis he sacado de todos estos años de escuchar a un sinfín de estos personajes que viven conmigo y que además si puedo compartir con ustedes sin violar el compromiso de secrecía, es que los políticos se pueden clasificar en tres perfiles muy claros, los que no saben cómo hacer su trabajo, los que no pueden hacerlo y los que no quieren hacerlo.

Ante la proximidad de las elecciones municipales, estatales y federales, los partidos políticos y sus candidatos están en plena preparación de sus propuestas con las que invitarán a la ciudadanía, para que los privilegie y elija su visión y proyecto como el mejor para Yucatán.

Pronto veremos los carteles, las frases y las promesas. Sería importante cuidar la cantidad que se hagan de estas, porque con tanto texto podría no caber la foto del candidato o la candidata y ya saben que sin las caras sonrientes, honradas y honestas de los políticos en carteles pegados por las calles, las campañas electorales no tendrían ni la mitad del impacto que logran.

Aunque esa imagen del candidato en plan Madre Teresa de Calcuta tiene el problema de que luego, cuando no cumplen lo que prometen, -porque les recuerdo que en la política eso a veces suele ocurrir-, uno puede decir, esto no venía en el promocional que me vendieron y entonces se decepcione, aunque cuando eso pasa, ya sea una vez más, demasiado tarde. 

Así que en estas propuestas debemos reconocer y ver claramente diferenciado con honestidad si los candidatos saben, si pueden, pero sobre todo si quieren hacer las cosas y no podría enfatizar con más vehemencia este punto, porque finalmente si no saben, pues se les enseña, si no pueden, pues se les ayuda, faltaba más, pero si no quieren; si no quieren, entonces no hay mucho que hacer. 

Como comentamos líneas arriba, las propuestas aún están siendo desarrolladas por los candidatos y sus equipos, por lo que este es el momento de decir cada uno, desde sus comunidades con sus problemáticas particulares en la que no hay mayores expertos que ustedes mismos, como sugerimos resolverlas, que tal que nuestros candidatos reconozcan que no saben cómo hacerlo pero que con humildad quieran aprender. ¿Acaso no merecerían ser enseñados?, nosotros desde nuestra comunidad penitenciaria en próximas entregas hablaremos de las nuestras y haremos algunas propuestas, no sé, tal vez el ejemplo se contagie…Que así sea…

lunes, 19 de enero de 2015

La responsabilidad de juzgar

A lo largo de estos once años en los que he vivido en el centro de reinserción social, una de las inconformidades más recurrentes entre los internos, es la poca o nula interacción con el juez que conoce su caso.

Son muchas las dificultades y complicaciones burocráticas que se interponen entre el acusado y el profesional que tiene a su cargo la impartición de justicia pronta y expedita como lo marca la constitución de nuestro país, para poder ser sencillamente escuchados por este.

En muchos de mis pacientes, uno de los principales generadores de angustia y estrés es el no poder presentar su caso, dar sus argumentos, explicar sus razones. Teniendo todo que ser a través de abogados, por escrito y en un lenguaje rebuscado y especialmente complejo, solo para iniciados.

Generalmente después de la declaración preparatoria que dan cuando llegan al penal y en la que con un poco de suerte se encuentran presentes los jueces, no los vuelven a ver, en muchas ocasiones pueden pasar varios años para que finamente les llegue la sentencia y que cuando es condenatoria se da el caso de que el interno y el juez que la determino, pudieron nunca haberse conocido ni siquiera de vista.

Estimado lector esto no es una cosa menor, hablamos de la persona que decide que sucederá los siguientes años de su vida, con la libertad, el patrimonio, la reputación y el buen nombre de un ciudadano consignado por el ministerio público 

Ante ello uno no puede dejar de preguntarse ¿Quiénes son estos buenos hombre o mujeres, que tienen esta, a veces nada grata responsabilidad de determinar el futuro de las personas?, ¿quién los elige?, ¿con base en que perfil académico y psicológico?

