martes, 29 de abril de 2014

Enamorados de la vida


Estimados lectores, estarán de acuerdo conmigo, los que hayan pasado por lo mismo, que la ausencia de un ser querido, te cambia la manera cómo ves la vida, te vuelve mas consciente y perceptivo a las cosas comunes que ocurren cada día y que lo que antes te parecía nimiedades o cursilerías, hoy se convierten en los detalles que hacen que lo cotidiano, adquiera matices especiales.

Sentados frente a mí, en el comedor del modulo donde vivo en el Centro de Reinserción Social, mis padrinos de bautizo me miraban muy formales.

El de 76 años, de aspecto serio y mal encarado, hombre que expresaba pocas palabras y menos afectos, compañero de muchas parrandas de mi padre, la historia obscura cuenta que fue en una cantina donde pactaron su compadrazgo.

Ella de 72 años, una mujer encantadora que a pesar de las arrugas y achaques aun tenía un excelente porte y mejor trato, confidente y amiga leal de mi madre, se acompañaron en alegrías y penas, en satisfacciones y sufrimientos, durante sus matrimonios.

Habían venido a visitarme para refrendar el compromiso que hicieron hace 43 años cuando en la pila bautismal, dijeron ante Dios, que en ausencia de los padres, ellos cuidarían y protegerían al ahijado.

La madrina era quien llevaba la voz cantante –Hijo quiero que sepas que no estás solo, que nosotros velaremos por ti y que cuentas con nosotros como si fuéramos tus padres, ¿verdad viejo?- El padrino asintió con la cabeza y emitió un “mmmgm”, que parecía un gruñido, pero que conociéndolo, se interpretaba como una señal de absoluto acuerdo.

No puedes dejar de conmoverte ante tal declaración, mas cuando viene de dos personas que por su edad y condición física, les es muy complicado desplazarse y valerse por ellos mismos

Les agradecí su lealtad y compromiso y entonces aproveche para preguntarles cuantos años cumplirían de matrimonio, los veía muy contentos juntos.

La madrina se adelanto y contesto –en noviembre cumplimos 50 años, llegamos a las bodas de oro, ¿verdad viejo?-, el sonrió y en un suspiro dijo, -llegamos princesa-.

Mis padrinos habían tenido un matrimonio complejo y lleno de vicisitudes, había habido de todo, lo mismo salud que enfermedades, problemas económicos que bonanza, épocas de mucho amor como rachas en los que se habían separado.

Mientras me platicaban sus anécdotas más queridas de esta relación que llegaba al medio siglo, la madrina reflexiono, -¿sabes que aun recuerdo las palabras del sacerdote que nos caso?, nos dijo “el secreto para mantenerse juntos es que permanezcan enamorados”-.

Le sonreí con paciencia, ella lo noto y me dijo, -parece una frase muy trillada y simple, que se le dice a todas las parejas en el momento del matrimonio, pero en nuestro caso, como el cura lo dijo despacio, yo la entendí como que hay que permanecer “en amor dos”, y con el tiempo lo he comprobado porque cuando alguno o los dos ya no está en el amor, entonces es que comienzan todos los problemas-.

Ahora mi cara era de admiración, -nosotros hemos tenido nuestras mejores épocas precisamente cuando estábamos en el amor los dos, ¿verdad viejo?-, el padrino alargo su brazo y entrelazaron sus manos arrugadas por el tiempo, se miraron y dijeron al mismo tiempo, -hasta hacernos viejitos-, era su frase personal.

Una de sus hijas que los había traído, me hizo una seña y se acerco, sugiriéndoles que se fueran, porque ya se veían cansados, los acompañe a la salida y nos despedimos en un abrazo fraterno, finalmente tenia de nuevo papás, los vi alejarse, caminando despacito, ella tomada del brazo de él.

Me quede reflexionando, sobre los dos aprendizajes de esta hermosa visita, el primero fue acerca de cuanto cumplimos el compromiso hecho ante la pila bautismal y que hacemos por nuestros ahijados. El segundo es, como existen personas que tuvieron la fortuna de cumplir la promesa que seguramente todas las parejas se hacen cuando inician su relación, “hasta hacernos viejitos”, entendiendo y llevando a cabo esta frase sencilla de permanecer enamorados o como lo entendió mi madrina, permanecer… “en amor dos”…

sábado, 26 de abril de 2014

De poemas y primeras veces


Uno de los principales aprendizajes que he tenido durante el tiempo que he vivido como interno en el centro de reinserción social, es que la voluntad y el querer hacer cosas nuevas que te edifiquen, surgen con más fuerza, precisamente cuando las condiciones para hacerlo son las menos propicias.

