martes, 29 de abril de 2014

Enamorados de la vida


Estimados lectores, estarán de acuerdo conmigo, los que hayan pasado por lo mismo, que la ausencia de un ser querido, te cambia la manera cómo ves la vida, te vuelve mas consciente y perceptivo a las cosas comunes que ocurren cada día y que lo que antes te parecía nimiedades o cursilerías, hoy se convierten en los detalles que hacen que lo cotidiano, adquiera matices especiales.

Sentados frente a mí, en el comedor del modulo donde vivo en el Centro de Reinserción Social, mis padrinos de bautizo me miraban muy formales.

El de 76 años, de aspecto serio y mal encarado, hombre que expresaba pocas palabras y menos afectos, compañero de muchas parrandas de mi padre, la historia obscura cuenta que fue en una cantina donde pactaron su compadrazgo.

Ella de 72 años, una mujer encantadora que a pesar de las arrugas y achaques aun tenía un excelente porte y mejor trato, confidente y amiga leal de mi madre, se acompañaron en alegrías y penas, en satisfacciones y sufrimientos, durante sus matrimonios.

Habían venido a visitarme para refrendar el compromiso que hicieron hace 43 años cuando en la pila bautismal, dijeron ante Dios, que en ausencia de los padres, ellos cuidarían y protegerían al ahijado.

La madrina era quien llevaba la voz cantante –Hijo quiero que sepas que no estás solo, que nosotros velaremos por ti y que cuentas con nosotros como si fuéramos tus padres, ¿verdad viejo?- El padrino asintió con la cabeza y emitió un “mmmgm”, que parecía un gruñido, pero que conociéndolo, se interpretaba como una señal de absoluto acuerdo.

No puedes dejar de conmoverte ante tal declaración, mas cuando viene de dos personas que por su edad y condición física, les es muy complicado desplazarse y valerse por ellos mismos

Les agradecí su lealtad y compromiso y entonces aproveche para preguntarles cuantos años cumplirían de matrimonio, los veía muy contentos juntos.

La madrina se adelanto y contesto –en noviembre cumplimos 50 años, llegamos a las bodas de oro, ¿verdad viejo?-, el sonrió y en un suspiro dijo, -llegamos princesa-.

Mis padrinos habían tenido un matrimonio complejo y lleno de vicisitudes, había habido de todo, lo mismo salud que enfermedades, problemas económicos que bonanza, épocas de mucho amor como rachas en los que se habían separado.

Mientras me platicaban sus anécdotas más queridas de esta relación que llegaba al medio siglo, la madrina reflexiono, -¿sabes que aun recuerdo las palabras del sacerdote que nos caso?, nos dijo “el secreto para mantenerse juntos es que permanezcan enamorados”-.

Le sonreí con paciencia, ella lo noto y me dijo, -parece una frase muy trillada y simple, que se le dice a todas las parejas en el momento del matrimonio, pero en nuestro caso, como el cura lo dijo despacio, yo la entendí como que hay que permanecer “en amor dos”, y con el tiempo lo he comprobado porque cuando alguno o los dos ya no está en el amor, entonces es que comienzan todos los problemas-.

Ahora mi cara era de admiración, -nosotros hemos tenido nuestras mejores épocas precisamente cuando estábamos en el amor los dos, ¿verdad viejo?-, el padrino alargo su brazo y entrelazaron sus manos arrugadas por el tiempo, se miraron y dijeron al mismo tiempo, -hasta hacernos viejitos-, era su frase personal.

Una de sus hijas que los había traído, me hizo una seña y se acerco, sugiriéndoles que se fueran, porque ya se veían cansados, los acompañe a la salida y nos despedimos en un abrazo fraterno, finalmente tenia de nuevo papás, los vi alejarse, caminando despacito, ella tomada del brazo de él.

Me quede reflexionando, sobre los dos aprendizajes de esta hermosa visita, el primero fue acerca de cuanto cumplimos el compromiso hecho ante la pila bautismal y que hacemos por nuestros ahijados. El segundo es, como existen personas que tuvieron la fortuna de cumplir la promesa que seguramente todas las parejas se hacen cuando inician su relación, “hasta hacernos viejitos”, entendiendo y llevando a cabo esta frase sencilla de permanecer enamorados o como lo entendió mi madrina, permanecer… “en amor dos”…

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