martes, 27 de mayo de 2014

La delgada linea entre pensar y recordar


En articulos anteriores reflexionábamos sobre una de las diferencias entre las personas plenas y agradecidas y quienes piensan que solamente les pasan cosas malas en la vida, descubríamos que esta diferencia radica en la convicción acerca del derecho que se tiene a ser feliz

Hoy reflexionamos sobre otra de las diferencias entre las personas satisfechas y plenas y las que aun no lo son. Esta es, la capacidad para poder reconocer la delgada línea entre pensar y recordar.

Mucha gente prefiere recordar y no pensar, porque recordar significa tomar los conocimientos ya aprendidos y seguirlos utilizando, aunque estos ya no sirvan para resolver las nuevas situaciones que se nos van presentando, teniendo que ajustar todos los problemas a una misma solución.

Pensar es estar abierto a nuevos conocimientos y maneras de hacer las cosas y de resolver problemas, lo que implica siempre estar adquiriendo y acumulando más experiencias que nos permitan tener distintas opciones para reaccionar antes las variadas situaciones que se no presentan en el trabajo, la familia y las relaciones interpersonales.

En el cotidiano andar por la vida esta delgada línea no siempre se distingue bien, ocasionando que siempre hagamos las mismas cosas, obteniendo generalmente, los mismos resultados.

El centro de reinserción social durante el tiempo en el que he vivido aquí siempre me ha dado claros ejemplos de la superación de las personas que han logrado distinguir esta diferencia y es que lo que cuesta más trabajo en el proceso de rehabilitación es precisamente poder pensar y estar dispuesto a adquirir nuevos conocimientos, porque siempre tenemos la tendencia a sacar ante cualquier nueva situación que se presente las habilidades y conocimientos que recordamos, aunque no siempre sirvan.

Hace unos días acudieron a consulta un compañero interno con su esposa, intentaba rescatar su matrimonio, si de suyo mantener una relación afectiva estable cuando se está en libertad es complejo, hacerlo cuando se está privado de ella lo es aún más.

Trabajando con ellos, buscábamos cuales eran las tres cosas que más detestaban uno del otro y cuáles eran las tres cosas que les gustaría que tuvieran como conductas o habilidades nuevas, el resultado de este ejercicio fue muy revelador, las cosas que detestaban surgieron inmediatamente, incluso más de tres, finalmente solo había que recordar.

El problema surgió cuando tuvieron que decir que conducta o habilidades nuevas les gustaría que tuvieran, porque tenían que pensar para que les serviría, ahí se dieron cuenta que mucho de su relación se basaba en los recuerdos de conductas aprendidas en esta y en otras relaciones, que les decía como tenían que actuar en determinadas situaciones.

Ayudando a un amigo que trabaja en una dependencia federal a construir el presupuesto de su departamento, me di cuenta que algunos proyectos los modificaba en función del carácter y forma de ser de su jefe, el me explicaba que así habían trabajado en paz los últimos años, reflexionando el tema de los recuerdos y los pensamientos con él, llego a la conclusión de que auto limitaba su capacidad y creatividad al actuar de esa manera sin busca nuevas formas de presentar sus ideas.

Es así estimado lector que, los recuerdos nos dan conductas aprendidas a lo largo de nuestra vida pero que son buenas solamente si nos continúan dando resultados positivos y nos mantienen felices a nosotros y a los demás

La gran tarea pareciera que es pensar, buscar sin importar la edad, la experiencia o la condición académica y cultural, nuevas maneras de hacer las cosas, nuevas experiencias y aprendizajes, eso marcara la diferencia entre ser personas agradecidas y felices o estar permanentemente enfadas e infelices… Que así sea…

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