Como se mide la capacidad, la productividad y la eficiencia de un juez de primera instancia, ¿acaso es por la cantidad de sentencias de culpabilidad que otorga o es más bien por las absolutorias?, ¿Qué pasa con Un juez cuyo mayor porcentaje de sentencias son favorables para la parte acusadora?, ¿tenemos ante nosotros a un profesional ejemplar y justo que está desempeñando con eficacia la labor que la sociedad le confirió?

Finalmente ¿qué sucede con los jueces que sistemáticamente están emitiendo sentencias de culpabilidad a ciudadanos que son consignados por el mismo delito?, ¿no sería esto un síntoma de que el juez se intoxico y está siendo ya poco objetivo?

Un dicho muy común entre los internos de este centro penitenciario, es el de que en nuestro estado no importa tanto lo que hiciste, lo verdaderamente importante es a quien se lo hiciste. Esta idea surge al descubrir lo dispar en años de sentencia que les dan a quienes cometieron el mismo delito con las mismas características y en donde la única diferencia objetiva, es la trascendencia social o política que tienen las personas que demandan justicia. A mayor trascendencia más años de sentencia

Todos estos planteamientos y cuestionamientos estamos seguros que se resolverán con los nuevos juicios de oralidad, que precisamente buscan tener este contacto con la parte acusadora y el acusado en igualdad de circunstancias y que además se enfocan claramente en propiciar arreglos entre las partes, de tal manera que nos acerquemos a una justicia más real y objetiva para todos.

Además permitiendo que las audiencias sean públicas, será una manera de que la propia ciudadanía evalué la objetividad, imparcialidad e inteligencia del juez que dirige estos nuevos juicios de oralidad al emitir su fallo.

En estos juicios no solo se determina la culpabilidad o no del consignado si no también evalúan la manera en que la fiscalía cuida las formas en la presentación del caso, si lo hizo a través del primer precepto del nuevo sistema de justicia penal que es el “Respeto al debido proceso” y si llego a algún tipo de acuerdo con el acusado en el caso que este, haya asumido su responsabilidad desde el principio.

Así mismo en estos jueces estará la responsabilidad de velar porque el segundo precepto del nuevo sistema de justicia penal se pueda hacer valer también, este es “la presunción de inocencia”, Esto significa que sin importar quién te acuse, quien eres o que dicen que hiciste, el juez siempre estará firme en la posición de “Los ciudadanos acusados son inocentes hasta que se pruebe más allá de toda duda razonable lo contrario” y siempre privilegiando la verdad.…que así sea..

lunes, 12 de enero de 2015

De los delitos y las sentencias

Una de las costumbres que están más arraigadas en el centro de reinserción social es la de que, después de ser sentenciados, los internos se acerquen a la capilla o al consultorio en busca de consuelo, más allá de si lo merecen o no, el haber escuchado de viva voz a muchas personas en los momentos posteriores a que les dijeron que estarán privados de su libertad durante un tiempo determinado, me ha enseñado mucho acerca las reacciones humanas.

Como supondrá estimado lector, la reacción depende mucho de la combinación de dos factores: el número de años a los que fueron sentenciados y su edad cronológica, mientras más jóvenes y menor es la sentencia lo toman con mayor esperanza y optimismo, la libertad no se mira tan lejos y finalmente esto es como un tropezón en la vida del que al final, te puedes levantar y continuar.