EL “Capi” es un hombre de 58 años, casi analfabeta, con problemas de artritis en los dedos de las manos y en las rodillas, le dicen así porque había sido capitán de un barco pesquero, purga el tercer año de una condena federal de cinco, por pesca clandestina de caracol blanco, es un tipo duro y muy terco, que siempre ha argumentado que las vedas de pesca, están mal hechas y que las ponen personas que no son hombres de mar, que no saben del tema y que además no toman en cuenta a los verdaderos pescadores; todas sus reflexiones las acaba siempre con la misma frase y haciendo voz de declamador, - ¡pero no me hagan caso!, solo son las ideas de un hombre amargado porque no tiene dientes- al hacerlo abre la boca en una especie de sonrisa y muestra sus encías desnudas.

Con la habilidad que adquirió a través de los años para componer redes de pesca, se convirtió en un experto para componer hamacas que le traen a reparar y que están en muy mal estado, hace verdaderas cirugías reconstructivas y las deja como nuevas.

Por las noches su pasatiempo es que le lean poemas y versos, tiene un viejo libro que cuenta que lo ha acompañado durante sus viajes por buena parte de su vida, con poemas clásicos de autores como Amado Nervo, Rubén Darío, Sor Juana Inés de la cruz, etc.

Después de muchas semana de platicar con él, finalmente lo convencimos de que entrara en septiembre pasado, al programa de alfabetización que se imparte en la escuela de este centro penitenciario, con el argumento de que así el podría leer los poemas que quisiera, sin tener que sobornar con un refresco a nadie, para que se los leyeran.

La semana pasada lo vi sentado en una de las mesas del comedor del modulo donde vivo, leyendo un libro nuevo con poemas contemporáneos de Sabines, Rosario castellanos y Mario Benedetti.

Me acerque a felicitarlo y a darle un “shampo de cariño” por el esfuerzo que estaba haciendo, el levanto la vista, me sonrió, bueno me mostro sus encías desnudas, y me dijo, -“Psicólogo”, ¿Cuándo fue la última vez, que hiciste algo por primera vez?- la pregunta del “Capi” me tomo por sorpresa y con honestidad no lo recordé, hace tiempo que no he hecho nada por primera vez y así se lo dije, el pescador continuo su reflexión, -cuando me leían los poemas no los recordaba y ahora que yo los puedo leer se me quedan con mucha facilidad y quisiera declamarlos pero nunca lo he hecho- El “capi” estaba emocionado, así que algunos compañero nos juntamos alrededor de él y lo animamos a que nos declamara, el con mucha propiedad se levanto, se aclaro la garganta y comenzó… De Mario Benedetti “Aprendiendo”… 
 
“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma;
Y uno aprende que el amor no significa acostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender…
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos”

El capi se detuvo y la voz se le quebró, lo miramos conmovidos, el poema cumplía puntual su primer objetivo, que las líneas escritas por el autor, sean hechas vida por quien lo lee, el “Capi” continuo…

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de que alguien le traiga flores.

…El “Capi” continúo con el poema, poniendo su alma y su pasión en cada palabra y logrando que todos los que estaban en el comedor hicieran silencio para escucharlo, al final se gano el reconocimiento de los presentes que aplaudieron, más de uno tuvo que secarse una lagrima.

Todos regresaron a lo que hacían y el barullo pronto se restableció, pero ahí había un hombre que ahora sonreía para adentro y en su rostro reflejaba una inmensa felicidad, alguien para quien hoy fue un buen día para hacer algo por primera vez.

Por cierto, ¿Cuándo fue la última vez, que hiciste algo por primera vez?...

viernes, 25 de abril de 2014

Historias de amor penitenciario


Cuando hablamos de relaciones de pareja, a lo largo de mi vida profesional, he tenido la oportunidad de trabajar con algunas muy singulares, ya sea por su forma de relacionarse o por lo dispares que eran. El centro de Readaptación Social me ha permitido de manera informal seguir incrementando experiencias con relación a este peculiar fenómeno: las relaciones de parejas.

