miércoles, 4 de febrero de 2015

Un psicodrama de la Ley

Una noche muy calurosa, sentados en el campo de softbol del centro de reinserción social me entretenía con unos compañeros que son originarios de puerto Progreso, escuchando sus historias de pescadores, cuando se nos unió el “profe”, aquel compañero que les contaba en la entrega anterior, que había perdido su juicio para el otorgamiento de la libertad anticipada, hacia unos días lo llevaron al tribunal superior de justicia para que en un juicio oral, tres magistrados determinaran el sentido de su apelación.

Se le veía muy triste, nos contó que esa tarde le notificaron, que los magistrados confirmaron la sentencia del juez de ejecuciones y le negaron de nuevo cualquier beneficio de libertad anticipada, aun cumpliendo con casi todos los requisitos, el que le falto, fue una vez más, que el delito cometido era grave.

Recordé la vieja técnica del psicodrama, que consiste en utilizar a personas que desempeñen papeles o roles para representar la misma escena que afecto al paciente con el fin de que el pueda repetir la situación pero con un final distinto. No cambiara la realidad, pero si ayudara a que él se desahogue y tenga más elementos para superar la crisis. Les pregunte a los progreseños si me ayudaban hacerla y aceptaron dispuestos.

Así que un costado del campo de softbol, se convirtió en el tribunal superior de justicia del estado, “el negro”, fue el magistrado uno y ponente; “el chivo”. Magistrado dos y “campitos” el magistrado tres, el papel del fiscal le correspondió a “Don Vicente”, “el camarón” estaba listo para ser el abogado defensor, pero el “profe” dijo que él se defendería solo, que porque el que lo hizo en la vida real solo le robo su dinero, asi que "el camarón"  se conformo con ser el policía que cuidaba el orden

El “profe” nos fue relatando todo el proceso que vivió, el psicodrama iniciaría en la parte que a él le generaba conflicto y que era donde se buscaba tener un final distinto, así comenzó, -Entonces, la escolta me condujo hasta un salón, donde había un estrado con los magistrados, a un lado estaba la fiscalía y frente a ellos estaba una mesa donde nos sentamos mi abogado y yo, detrás de nosotros, unas sillas en donde se sentaron mi esposa, mi suegra, mis hijos y mi mamá-.

-La sesión dio inicio con la presentación por parte del magistrado ponente del caso. Por cierto, ¿te acuerdas “Psicólogo”, cuando hablamos de la santa inquisición y de aquel sacerdote dominico de origen español, Torquemada?, Por un momento me sentí así, con todo en contra y ningún argumento a favor y representando una gran farsa cuyo final ya se sabía. Sin embargo confié en la justicia.

Cuando el magistrado ponente termino la presentación, le dio la palabra a la fiscalía, que hablo con la seguridad de quien sabe que al final ganara el caso. La fiscalía recito los artículos que hablan sobre que los delitos graves no tienen ningún beneficio, avalando la primera sentencia y dejando en el ambiente la sensación de que este juicio era innecesario y que yo un necio por insistir en pedir algo imposible.

Cuando tuvo la palabra mi abogado defensor, pude ver con preocupación dos cosas: la primera es que aun no existen argumentos jurídicos que hayan sido enseñados en ninguna parte o bibliografía suficiente para defender a los clientes en juicios de ejecuciones y sanciones y el segundo es que todas las imperfecciones del sistema educativo mexicano se reflejan en momentos como este, si escribimos mal, hablamos peor, si por escrito es difícil argumentar de manera lógica y coherente, hacerlo de forma verbal es doblemente difícil. 

Mi ilustre abogado hizo una argumentación digna de Cantinflas, al final lo que dejo como conclusión es que yo había sido sentenciado injustamente y que merecía salir porque mi familia me necesitaba afuera. ¡¡hazme el favor!!....No sé como eso abono para ganar este juicio. Después me dieron la palabra a mí y eso es lo que me afecta tanto, no haber podido decir lo que quería, y es que escuchar a mi abogado, a la fiscalía y tener esta sensación de representar una farsa me bloqueo y solo alcance a decir que ya era momento de reintegrarme a la sociedad.

En ese momento empezó nuestro psicodrama, y le dije -“profe”, imagina que aquí está todo como lo viviste, dinos ahora lo que se te quedo atorado, este tribunal le da la palabra, lo escuchamos.

Y el “Profe” dijo –Magistrados, me preguntan ¿porque merezco mi libertad?, y yo les digo que la merezco porque la ley de ejecuciones y sanciones aprobada en junio de 2011 lo dice o al menos es lo que, quienes nos apoyamos en ella hemos entendido. 

¿Es que acaso el espíritu del quien promulgo esta ley era burlarse de nosotros?, ¿acaso era hacer parecer una cosa y al final simplemente decir que no es lo que creíamos?, ¿es una extraña manera de hacernos pagar nuestras culpas?.

Señores magistrados, entiendo que es el poder legislativo quien promulga las leyes con las que ustedes trabajan y con la que además tienen la responsabilidad, conferida por los ciudadanos, de hacerlas valer para procurar un estado de derecho, pero una ley en donde un articulo contradice al anterior, una ley que tiene lagunas tan grandes como esta o que se presta a interpretaciones en sentidos tan distintos es una ley que no sirve y que los deja a ustedes en una disyuntiva, o comienzan a legislar y a resolver estas lagunas porque al legislativo no le alcanza la dinámica para adecuar las leyes que promulga o se convierten en corte constitucional y devuelven esta ley al poder legislativo para que la compongan.

Cualquiera que sea su decisión honrara mucho más su condición y preparación como la máxima autoridad jurídica del estado, que simplemente permanecer como espectadores ante una injusticia.

Los progreseños y un servidor nos quedamos boquiabiertos, había expresado el sentir de esta comunidad penitenciaria que ciertamente es el último eslabón de la cadena social, pero que también quisiera recibir justicia del estado...   Que así sea

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