martes, 6 de mayo de 2014

Grandes Señoras

-Haber los que tocan la guitarra de este lado, los que van a cantar de este otro, ¡esos de las maracas y panderos van al centro!, ¡es ensayo general!- son las indicaciones que da un trabajador social del Centro de readaptación social, que va de un lado otro con la encomienda de preparar el festival del día de las madres, un pequeño reconocimiento a estas increíbles guerreras de la vida que demuestran su enorme valía en cada acto de amor incondicional que realizan. 

Desde que empezó el mes de mayo, se comenzó a preparar los números artísticos que se presentarían el día 10, fecha marcada por la sociedad para celebrar a las madres. Siempre he creído que esto de ser mama es una tarea encomendada por Dios, que empieza desde el momento de la concepción y no termina hasta que el hijo exhala el último aliento, sin duda un compromiso de toda la vida, porque sin importar cual sea su edad y condición, ellas cumplirán cabalmente con su tarea de protegerlos y los miraran siempre como sus pequeños.

A lo largo de estos años en los que he estado aquí, he podido observar en un sinnúmero de oportunidades y en mi propia experiencia el amor infinito, paciente y generoso de una madre, que además pasa por la difícil y dolorosa experiencia de tener a un hijo privado de su libertad. 

–¡Listos, cuento tres y comenzamos!- era la indicación del organizador del evento, 25 rostros de distintos colores, de distintas edades, de diferentes estratos sociales, con diferentes formaciones educativas, cantando y tocando con todo el sentimiento y ternura del que podían ser capaces, era la rondalla del Cereso, hacía varios meses que se intentaba formar y no resultaba, hasta que llego el evento que logro aglutinarlos y hacer que trabajaran por un fin común: las mamas, al terminar el ensayo era una romería, la gente iba y venía afinando los últimos detalles, hay cosas que no cambian, sin importar el lugar ni las circunstancias en las que te encuentres. -¿Mañana a qué hora vamos a venir?- preguntaba “el cejas” un joven de unos 20 años,- ¿De pantalón de mezclilla y camisa blanca?, se escuchaba desde atrás la voz de Don Tony, un hombre de 50 años, la mayoría ansiosos y emocionados, parecían adolecentes, finalmente el evento lo ameritaba, era el festival del día de las madres. 

De regreso a los módulos el grupo iba comentando las cosas extraordinarias que sus mamas hacían por ellos en estos momentos, en los que pagamos, algunos con justicia, otros no tanto, los errores cometidos. Sin embargo aquí están con nosotros incondicionalmente, sin hacer un solo reproche, en silencio, simplemente haciendo lo que cada una siente que es lo que su hijo merece y lo que es su deber como madre. 

Es así que hay las que aún sin saber de leyes, se vuelven las más dedicadas abogadas, no dejan de investigar en qué etapa del proceso están sus hijos, de qué forma se puede ayudar, a quién dirigirse o con quien ir a hablar, su instinto les hace actuar como verdaderas expertas, se desempeñan mejor incluso que muchos abogados formales y todo por defender lo que ellas consideran justo. 

Hay también las que se dedican a diario a cocinarles a sus hijos como una manera de hacerse presentes cotidianamente, como si cada comida que envían fuese un gesto solidario de amor, que sirve para que no se olviden que afuera hay alguien que los espera, muchas de ellas tienen la necesidad de recorrer grandes distancias para traer los alimentos a sus hijos, pero eso no significa un impedimento, el amor todo lo puede, todo lo justifica. 

Están también las que sin haber estudiado medicina o psicología, son las mejores para recetar cariño y apoyo cuando uno de sus hijos se encuentra enfermo física o mentalmente, ellas saben lo que necesitan con solo mirarlos, un abrazo de mama se vuelve la mejor medicina para la depresión y la falta de apetito, un beso de mama cura cualquier catarro o dolor de barriga, la orden de mama de ir al médico no se cuestiona, simplemente vas porque ella lo dijo, para que te administren los medicamentos necesarios para que conserves la salud. 

Finalmente sin ser estudiosas de teología, filosofía o ser grandes conocedoras de la religión, son los mejores apoyos espirituales que existen, cuando la desesperanza y el desanimo invaden, rezar un padre nuestro con mama tomando tus manos, que te mire a los ojos y te diga “confía en Dios” son un bálsamo de fe para seguir caminando juntos nuestro propio calvario. Mujeres que no dejan en la oscuridad a sus hijos y todo por el infinito amor que les profesan. 

Cada uno se va retirando a sus módulos, a lo lejos se les ve ilusionados, de alguna manera lo que harán servirá como una manera de decir a cada una de sus madres lo mucho que aprecian lo que hacen por ellos, incansables luchadoras de fe inquebrantable, que con su ejemplo de vida los impulsan a seguir adelante y les dan la certeza que Dios siempre manda a cada quien la Mama que necesita. 

Al menos estás palabras de agradecimiento ¡GRACIAS GRANDES SEÑORAS.

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