-“Psicólogo” ¿puedo platicar un rato contigo?-, me pregunto “chucho”, un chico como de 20 años que acababa de ser sentenciado a seis años por robo agravado, -claro, con gusto, ¿en qué te puedo ayudar?-, le conteste interesado, en lo personal pienso que estos chicos que llegan aquí, son la consecuencia de una serie de desafortunadas coincidencias familiares y sociales.  -Fíjate que vengo de los juzgados, me acaban de dar mi sentencia, seis años y 2 meses- me contó con la cara de preocupación y susto de quien finalmente descubre que infringir la ley, tiene consecuencias. -Qué pena, pero no te deprimas, la vida sigue y a pesar de todo hay que continuarla de la mejor manera posible- le conteste con esta disciplina aprendida durante todos estos años de encontrarle invariablemente lo positivo a las malas noticias, la esperanza a la desconfianza y la fe a lo imposible. -Y si hago todo eso ¿se reduce mi sentencia?-, pregunto esperanzado, -No se reduce, porque tu sentencia es por un delito grave y para ellos no existen beneficios, pero vives mejor y aprendes cosas-, le conteste con sinceridad, -Pero “Psicólogo” eso es injusto, entonces de que sirve “portarse” bien para que ellos vean que ya estoy readaptado y que puedo salir antes-, repuso un tanto enfadado, me quede mirándolo y entonces entendí lo que “chucho” necesitaba, me levante y me senté junto a él, aquí he tenido que reaprender mi oficio, en ocasiones hay que dejar el título para ser simplemente el ser humano, cambiar el consejo profesional por la experiencia personal, aprendida dolorosamente a partir de los errores cometidos. 

-Hijo, no se trata de agradarle a nadie, no tienes que demostrar nada, se trata de entender tus defectos y trabajar duro para mejorar, piensa en todas las cosas que puedes hacer en todos estos años, aquí en el centro de reinserción puedes terminar tus estudios, aprender un oficio y trabajar para ayudar a tu familia, practicar algún deporte y congregarte en alguno de los cultos religiosos que hay, tómalo como una oportunidad para ser una mejor persona, has planes, ten proyectos y celebra tus logros porque eso es lo correcto y lo más importante, nunca, por ningún motivo cuentes los días que te faltan para salir- Me miro y sonrió esperanzado, esa es la maravilla de los jóvenes, su capacidad para reinventarse e ilusionarse de nuevo, un apretón de manos al estilo penitenciario concluyo la sesión.
La situación cambia cuando las sentencias son largas y los internos penitenciarios son más grandes de edad y es que hablar de alguien mayor de treinta años con una sentencia de veinte o más años, es mucho más complicado.

Una noche, estábamos en la capilla en un ensayo del coro de la misa dominical, cuando un hombre como de unos 40 años se derrumbó frente al altar y comenzó a llorar, se llama “Agustín” y en la mañana había sido sentenciado a 35 años de prisión. Nos acercamos para auxiliarlo, aún estaba en el proceso de comprender lo que eso significaba, -Cuando yo salga, si llego vivo a esa edad, seré un viejito, que va a pasar con mi familia, con mis hijos-, balbuceaba y buscaba alguna posibilidad, alguna esperanza, -¿Es cierto que si tengo buen comportamiento salgo antes?- la mayoría de los que formamos el coro somos internos que cumplimos sentencias largas, casi todos ya hemos solicitado los beneficios de libertad anticipada y todos hemos descubierto que esa ley, es letra muerta. Así que solo le hablamos de nuestra experiencia para que no se hiciera falsas ilusiones, a pesar de todas las buenas intenciones de los legisladores, los jueces consideran que la única manera de rehabilitarse es cumpliendo la totalidad de la sentencia y a eso le llaman proporcionalidad de la pena. 

-Pero yo he sabido de personas que salen libres antes aun con sentencias largas, ¿que no todos somos iguales?- hizo un último intento, “Manuelito” le contesto de la manera más sutil que pudo -Mira, ciertamente que la ley dice que todos somos iguales, sin embargo es cierto también, que hay algunos más iguales que otros y entre esos iguales no está considerado el ciudadano de a pie como nosotros-, le dijo palmeando su espalda y mirándolo a los ojos concluyo, -Toma un consejo, a veces es mejor estar dispuesto a dejar la vida que teníamos, para así poder entender la vida que nos espera-.