En días pasados, nos tocó apoyar las tareas de pintura del área de mujeres, sobra decir que este evento género mucha expectación dentro del módulo y aun mas en el grupo en el que fui, ya que había una misión especial, conocer a la dama que había tocado el corazón de un amigo que con el paso de los años se ha vuelto entrañable para nosotros, “el kanasín”, un ex policía de casi 50 años analfabeto a quien su ignorancia perjudicó durante el juicio, sentenciado a siete años por un delito en el que ni siquiera participó, su característica física más visible es que esta “chimuelo” del frente, la broma habitual es que la “Banca rota” del “ratón de los dientes” se la debe a él; su profunda inocencia para muchas cosas contrasta con su aspecto tosco, — ¡esos cinco de separos, a trabajar! — fue el grito del vigilante que nos llevó, así que cubeta y brocha en mano nos dirigimos hacia el lugar que nos tocaba pintar, mientras lo hacíamos nos iba contando que la conoció en la enfermería, una tarde lluviosa de Septiembre de esas en las que el viento invita a poner el rostro para que se moje y luego el, sople amablemente para secarlo, dando una sensación de frío agradable que de pie a la melancolía — Entonces yo llegar hacia y la vi., fue como si en mi cabeza sonaran las trompetas que anuncian la salida del toro en la corrida de mi pueblo, ella volteó a verme y me sonrío, ¡mare! Sentí que mi corazón se salía de mi pecho y hasta mi barriga me dolió — a todos nos tenía embobados con sus descripciones tan singulares — oye “kanasín” y como es ella — preguntó “el niño”, mientras desde un andamio pintaba la parte de arriba — es la cosa mas bonita que he visto — contestó con la voz emocionada; un grupo de internos pasó cerca de donde estábamos y dos de ellos traían a sus hijos en brazos — “kanasín” y la dama en cuestión ¿tiene hijos? —Cuestionaba “palmita” — si, tiene una parejita — ¿y tu vas a cargar con los niños?— insistió “palmita” en tono paternal — pues hasta donde se, los niños ya caminan — contestó nuestro amigo, dándonos una muestra de su increíble inocencia — ¡no seas bruto “kanasin”! —dijo enfadado “palmita” pensando que se estaba burlando de el — que si las a mantener — el “chilango” entro a mediar — “palmita” como le preguntas eso, no rompas el encanto, “kanasin” la has seguido viendo desde que la conociste — nuestro amigo, se quedó en silencio unos momentos como si el solo hecho de recordar le produjera una gran satisfacción — si nos vemos en la enfermería, entramos al programa de limpieza dental, de pronto a lo lejos se distinguió una figura que venía caminando hacia nosotros, el rostro de “kanasín” se iluminó con ese resplandor que solo se observa en los enamorados — ahí viene mi amada — dijo cual moderno quijote, los cuatro volteamos en la dirección que nos señalaba compartiendo la emoción de nuestro amigo, una pequeña mujer regordeta como de 25 años, de cara redonda con unos ojos grandes como platos, los dos miraron y en ese momento pensaba, que podrán tener en común estas dos almas?; ¿qué había visto “kanasín” en esta mujer que lo había embelesado tanto?, estaban como a unos cinco metros de donde estábamos terminando de pintar, abrazados se volvieron hacia nosotros y al mismo tiempo sonrieron, les devolvimos la sonrisa, mientras hablamos bajito — “psicólogo” dijo “el chilango” — ¿ya viste que no tiene los dientes de abajo? —está chimuela — decía divertido “el niño” mientras bajaba del andamio — la limpieza dental no va a durar mucho, ¿cómo van hacer para verse? Reflexionaba “palmita”, y mientras seguían comentando entre mis compañeros, “kanasín” miraba orgulloso y admirado la belleza de su doncella, que por supuesto también era correspondido por ella; de regreso preguntaba — ¿qué tal muchachos, verdad que esta rechula?, nos miramos con aire de complicidad y felicitamos al “kanasín” porque a pesar de su circunstancia se había permitido, creer en el amor.

martes, 22 de abril de 2014

Una historia de viejitos

…Lo conocí en la capilla del centro de reinserción social, de esos casos extraños que a nadie le importan, era un hombre mayor, mas de 70 años, que venía del interior del estado, casi todas las tarde iba hacer el rosario de la misericordia, llego por posesión de marihuana y con una historia que si no lo justifica, explica perfectamente sus acciones.

