miércoles, 28 de enero de 2015

Beber agua de otros pozos

La Semana de oración por la unidad de los cristianos es una iniciativa a la que se adhieren la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas y que se viene celebrando desde 1908. 

A través de estos años ha venido configurándose como una cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra plena unidad visible según el deseo de Jesús.

Cuando me lo platicaron por primera vez me pareció una audaz innovación al concepto de los “hermanos separados” y por supuesto que es controvertido. Así que cuando me hicieron la propuesta de realizar un encuentro ecuménico en el centro de reinserción social, sabía que no era una tarea sencilla, la cosa no pintaba fácil, se veía como una idea extraordinaria, producto de una mente soñadora que quería realizar un acto utópico en un centro penitenciario

Y es que fíjese estimado lector que el objetivo era reunir a todos los cristianos de este centro sin importar su denominación, en un encuentro en donde a través de la oración comunitaria se pidiera por la unidad, la comprensión y la tolerancia hacia los diferentes credos, mirando y fortaleciendo las coincidencia y dejando de lado las diferencias, tratando de entender que en términos de vida practica y cotidiana el caer en “discusiones bizantinas” con alguien que tiene diferentes convicciones religiosas a las nuestras en verdad se vuelve una lamentable pérdida de tiempo y no aporta absolutamente nada a nadie que se considere medianamente inteligente.

Como comentaba líneas arriba la idea resultaba muy interesante e innovadora pero como ocurre con este tipo de iniciativas su realización implicaba vencer muchos obstáculos, primero convencer al Director de este centro que cuando se lo conté me hizo sentir que estaba a punto de iniciar una nueva guerra de cruzadas, después de explicarle con detenimiento las intenciones de la reunión, acepto no sin antes dar un largo suspiro y encomendarse a Dios.

Después hablar con los sacerdotes católicos, pastores presbiterianos y hermanos cristianos que con mucha devoción y constancia vienen muy puntuales cada semana a trabajar con diferentes grupos de internos penitenciarios, para que fueran ellos quienes dirigieran este ejercicio ecuménico 

Para este año, el tema propuesto por el centro ecuménico de estudios bíblicos (CEBI) se inspira en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana junto al pozo de Jacob, que narra el evangelista Juan. (Juan 4, 7-15) De este modo, se nos invita a probar agua de un pozo diferente y a dar un poco de la nuestra, es decir, a saber reconocer y valorar el don de Dios y las riquezas y valores que están presentes en los demás, a compartir, a darnos cuenta que la diversidad no es una amenaza, sino que puede convertirse en una riqueza.

Finalmente convencer a mis compañeros, explicándoles que trabajar juntos nos permitiría ayudar a otros compañeros a sobrellevar con más calidad y fortaleza la vida que en este momento de su historia les tocó vivir.

Porque después de todos los años en los que he vivido aquí, he llegado a la conclusión que difícilmente alguien pueda entender la vida penitenciaria si no la ha vivido, solamente quien ha pasado por la angustia de esperar una sentencia y confirmar sus temores cuando esta llega de muchos años, quien ha perdido familia, esposa, hijos y patrimonio, quien ha sentido la frustración de no poder ayudar a los suyos cuando pasan por situaciones difíciles, quien pensaban que llegar hasta la cárcel significaba haber tocado fondo y luego descubrir que estaban equivocados, que aún pueden caer cuatro o cinco peldaños más abajo. Solamente ellos pueden entender cuanto se necesita a Dios como soporte, apoyo y fortaleza para poder sobrellevar las cosas que cotidianamente te pasan sin caer en la desesperanza y en la depresión.

Fuera de estos muros, existen muchos argumentos que hacen que esta iniciativa de reuniones ecuménicas cada vez tenga un mayor número de seguidores entre los dirigentes de las diferentes iglesias, aunque también cuenta con un considerable grupo de detractores que no lo miran con tan buenos ojos y de la misma forma también tienen sólidos argumentos, así que se invitaron a varios pastores presbiterianos, sacerdotes católicos y hermanos cristianos, no todos aceptaron participar, así como también no todos los compañeros comprendieron nuestras razones.

Sin embargo, el pasado sábado en la biblioteca de este centro penitenciario con mucha alegría descubrimos el rostro de una comunidad abierta al diálogo franco y sincero, con una fuerte visión social y con el compromiso y convicción de llevar la religión ahí donde se necesita.

Tuvimos un hermoso encuentro ecuménico con pastores, sacerdotes, monjas, hermanos cristianos, internos penitenciarios y laicos comprometidos, que supero nuestras expectativas y que estoy seguro abrirá caminos nuevos de unidad en cristo, en una sociedad permisiva de hombres justificados que en estos momentos tanto lo necesita… Que así sea…

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