jueves, 8 de enero de 2015

Año de dones y de panzones

…-Pues un año más inicia, este es de los números nones, así que debe ser año de dones, porque los años pares son años de pesares-, así decía “el panzón” mientras hacia sus propósitos, cerraba los ojos y se comía con mucha ceremonia doce pasitas a falta de uvas.

“El panzón” es uno de los personajes más singulares de este centro penitenciario, tiene el somatotipo típico del genuino yucateco antiguo, mide como metro y medio, prominente barriga, poco cuello y por supuesto una redonda cabeza que corona unas anchas, muy anchas espaldas, su abundante cabellera negra enmarca una cara colorada con la nariz chata, los ojos grandes y la sonrisa fácil.

“El panzón” habla aporreado y se ríe mucho, come todo lo que aparezca en su camino, finalmente no es gordo por aire y es un poco como los pavos en engorda, mientras que no se apague la luz, el no deja de comer.

Como casi todos los que vivimos aquí y ¿porque no?, también los que no, es hijo de sus circunstancias y de la manera como las enfrenta. Durante muchos años recogía chatarra y la vendía, un día descubrió que el cobre se revendía bien y comenzó a comprarlo sin fijarse cuál era su procedencia, alguien le lleva cobre robado y la policía lo detiene y consigna, al final, 7 años de prisión por comercio de bien robado.

A lo largo de todos los años en los que he vivido aquí, siempre me ha sorprendido los comentarios y reflexiones que tienen sus habitantes, personas que cometieron actos que deben ser castigados por las leyes de los hombres pero que no por ello perdieron su inteligencia y capacidad intelectual.

Un día “El panzón”, nos sorprendió en una clase del curso de “administración de microempresa” que daba el Cecati con una reflexión sobre economía, -entonces maestro a ver si lo entendí, los ingresos del gobierno solo pueden venir de dos formas o por el cobro de impuesto o por la adquisición de deuda, aunque eso no necesariamente es igual a crecimiento económico ¿verdad?- dijo mirando al profesor que paciente asentía con la cabeza invitándolo a continuar, -ósea que si el gobierno gasta más, pues alguien tiene que gastar menos-, reflexiono ya con signos de preocupación en el rostro- así es, tu síntesis es correcta-, le afirmo el profesor con una sonrisa de aprobación, entonces mi compañero se quedó un momento en silencio y de pronto levanto su cara colorada, la de la nariz chata y los ojos grandes y redondos como platos y dijo de un jalón, -pero ¡zamare!, porque tienen que ser siempre los ciudadanos los que gasten menos, ¡me caen más mal esos del gobierno!-.

Una noche “El panzón nos tuvo embobados en el comedor del módulo, mientras disertaba sobre la importancia de tener unos buenos zapatos y el placer que representa el acto de bolear despacio tus zapatos por la noche, como un mosquetero antiguo que engrasaba el arnés de su espada. -además, sólo con unos buenos zapatos, los que tardan toda la vida, es posible escuchar nuestros pasos cuando caminas y que la gente te reconozca por como suenas al caminar- decía con voz de secreto y remataba diciendo: -Además unos buenos zapatos siempre ayudan a creer que no pasas por la vida sin dejar huella-.

La mayoría de los artículos que he escrito y publicado han sido tomados de testimonios de personas como “el panzón”, esto como una manera de explicar este complejo mundo penitenciario y tratar de entenderlo. 

Mi tarea ha sido intentar transformar el lenguaje de la calle en historias que permitan dar voz a estos hombres que por sus malas acciones han perdido ese derecho, con el objetivo principal de obtener de estas historias, una fuente invaluable de experiencia que les permita a quienes nos leen, no cometer los errores por los que estos hombres han perdido ese privilegio tan valioso y especial como lo es la libertad.

Producto de la constancia y empeño de mi parte para contarles todas estas historias es que el próximo viernes 9 de enero a las 7:00 p.m. en el auditorio Manuel Cepeda Peraza de la Universidad Autónoma de Yucatán un grupo de buenos amigos así como de personas que se han interesado en el trabajo penitenciario, nos reuniremos para la presentación del libro “El camino que va de regreso III” Reflexiones penitenciarias. Esperamos contar con su presencia estimado lector que durante estos años has acompañado con lealtad mis colaboraciones. Sin ti, definitivamente no estaríamos completos.

En el centro de reinserción social y de la misma manera como lo expresaba “el panzón” y como seguramente es el deseo de toda la comunidad, tenemos la esperanza que este año sea de muchos dones que se derramen con generosidad sobre cada uno de todos nosotros…Que así sea…

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