Cierro esta entrega con una súplica para usted, estimado lector, no viva todo esto, por favor no cometa ningún delito, no tome lo que no es suyo, aunque la oportunidad sea inmejorable y usted suponga que nadie se dará cuenta, no prometa ni ofrezca a cambio de nada lo que no puede cumplir, disfrute de una placentera vida sexual, pero con una sola pareja y aunque entiendo que hay ocasiones en que en verdad quisiera asesinar a alguien, no lo haga, gobierne su carácter y disfrute del bien más preciado que puede haber después de la salud, la libertad…que así sea…

jueves, 8 de enero de 2015

Año de dones y de panzones

…-Pues un año más inicia, este es de los números nones, así que debe ser año de dones, porque los años pares son años de pesares-, así decía “el panzón” mientras hacia sus propósitos, cerraba los ojos y se comía con mucha ceremonia doce pasitas a falta de uvas.

“El panzón” es uno de los personajes más singulares de este centro penitenciario, tiene el somatotipo típico del genuino yucateco antiguo, mide como metro y medio, prominente barriga, poco cuello y por supuesto una redonda cabeza que corona unas anchas, muy anchas espaldas, su abundante cabellera negra enmarca una cara colorada con la nariz chata, los ojos grandes y la sonrisa fácil.

“El panzón” habla aporreado y se ríe mucho, come todo lo que aparezca en su camino, finalmente no es gordo por aire y es un poco como los pavos en engorda, mientras que no se apague la luz, el no deja de comer.

Como casi todos los que vivimos aquí y ¿porque no?, también los que no, es hijo de sus circunstancias y de la manera como las enfrenta. Durante muchos años recogía chatarra y la vendía, un día descubrió que el cobre se revendía bien y comenzó a comprarlo sin fijarse cuál era su procedencia, alguien le lleva cobre robado y la policía lo detiene y consigna, al final, 7 años de prisión por comercio de bien robado.

A lo largo de todos los años en los que he vivido aquí, siempre me ha sorprendido los comentarios y reflexiones que tienen sus habitantes, personas que cometieron actos que deben ser castigados por las leyes de los hombres pero que no por ello perdieron su inteligencia y capacidad intelectual.

Un día “El panzón”, nos sorprendió en una clase del curso de “administración de microempresa” que daba el Cecati con una reflexión sobre economía, -entonces maestro a ver si lo entendí, los ingresos del gobierno solo pueden venir de dos formas o por el cobro de impuesto o por la adquisición de deuda, aunque eso no necesariamente es igual a crecimiento económico ¿verdad?- dijo mirando al profesor que paciente asentía con la cabeza invitándolo a continuar, -ósea que si el gobierno gasta más, pues alguien tiene que gastar menos-, reflexiono ya con signos de preocupación en el rostro- así es, tu síntesis es correcta-, le afirmo el profesor con una sonrisa de aprobación, entonces mi compañero se quedó un momento en silencio y de pronto levanto su cara colorada, la de la nariz chata y los ojos grandes y redondos como platos y dijo de un jalón, -pero ¡zamare!, porque tienen que ser siempre los ciudadanos los que gasten menos, ¡me caen más mal esos del gobierno!-.

Una noche “El panzón nos tuvo embobados en el comedor del módulo, mientras disertaba sobre la importancia de tener unos buenos zapatos y el placer que representa el acto de bolear despacio tus zapatos por la noche, como un mosquetero antiguo que engrasaba el arnés de su espada. -además, sólo con unos buenos zapatos, los que tardan toda la vida, es posible escuchar nuestros pasos cuando caminas y que la gente te reconozca por como suenas al caminar- decía con voz de secreto y remataba diciendo: -Además unos buenos zapatos siempre ayudan a creer que no pasas por la vida sin dejar huella-.

La mayoría de los artículos que he escrito y publicado han sido tomados de testimonios de personas como “el panzón”, esto como una manera de explicar este complejo mundo penitenciario y tratar de entenderlo. 

Mi tarea ha sido intentar transformar el lenguaje de la calle en historias que permitan dar voz a estos hombres que por sus malas acciones han perdido ese derecho, con el objetivo principal de obtener de estas historias, una fuente invaluable de experiencia que les permita a quienes nos leen, no cometer los errores por los que estos hombres han perdido ese privilegio tan valioso y especial como lo es la libertad.