A pesar de su edad y su condición bastante disminuida, le daba trabajo caminar y casi no veía por el glaucoma diabético, tenía una claridad en el pensar y una manera singular de hablar, lo hacía muy fuerte y salpicado de palabras altisonantes entre maya y español. Un maestro muy querido de la facultad, recuerdo que nos decía que los psicólogos no juzgamos ni moralizamos, escuchamos, comprendemos y explicamos las conductas de las personas, así que siguiendo este precepto escolar, yo lo escuchaba, intentando leer entre líneas su sabiduría, esa sabiduría particular y única que cada ser humano tiene.

Una tarde de Abril, había mucho calor y como ya era costumbre me lo encontré saliendo de la capilla después del rosario, cargaba un gran pedazo de sandia que su esposa le había traído en la mañana. – ¡Ese psicólogo, quieres comer un chan pedazo de sandilla!- me dijo casi gritando y obligándome a voltear a verlo, -claro “Don Chilib”- que esa era su apodo aquí, así le decían por lo frágil de su aspecto, me acerque y lo ayude a sentarse sobre una piedra bajo la sombra del tamarindo, me senté junto a él y me compartió de su sandia, -Mi viejita me la trajo, esa señora ha estado conmigo casi 56 años al pie del cañón y no se me dobla, me la “ham” robe cuando tenía 16 años- Me dijo con orgullo, mostrándome una sonrisa grande y desnuda por la falta de dientes.

Por una sana curiosidad no pude evitar preguntar, -“Don Chilib” ¿cree en los amores para siempre?, ¿en las parejas que permanecen juntas una vida?- él se quedo viendo el suelo, con un palito hurgaba la tierra, completamente abstraído, en algún momento pensé que no me había escuchado, estaba a punto de preguntarle de nuevo, cuando levanto la vista y me dijo –los hombres somos tan tontos (en realidad uso otra expresión menos literaria, que por razones obvias no puedo escribir aquí), nunca nos damos cuenta de lo que tenemos en casa, no entendemos que es la lealtad y la fidelidad, no alcanzamos a comprender que es eso del amor eterno y todas esas cosas que me dijiste, si mi matrimonio ha aguantado tanto tiempo ha sido gracias a mi “viejita”, ella es la responsable y la que se lleva el crédito, en estos 56 años que hemos estado juntos, he hecho cualquier cantidad de tonterías, he sido infiel y borracho, jugador y mal hablado, eso sí, nunca le he levantado la mano, antes me la cortaría, cuando llego muy tomado a mi casa, a veces ni me acuerdo, solo siento que me está quitando los zapatos y me acuesta en mi hamaca- hizo una pausa y volvió a agarrar su pedazo de sandia y la comenzó a morder de lado, con los tres únicos dientes que le quedaban. –Mira ahora al final de nuestras vidas, hace tres años que “caí” y ella me viene a visitar desde el pueblo cada semana-. Termino con los ojos húmedos, era un tipo rudo, pero cuando hablaba de su “viejita” se quebraba.

Desde que me conto esta historia hace ya casi tres meses, comencé a estar atento cuando los veía juntos, caminaban los dos de la mano, ella siempre de mestiza y el ponía sus alpargatas, único símbolo que aún le quedaba de la virilidad de sus mejores años.

La llevaba hasta la rampa y ahí, se despedían el bajaba la cabeza y ella le daba la bendición y le besaba la frente.

Hace dos semanas le vinieron a avisar por unos de sus hijos que la “viejita” había fallecido, desde entonces se le veía deambulando triste y solitario, el martes pasado después de unos complejos trámites jurídicos, se autorizo que a Don Herculano May y May, se le trasladara a sus 81 años a prisión domiciliaria a su pueblo de origen.

Alcance a despedirme de él, antes de que un despliegue de 12 policías encapuchados y fuertemente armados los llevaran custodiado, -Que te vaya bien “Don Chilib”, cuídate mucho. –Gracias, me voy más cerca de mi viejita, contesto con voz apagada y a pedirle a Dios con mucha fe, que me pronto me lleve para poderla ver de nuevo, necesito tanto su bendición y su beso aquí, me dijo alejándose y señalando su frente. Los custodios le pasaron la mano, aunque realmente era él quien se agarraba de ellos, porque casi no veía y caminaba despacito.



Mientras se perdía en el pasillo que lleva a la salida, pensaba, la tremenda responsabilidad que tienen las mujeres de sostener sus familias y matrimonios, ante las torpezas que muchos hombres cometemos sin saberlo y que tarde nos damos cuenta de la falta que nos hacen… Ironías de la vida.

lunes, 21 de abril de 2014

¿La historia de Jesús o el Jesús de la historia?

