lunes, 21 de julio de 2014

De impotencia y ajedrez


A lo largo de estos años en los que he estado en el Centro de Reinserción Social he escrito muchas veces con los dedos llenos de alegría, otras más con estos llenos de emoción y otras más con optimismo, sin embargo hoy escribo con los dedos llenos de impotencia y es que no hay otra manera de hacerlo cuando se escribe de un buen amigo, que injustamente muere.

“Don Josito”, hombre de 58 años, chaparrón y regordete, estaba aquí desde hacía 6 años, un tipo del interior del estado, de platica fácil y sonrisa rápida y permanente, ajedrecista excepcional, de entre los tres mejores de todo este centro penitenciario

Fue acusado de violación y como muchísimas personas aquí, es sentenciado en primera instancia en automático, simplemente porque estaba metido en lo que se conoce como “la triada jurídica maldita”, esto es: delito sexual cometido contra un menor de edad por un ascendiente, lo que significa culpabilidad 100% segura en primera instancia, ¿Qué a nadie del poder judicial del estado le parece extraño que todas las sentencias sean condenatorias?, a lo mejor en la apelación se reduzca la sentencia y finalmente, para los que tienen para pagar a un abogado que elabore un amparo federal es muy probable que los magistrados federales, les compongan la plana a los jueces estatales y les otorguen su libertad.

Muchas noches, sentados en el comedor del modulo, generalmente en medio de una partida de ajedrez y una taza de café, “Don Josito” reflexionaba una y otra vez su caso, intentando encontrar la lógica que había usado el juez para encontrarlo culpable y porque jamás había podido hablar con él, nunca conoció a la persona que decidió que pasaría 12 años preso. –Si tan solo el juez me dejara explicarle que la razón por la que me acuso mi nuera, fue porque querían quedarse con mi terreno, ¡es casi una hectárea!- me decía mientras hacia su movimiento, -es probable que en la apelación los magistrados del tribunal superior te llamen para averiguar- le conteste, mientras me preguntaba porque había adelantado tanto ese caballo, -si yo adoro a mis nietos, ¡por amor de dios! de dónde sacan que le podía hacer algo a la niña, lo bueno es que si me sigo portando bien, voy a la escuela, trabajo en la maquiladora y sigo jugando en el equipo de softbol, hare menos años- me miro con ojos esperanzadores que buscaban una respuesta afirmativa de mi parte, claro que, eso no le impidió comerse mi reina con un movimiento que no conocía, -Por supuesto “Don Josito”, así será- le dije, aunque la realidad era que, aunque se convirtiera en un santo varón pasaría nada, aquí se quedaría todos los años de su sentencia, porque a pesar de que se aprobó una nueva ley de ejecuciones y sanciones con bombo y platillo, la realidad es que es letra muerta, Pero como la mayoría de los internos, es mejor que siguiera pensando lo contrario –Jaque mate, don “Psicólogo”-, me dijo con esa sonrisa que no perdía.

Desde hacia como seis meses que una sinusitis recurrente no lo dejaba respirar bien, le habían dicho que lo tendrían que operar pero hasta ahora por una u otra razón la operación no se había podido concretar. Un sábado en la tarde mientras podaba un tulipán que el mismo sembró y cuidaba, se desvaneció sorprendiendo a todos, lo llevamos a la enfermería y ahí lo estabilizaron sin saber la causa, el Doctor explicaba, -lo hemos enviado al Hospital dos veces y lo devuelven con el argumento de que no hay espacio para operarlo y la escolta no se puede quedar a custodiarlo ahí, pero ahora lo mandaremos como una urgencia y lo tendrán que operar- dijo con mucha seguridad.

Como a las 6 de la tarde, finalmente se lo llevarían al hospital, me acerque, su palidez asustaba, le pregunte “Don Josito” como te sientes-, -así como me ves, así me siento hijo, me contesto con esa sonrisa que aun es en esta circunstancia, no perdía, ¿porque no dejaba de sonreír?, -Si no regreso, quiero que le digas a mi familia, que ellos son mi más grande orgullo y que de verdad yo no fui- le apreté la mano y le prometí que lo haría, pero que seguramente el podría ver de nuevo ese atardecer de su pueblo que tanto me contaba y que aun me debía una partida de ajedrez.

Tres días después de que se fue al hospital, nos informaron que “Don Josito había muerto, al abrir la nariz descubrieron un tumor que ya le había llegado al cerebro, intentaron extirparlo, pero cayó en coma y falleció poco después.

Donde quiera que estés amigo, cumpliré la promesa y le diré a tu familia tu verdad, esa, la que el juez no quiso escuchar, porque para nosotros siempre serás, un hombre injustamente preso, injustamente sentenciado, ¡carajo!... injustamente muerto… pero un día viejo, en algún lugar, jugaremos esa partida de ajedrez que me debes…y espero que esta vez sí pueda ganarte…descansa en paz.

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