viernes, 9 de mayo de 2014

Amor de madre

Uno de los sentimientos que mas me han llamado la atención de estos años que llevo como interno del centro de readaptación social es el amor incondicional y la lealtad que tienen las madres por sus hijos, en cada compañero que viene a consulta psicológica, siempre hay una historia materna que enternece e inspira.

…Ramón es un interno de 67 años, está con nosotros desde hace 5, con una sentencia de 12 años, hace unos meses le detectaron leucemia, ya en fase terminal, durante este tiempo ha ido y venido un sinfín de veces del hospital a la enfermería de este centro penitenciario, pero cada día de los que pasa aquí, sin faltar uno, lo visita Doña Aurelia, su madre de 89 años; caminando despacito ayudada de su “Burrito”, semejante guerrera lo atiende, lo baña y le da de comer –Doña Aurelia porque no me deja ayudarle- le dice alguna enfermera, -Gracias, pero a “Monchis” le gusta que lo atienda yo- contesta mientras lo mira y le da un beso en la frente a su “muchacho”, que apenas y puede abrir los ojos, pero que responde con una sonrisa y se deja querer por su mama. 

El vinculo madre e hijo se vuelve tan importante, que le da sentido a la vida de ellas y las hace mejores personas a través del sacrificio y en ocasiones hasta de la mortificación y en ellos este vínculo será siempre ese faro que permita que hasta los malandrines más terribles, puedan regresar al buen camino

… -Buenos días “Diablo”-, le dije a un compañero que en verdad le hacía honor a su sobre nombre, tiene 32 años y muchos ingresos, aun aquí, la mayor parte del tiempo la pasa haciendo alguna fechoría que tiene que ser sancionada, -“Psicólogo” necesito que me ayude- me dijo con cara sospechosa, -el domingo viene mi “jefita”, es su cumpleaños y va a cocinar mi comida preferida para comer conmigo, quiero regalarle algo, pero no tengo dinero y nadie me quiere dar chamba- Y es que la fama del “Diablo” era legendaria, aun es este lugar. Sin embargo tenía un argumento ante el cual, absolutamente nadie podía negarse, aun en este lugar, quería hacerle un regalo a su madre, así que lo acompañe a la carpintería y ahí le dieron trabajo y la oportunidad de hacer una artesanía de madera. El domingo “el diablo” escucho la misa con su mama y al termino de esta se acerco a donde guardábamos los instrumentos del coro y muy orgulloso nos la presento, en las manos tenía un pedazo de madera pintada de rojo, que él decía que era un pájaro, -Mira su regalo- nos presumía, la señora lo mostro orgullosa, en la parte de lo que supongo era la cola decía “te kiero mamita”. Por ese día y gracias a ese vinculo de amor, el “diablo” se volvió un “ángel”.

A través de las experiencias vividas en estos años, una y otra vez he sido testigo de testimonios de amor materno que rayan en lo heroico, basado en este vinculo que transforma y convierte en mejores personas y que lleva a experimentar esta clase de amor, que a juicio de algunos expertos es el único verdaderamente incondicional, ese que se da una y otra vez, sin esperar nada a cambio.

A quienes aun tienen la fortuna de conservar a sus madres, denles un largo y cálido abrazo, de esos que reconfortan, ¿ya saben cuáles?... para los que no, levanten la vista al cielo nocturno y busquen la estrella más brillante y póngale el nombre de su madre, ahí desde la inmensidad del universo con toda certeza los sigue mirando y cuidando…con amor incondicional… ¡Feliz día de las Madres!

1 comentario:

  1. Tiene usted razón, y a mi madre, no la veo en una sola estrella, la veo todas partes del Universo.

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