Poco a poco me fui apoderando de esta realidad en la que vivo, haciéndola profundamente mía, para después, transformarla en palabras y contársela a los demás.
Queremos hacerlo reflexionar partir de las historias recogidas en un centro de readaptación social, pretendiendo darle voz a personas arrepentidas. Gente que se desvío del buen camino, pero que con esfuerzo, trabajo y reflexión han emprendido el regreso, esperando poder reintegrarse a la sociedad de la manera mas justa posible. |
Hace ya algunos años que nos dimos a la tarea de contar experiencias penitenciarias, el objetivo era y sigue siendo, hablar de las cosas cotidianas que ocurren en el lugar donde vivo, un centro de reinserción social y además poderle relatar a la sociedad, que aun en lugares como este, la gente puede tener sentimientos nobles y conductas positivas y que también ocurren historias inspiradoras de superación y lucha por ser mejores personas.
Es un esfuerzo por continuar esta tarea de darle voz a quien representa, el último eslabón de la cadena social, el interno penitenciario y que por su condición ha perdido ese derecho. |
Después de algunos años de reflexión, puedo contestar desde mi oficio que es la psicología, que en el centro de reinserción social del estado los internos aprenden y no de manera sencilla y suave, sino con muchos esfuerzos, sudor y lágrimas, cuatro cosas: Entender el valor de la familia y de los amigos; La fuerza del amor incondicional de mujeres valientes que hacen valer el compromiso de “Lo prospero y lo adverso” y continúan leales a ellos; La importancia de la misericordia de Dios que perdona las faltas que para los humanos es imposible hacer; A pedir perdón a las personas que lastimamos con actos absurdos.
Tu principal condena será la de tus demonios propios, la de las culpas por tus acciones cometidas y la gran tarea será asumir estos grandes aprendizajes y ponerlos en práctica. |
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