Durante muchos años, he participado en diferentes celebraciones de semana santa, desde las tradicionales con mis padres hace bastantes años, hasta las pascuas penitenciarias que en los últimos once años, me han tocado compartir en el centro de reinserción social, pasando por las heroicas pascuas juveniles y universitarias o las pascuas misioneras en diferentes comunidades del interior del estado.

Todas tienen un sabor particular, se desarrollan con una dinámica diferente, los participantes son distintos y variados, los hay curiosos como los adolescentes o impetuosos y propositivos como los universitarios, así como también silenciosos y observadores como la gente del interior que siguen obedientes las instrucciones de quienes vamos a “evangelizarlos”, aunque en el mas de los casos son ellos los que nos han mostrado maneras más leales de permanecer en la fe y en los últimos años los internos penitenciarios que buscan en la pasión muerte y resurrección de Jesús, un bálsamo a sus espíritus atribulados por los remordimientos. 

A pesar de lo distinto de cada grupo y de lo singular de cada pascua, todas tienen algo en común, siempre se presenta en ella, la historia de Jesús, se cuenta una vez más, la historia de cómo fue su pasión, muerte y finalmente su resurrección.

Fue así que este año hicimos algo distinto, decidimos que íbamos a vivir la semana santa desde una experiencia nueva, al menos para mi estimado lector, no recordamos una vez más la historia de Jesús, sino más bien quisimos conocer más al Jesús de esta historia que escucho desde que tengo uso de razón y lo hicimos a partir de hacer las cosas que el haría.

En esta ocasión nos metimos a trabajar con los internos penitenciarios más deteriorados, hicimos una pascua donde nunca se había hecho, con internos penitenciarios psiquiátricos, básicamente seres humanos que no tendrían que estar en el cereso porque se consideran inimputables, esto es, no son conscientes ni responsables de sus actos y que en su caso la ley indica que deberían ser entregados en custodia a un familiar, esto claro si apareciera alguno, cosa que general y tristemente no sucede.

El lugar donde deberían estar estos internos, es motivo de una complicada controversia, no pueden estar en el hospital psiquiátrico porque cometieron un delito, pero no deberían estar en un centro penitenciario porque son pacientes psiquiátricos y no existen los elementos necesarios para su atención, así que muchos de ellos van y vienen del hospital al cereso según este su estabilidad y condición mental.

Lo mismo sucede con los internos penitenciarios geriátricos, hombres mayores de los 70 años con una colección de enfermedades y padecimientos, que además en el mas de los caso están con síntomas de demencia senil, la ley establece que podrían tener prisión domiciliaria o alguna de las variantes que se establece en la ley de ejecuciones y sanciones, sin embargo y para ser honestos, como muchas de las cosas de esta ley, se les presta poca atención o se tiene poco interés por parte de los jueces de ejecuciones que tendrían bajo su responsabilidad hacerla valer y aplicarla adecuadamente así como de las autoridades de la dirección de prevención social que debiesen tenerlos en cuenta dentro de los programas que entiendo que desarrollan para la mejora de la calidad de vida de los internos penitenciarios.

Más allá de esto el resultado de la experiencia fue extraordinario, una vez más la sociedad civil organizada dio muestras de que puede hacerse cargo. No solo por su generosidad en la donación de recursos materiales sino también por darnos su tiempo para trabajar y la voluntad para unir sus talentos individuales en una sola voz y que independientemente de lo los logros que se obtuvieron, que fueron muy buenos, es conmovedor y loable el hecho de que personas que no se conocen y que son completamente distintas entre sí, trabajen para un fin común en una armonía que a los oídos de Dios estoy seguro que sonaba como una melodía perfecta.

El sábado por la mañana, cada benefactor que asistió y participo con nosotros, adopto y se hizo cargo de un interno geriátrico o psiquiátrico así pudimos asistir a la misa de resurrección que cada año oficia el señor arzobispo en el auditorio de este centro penitenciario, al inicio de la misa se acercó a ellos y les dio una bendición especial, las sonrisas y el rostro de satisfacción de cada uno de los internos al momento que el arzobispo ponía su mano sobre su cabeza y lo bendecía fue la respuesta a nuestra inquietud cuando iniciamos esta tarea.