Producto de la constancia y empeño de mi parte para contarles todas estas historias es que el próximo viernes 9 de enero a las 7:00 p.m. en el auditorio Manuel Cepeda Peraza de la Universidad Autónoma de Yucatán un grupo de buenos amigos así como de personas que se han interesado en el trabajo penitenciario, nos reuniremos para la presentación del libro “El camino que va de regreso III” Reflexiones penitenciarias. Esperamos contar con su presencia estimado lector que durante estos años has acompañado con lealtad mis colaboraciones. Sin ti, definitivamente no estaríamos completos.

En el centro de reinserción social y de la misma manera como lo expresaba “el panzón” y como seguramente es el deseo de toda la comunidad, tenemos la esperanza que este año sea de muchos dones que se derramen con generosidad sobre cada uno de todos nosotros…Que así sea…

lunes, 5 de enero de 2015

¿Porque visitar a un reo?

Es el Centro de Reinserción Social, es domingo, es de noche y hace este frío agradable que invita al café caliente, al pan de dulce y también a la reflexión; ha terminado la temporada navideña, esta en particular recibimos muchas visitas. 

¿Saben?, siempre me he preguntado, ¿que motiva a las personas a venir a visitarnos?, ¿qué hace que teniendo tantas opciones decidan que una buena alternativa sea la de visitar a un preso?. Probablemente haya tantas razones como personas visitadas y resultaría un atrevimiento innecesario de mi parte pretender explicar sus motivos, sin embargo, lo que he observado a lo largo de estos años, es que para las personas visitar a un reo representa cumplir expresamente lo que dice la escritura acerca de que quien lo hace, lo estará haciendo también con el mismo Jesucristo en persona y esto será considerado a la hora del juicio final (Mt. 25,36); es una razón muy simple, que al margen de la connotación religiosa encierra una gran complejidad, en cuanto a conductas personales y compromiso social, que nos llevaría según San Benito, a la idea de que todo hombre podría ser mensajero de Cristo y que puede hablarnos a través de cualquier persona presentándose ante nosotros como una persona común.

Es cierto, la dificultad radica en que nunca aparece desde el principio y de forma clara, si es seguro y hasta que punto que Cristo nos hable desde esta o  aquella persona, pareciera  que se requiere de una fina sagacidad y una capacidad extraordinaria para una diferenciación inteligente de matices, pero el que cree sinceramente que Cristo puede acercarse en cualquier persona y que puede aparecer un mensajero específico, ese escuchará con toda atención, no se cerrará contra las palabras del otro, ni lo mirará a través del cristal de sus prejuicios, dejará que sus palabras le lleguen, que resuenen en su alma, también cuando le sean desagradables o incluso le hieran, y si además, esta experiencia se tiene con un reo que es el último eslabón en la cadena de reconocimiento y aprobación social, entonces nos estamos acercando a otra experiencia maravillosa y mucho mas compleja: hablar con amor, hablar de tal forma que el otro, en su caso, podría tomarnos como alguien a quien precisamente el señor ha enviado para decirle algo y que no expresamente tendrá que ser algo agradable, también puede tratarse de una critica o de una reprimenda, siempre que se exprese inteligente, humilde y cariñosamente, por que como dice San Pablo en su carta a los Efesios “la verdad se dice con amor” (Ef. 4,15); por que así será mas fácil encontrar la caridad de Cristo y descubrir de manera certera las huellas de la voluntad de Dios.

Una oportunidad como esta, cuando se hace con seriedad cambia la forma de ver la vida de quien se atreve a tomarla. En este sentido que la gracia de Dios que nunca falta a quien humildemente la implora, nos ayude a descubrir su voz en los demás sin importar quien sea.

El café se acabó y la mantecada también el frío empieza a volverse desagradable, es hora de cerrar y acabar por hoy con estas reflexiones, con una oración especial y devota, para todas las personas que de alguna forma se preocupan por un reo. Que así sea.