viernes, 8 de agosto de 2014

Extrañas amistades

En ocasiones hay amistades memorables que se dan en los lugares más extraños y de  formas muy singulares; este es el caso de una que nació y fue creciendo con el paso de los años en los que he estado recluido en el Centro de Reinsercion social. 

Lo particular de esta relación es que solamente se ha cultivado durante las vacaciones de verano, que es cuando la pastoral penitenciaria organiza durante una semana, las “misiones de evangelización” dentro de este centro penitenciario, después no vuelvo a saber nada de ella sino hasta el año siguiente. 

Isabel, era su nombre, una muchacha creo de unos 27 años actualmente; por aquello de la caballerosa cortesía nunca le pregunte su edad, cada año entre una actividad y otra, llenábamos el tiempo libre con largas y enriquecedoras charlas, que por un lado me permitían entender cómo iba desarrollándose el pensamiento de las generaciones que venían detrás y por otro descubrir cómo fue obrando en mi, un proceso de transformación personal, estas líneas son la síntesis y el resultado de nuestras platicas durante estos años con Isabel, desde que la conocí de forma un poco brusca, hasta nuestro último encuentro que se dio el durante las vacaciones de verano de este año

-¡Hola!, ¿como esta hermano?, Dios lo bendiga- lentamente levante la vista y vi parada junto de mi, con su uniforme de la pastoral penitenciaria, a una muchacha gordita, llena de acné en la cara, que apenas dejaba la adolescencia, sentí hacia ella un profundo desprecio producto de la incredulidad y la frustración que me producía el estar preso desde hacía varios meses, -No soy tu hermano niña, mejor anda con tus rollos “engaña bobos” a otra parte, Dios no existe, solo nos lo dicen para manipularnos- la forma como lo dije, no dejaba espacio para ninguna contestación, así que simplemente hizo un mohín de disgusto, se dio la vuelta y se fue, era mi primer verano aquí, desde lejos vi las actividades, al final de la semana se acerco -¿porque no cree en Dios?- pregunto con su voz de niña, -porque me está castigando muy fuerte- conteste sin mirarla, -Mi abuela dice que: “Dios no castiga, la vida es la que se cobra”- se fue dejándome una bolsita de dulces a un lado…

-¡Hola!, ¿como estas?- había pasado poco mas de un año desde mi ingreso al centro de reinserción, la misma niña del verano pasado, un poco menos gordita y con la cara más limpia, -Bien, gracias- conteste con mayor cortesía y buen modo, -¿Es cierto que usted es Psicólogo?- pregunto con cierta distancia producto del mal recuerdo que le había dejado nuestro primer encuentro, -así es- conteste con el orgullo y la vieja dignidad que aun tenia, -pero de cualquier forma le metieron preso-, me dijo enarcando una ceja- y tú, ¿Que estudias?-, pregunte tratando de defenderme de alguna forma de su agudo y desagradable comentario, -la Licenciatura en Educación, mi abuela dice que: “Estudiar no quita lo tarugo, pero si ayuda a disimularlo”, pero ya ve, hay algunos que ni eso les sale bien- me dijo palmeándome la espalda y dejándome sin respuesta, reflexiones como esas, me han ayudado a buscar transformar la antigua soberbia de quien cree saber mucho, en la genuina humildad de quien nunca deja de aprender…

-¡Ese mi amigo! ¿que espera para saludar a una hermanita en cristo?, una sonrisa sincera y un abrazo distinto me sorprendieron ese año, detrás de sus regordetes brazos sentí un afecto sincero, a lo largo de la semana me platico que su noviazgo iba viento en popa, de pronto, mientras afinábamos las guitarras para la misa. me solto con el mayor desparpajo -¿Sabes la novedad de este año? ya  tengo vida sexual activa y me siento tan plena-. La forma, mas que el fondo me sorprendió, uno recuerda hablar de esas cosas por lo bajito y entre los mas íntimos, que lejos estaba aquella niña del principio de nuestra amistad, habían pasado ya 5 años- ¿Pero tu crees que si el es hombre de tu vida?- pregunte paternal, -pues mi abuela dice que “Si te cumple en la cama, es mas probable que te cumpla en la vida” -¿díganme?: ¿que contestas ante semejante frase?, una sonrisa de pena ajena fue lo mas que pude expresar...

Parado junto a la puerta de la capilla, la vi aparecer a lo lejos, un grito de toda una mujer, una sonrisa de satisfacción y un abrazo largo y fraterno enmarcó sin saberlo en ese momento, lo que fue nuestro décimo y finalmente  ultimo encuentro. 

Al final de la semana, en la fiesta de clausura se acerco para despedirse, -mi hermano tengo que darte una noticia-, la expresión de su rostro era de solemnidad, nos sentamos en un arreate, -Me caso en diciembre, me voy a Monterrey con mi esposo, mi abuela dice que: “siempre hay que tener el cajón de los calzones listo pa’ donde se vaya el marido”, un largo y profundo silencio, los dos sabíamos que esta seria nuestra última charla, al final le había tomado sincero afecto a aquella niña que con el paso de los años se fue convirtiendo en mujer, en medio de todo habíamos madurado juntos, cada uno a nuestra forma, aderezados con los pintorescos dichos de una abuela, que a ciencia cierta no sabía si en realidad existía, nos levantamos despacio, tomada de mi brazo la lleve hasta la salida, avanzo hacia la puerta y antes de dejar de verla, volteo, un saludo infantil con la mano derecha, un beso volado con la izquierda, fue su ultima imagen, no pude evitar una lagrima furtiva, ¡caray me estoy haciendo viejo! pensé; pero  ahí quedaban, como testimonio permanente, nuestras historias de crecimiento, cada uno buscando a su manera, lo que todos pretendemos….ser felices…



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