Cuando llegamos e iniciamos los trabajos el miércoles, vimos el panorama de estos internos y entonces nos preguntábamos que debemos hacer frente a tanto dolor sin sentido y la respuesta nos llegó en ese momento solemne de bendición, hacer lo que nos dictaría el Jesús que conocimos de esta historia, tomar lo que parece sin sentido y hacer algo significativo de ello… Que así sea…

miércoles, 16 de abril de 2014

Que no se haga mi voluntad sino la tuya


Una semana mayor mas…la decima que vivo en el centro de reinserción social, muchas cosas han sucedido durante estos años, muchas personas han pasado y han dejado su huella en nuestras vidas y nos han hecho tan distintos.

A pesar de todas las imperfecciones que todo sistema puede tener, el proceso de readaptación social si funciona, en este lugar descubres que muchos de los defectos que te trajeron hasta aquí, son posibles de corregir.

Con el paso de los días que se vuelven semanas y estas a su vez en meses que se transforman en años, es con el sufrimiento, la soledad, la impotencia, la conciencia del daño ocasionado y valorando todas las cosas perdidas como consecuencia de tus actos, que vas reflexionando y modificando tus pensamientos y tus conductas.

Es por ello que cada semana santa se vuelve un bálsamo en la vida de muchas de estas personas atribuladas por los remordimientos, porque la cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes sino por recuerdos negativos.

En esta ocasión, en la capilla, en los módulos y en los arriates de este centro penitenciario hay gran algarabía y alboroto, la pastoral penitenciaria la trae consigo y cada semana santa llenan este centro penitenciario de alegría juvenil, de cantos, de oraciones, pero sobre todo de esperanza y de fe.

Sentado con una guitarra en las manos y con varios muchachos inquietos alrededor de mi, preguntando cómo van aquellas canciones religiosas que aun siguen siendo vigentes, me llegan recuerdos gratos, de mejores tiempos.

Los internos aprovechan para contar sus historias de inocencia a oyentes sorprendidos de tanta “injusticia” en nuestro estado, de pronto todos son protagonistas de aquella película de “presunto culpable” –es que señorita…fíjese que la juez no quiso aceptar mis pruebas-, se escucha por aquí, -verá usted joven, en el careo con el judicial este no pudo sostenerme la mirada, porque ¡mentía!-... se escucha más acá, muchas de estas historias no son ciertas, pero sirven de desahogo para las almas atormentadas que las cuentan.

Aunque siempre he pensado, que si tan solo uno de ellos tuviera razón y estuviera privado de su libertad siendo inocente, los responsables de ello, ¿dormirán en paz?... en fin.

La semana santa te va llevando por toda la esencia de la doctrina cristiana, cada día se va recordando en que creemos y lo más importante, porque lo creemos.

Durante esta semana, el jueves fue el día en el que el espíritu santo nos hizo sentir su presencia más fuerte, esa jornada: lavamos los pies, instituimos la eucaristía, se renovó la confianza en quienes tienen la responsabilidad de conducir por buen camino al rebaño de Dios e hicimos del amor nuestra principal fuente de felicidad y de bienestar, entendiendo que no existe amor más grande que el que nuestro padre celestial tiene por sus hijos, con este conocimiento pudimos decir con toda sinceridad y confianza, Padre que no se haga mi voluntad, si no la tuya…siempre.

Para las personas que vivieron con nosotros este jueves santo, el ejercicio resulto transformador, cada persona repetía esa frase y pensaba en las cosas que no podían cambiar y que les ocasionaban dolor y frustración, internos penitenciarios y pastoralista

Tener esta convicción pareciera un acto de profundo fanatismo religioso, sin embargo no lo es, porque representa el consuelo para todos aquellos que antes, en su corazón solamente repetían: Padre, ¿porque me has abandonado? Y que en este ejercicio escucharon la respuesta del señor que les decía, Hijo, ¿Por qué me has abandonado tu?

Al final del jueves, se miraban rostros llenos de lágrimas y de tranquilidad, las expresiones de muchos internos que encontraron consuelo y que iniciaban el camino hacia la verdadera libertad, pero también se miraban las expresiones de los pastoralistas que sin haberlo pensado, habían encontraron en este trabajo una manera de reconciliarse con Dios y de confiar de nuevo en su iglesia.

A todas las personas que durante esta semana mayor contribuyeron con su trabajo, sus donaciones y sus oraciones, para que estas misiones penitenciarias se pudieran realizar, sepan que su esfuerzo tuvo frutos. Bendiciones y felices pascuas…
s de todas las edades, sin ningún tipo de distinción y todos como hijos del mismo padre, le entregaban sus angustias y preocupaciones, con la convicción de que lo que sucediera era lo más conveniente en sus vidas, porque finalmente se habían reconciliado con él.