martes, 7 de julio de 2015

Rompiendo la profecía penitenciaria

-Papi ¿me compras unas papas o un gansito?-, era la petición inocente del pequeño que miraba a mi compañero “el Bambuchas”, quien se buscaba en el bolso del pantalón y sacaba todo el dinero que tenía tratando de complacer a su pequeño que lo visitaba con lealtad cada domingo desde hacía casi tres años. 

-¡Mira papá trajimos nuestra tarea para hacerla juntos!- así bajaban gritando y corriendo de la rampa las dos niñas del “manotas” que abajo las recibía con los brazos abiertos a donde ellas llegaban a refugiarse escondiendo sus caritas en los hombros de su padre que besaba sus cabezas con infinita ternura.

-¿Cómo estas viejito, como te portaste esta semana?, le decían los hijos mayores de “Sam bigotes”, quienes cada semana le traían a los nietos para que alegraran al abuelo, mi compañero se inclinaba todo lo que sus 65 años le permitían para abrazar a la más pequeña que era su princesa, una nena de unos tres años que le gritaba –“Abo te mine a ver, amos a comer galletas”-.

-¿Que tal Psicólogo, tampoco vinieron este domingo?, me preguntaba “el mosco”, llevaba conmigo el mismo tiempo preso, ya casi doce años, le sonreí resignado negando con la cabeza, -la sangre siempre llama, cuando menos lo esperes los veras bajar por ahí- me dijo señalando la rampa de acceso mientras se alejaba gritando – ¡no pierdas la fe!-.

Podrán imaginar estimados lectores, como se va transformando lo que uno piensa con respecto a la paternidad, cuando eres parte de estas escenas cotidianas de un domingo cualquiera en el centro de reinserción social del estado.

Existe en el mundo de la psicología, algo que se denomina profecía de auto cumplimiento y consiste en que las cosas que muchos pronostican que van a pasar, finalmente suceden, generalmente porque son precisamente esos muchos, quienes a veces sin saberlo, crean las condiciones para que ello ocurra.

La vida penitenciaria, tiene esta característica, la creencia común es que dentro de un centro de reinserción social se encuentran personas sin sentimientos, desobligados y sin la capacidad de poder establecer lazos solidos de afecto y a pesar de que esto no siempre es así, algunas personas van buscando razones para crear la profecía de “todo el que está en la cárcel es un delincuente y además es mala persona”.

En nuestro grupo “El camino que va de regreso” que está integrado por internos penitenciarios apoyados por benefactores de la sociedad civil, tenemos la misión de buscar que esta profecía no se cumpla, además nuestra visión es convertirnos en un grupo confiable y serio que coadyuve con las actividades de este centro de reinserción y que sirva de enlace con organizaciones de la sociedad civil que se identifiquen y quieran apoyar nuestra causa.

Por esto es que decidimos que el pasado domingo que fue día del padre, nos organizáramos con nuestros benefactores y con las autoridades de este centro y juntos construyéramos un área en donde los papás se pudieran convertir en los héroes de sus hijos, haciendo un esfuerzo para ganar los puntos que se otorgaban en los juegos en los que participaran, porque al final de toda la jornada esos puntos los podían cambiar en nuestro centro de canje por golosinas donadas por la gente que confía en nosotros y que piensa que nuestro esfuerzo es merecedor de su apoyo.

-Mira papi todo lo que nos compramos- decía eufórico el hijo del “bambuchas”, entre sus manitas llevaba muchas golosinas. -Hoy si vamos a jugar a la comidita con cosa de verdad- decían las hijas del “manotas”, -¿quieres jugar con nosotras papa?-. Sentado exhausto en un rincón del auditorio después de participar en todos los juegos estaba “Sam bigotes”, alrededor todos los nietos con los premios ganados en complicidad del abuelo y en su regazo, la princesa, dándole de comer galletas, -“abre boca abo”-

¿Saben?, observar a los niños como convivían con sus padres a pesar de su situación, poner las condiciones para ayudarlos a recobrar la admiración, el valor y estima de su familia, es algo que recompensa cualquier esfuerzo y por lo que vale la pena trabajar y poner todos nuestros talentos.

Para todos los benefactores, los que nos apoyaron en especie o con su tiempo y disposición, les digo que las acciones más que las palabras son las que hablan acerca de la calidad humana y del compromiso social de alguien que ha decidido trabajar por su comunidad a través del servicio y ustedes hablan a través de sus acciones.

Sirvan estas líneas para expresarles nuestro profundo agradecimiento por el apoyo que nos otorgaron para la realización de nuestra actividad del día del padre, gracias por ser parte de esta conviccion y a nombre de todos los padres penitenciarios le pido a Dios nuestro señor que les colme de bendiciones…Que así sea….

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