domingo, 29 de noviembre de 2015

Los retos de la reinserción social

El propósito de la prisión en México tal como lo define el artículo 18 constitucional es lograr la reinserción del sentenciado a la sociedad y además, procurar que no vuelva a delinquir. Esto se debe lograr con base en: el trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte, al final de todo el tratamiento en reclusión, el interno penitenciario debe diferenciar entre el bien y el mal para elegir correctamente entre los dos.

El concepto reinserción significa pues, volver a encausar al hombre delincuente dentro de la sociedad que lo vio cometer un delito y de la misma manera que los médicos tratan a los enfermos, así los técnicos penitenciarios, a través de un tratamiento individualizado, deben sanar al hombre delincuente de esa lamentable y dañina enfermedad llamada delito 

Claro que hay que reconocer que la vuelta a la comunidad de quienes fueron delincuentes, genera una intensa preocupación entre los operadores y responsables penitenciarios y de la seguridad, así como una gran inquietud en la opinión pública. Las razones de esta preocupación tienen que ver con dos creencias muy extendidas, la idea de que quienes cometieron algún delito lo harán de nuevo, por aquello de que “gallina que bebe huevo ni que le corten el pico” y el convencimiento generalizado de que ni las penas de prisión ni los tratamientos que se aplican son eficaces para la rehabilitación y posterior reinserción a la sociedad.

Hoy sabemos que estas dos creencias son al menos, parcialmente erróneas, la investigación criminológica nos ha demostrado que hay dos tipos de internos penitenciarios: están los reincidentes, que son los que hacen del delinquir su modo de vida y que son los menos. También están los que cometen un error que en muchas ocasiones ni siquiera es premeditado pero deben pagar por él, por lo general las personas que conforman este grupo, al cumplir sus condenas salen rehabilitados, esto rompe un poco con lo que tradicionalmente se piensa acerca de que la cárcel es una escuela del crimen, la mayor parte salen perfectamente bien, aunque casi nunca se habla de ellos, de ahí nace el interés con nuestras publicaciones para que la gente sepa cuál es el proceso que llevan las personas para reinsertarse, que no se queden solo con la idea de que los presos están en la cárcel y están purgando una sentencia, que se sepa cómo se van transformando, que los titulares no se los llevan los malos, esos del primer grupo que siempre reinciden. 

En justa coherencia con lo anterior, la cárcel debe ser el reflejo de la sociedad en libertad. Hoy en día se han establecido muchos argumentos a favor de este novedoso concepto que es el de “la normalización social”. No hay razón para que la vida dentro de una prisión no deba tener los mismos estándares de convivencia que existen en la sociedad en libertad, porque de no ser así, entonces, ¿Qué tipo de habilidades de convivencia social se les estarían enseñando para reinsertarlos a la sociedad?

A esta “normalización social” se llega por los caminos de la humanización. La prisión no debería añadir más castigo al condenado que la privación de su libertad y la perdida de sus derechos políticos. Para asegurar esta normalización social es preciso reforzar relaciones fluidas sociedad-Cereso, porque la mejor forma de garantizar que la vida penitenciaria se asemeje a la vida en libertad es permitiendo el acceso de la sociedad a través de diferentes instancias dentro de su proceso. 

Como lo hemos comentado en colaboraciones anteriores, la ley actual no contempla ningún tipo de beneficio para los delitos considerados como graves, sin importar los logros conseguidos o el comportamiento mostrado durante el tiempo en reclusión, así que debemos asumir que las sentencias impuestas por los tribunales se deberán cumplir en su totalidad, aunque ello implique pasar muchos años en reclusión.

Bajo esta realidad, descubrimos que el gran reto de todos los interesados en la reinserción social y la vida penitenciaria es ¿cómo poner el acento en la transformación del estilo de vida del interno y su familia durante todo el tiempo que permanezca en reclusión?

Con la implementación completa del nuevo sistema de justicia penal y los juicios orales, el pronóstico para el próximo año es que la mayoría de internos que estarán en el centro penitenciario serán los sentenciados por delitos graves. La gran ventaja es que esto permite planificar y desarrollar programas de largo plazo en todos los rubros que se contemplan en el proceso de reinserción social: el trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte.

Finalmente, considerando estas nuevas circunstancias pero con una mayor participación de la sociedad será una buena oportunidad para establecer convenios entre empresarios que busquen mano de obra, emprendedores que quieran desarrollar nuevos productos, instituciones de educación superior que quieran establecer estudios de licenciatura o hacer investigación formal, establecer programas de salud y de activación física con una población estable y controlada para que después se pueda replicar en otras comunidades. 

Podemos ofrecer a las personas que están en este proceso de reinserción la posibilidad de superarse y de no interrumpir sus vidas, perpetuando con ello el daño cometido. Podemos aceptar los retos de la reinserción social…Que así sea…

miércoles, 22 de julio de 2015

No todos cavamos tuneles

…-Como cuanto tiempo de vida le queda-, preguntamos a Doña Mirla, la enfermera que lo cuidaba,- es incierto, ya está muy débil-, nos contesto, en su rostro se reflejaba la compasión que sentía por “la Sheila”, un homosexual que acostado en una de las camas de la enfermería del centro de reinserción social agonizaba, tenía insuficiencia respiratoria que se le complicó con un problema renal, todo producto del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

Eran como las 11 de la noche, algunos integrantes del grupo penitenciario el camino que va de regreso nos habíamos organizado y solicitamos permiso a la dirección de este centro para que se nos permitiera acompañar a nuestro compañero, no tenía familia, no recibía visita de nadie, pero había sido un buen amigo durante los tres años que había vivido entre nosotros.

“La Sheila” era una de esas crudas historias que a veces quisieras no haber escuchado nunca, padeció abuso sexual recurrente por parte de su padrastro desde los nueve años hasta que decidió huir de su casa a los 14 y así comenzó a rodar, en una crónica de acciones desatinadas e irresponsables, comenzó a frecuentar bares, a los 19 se prostituía vestido de mujer en alguna avenida de la ciudad y en algún momento se contagió de VIH.

Finalmente una noche tuvo un problema con uno de sus “clientes”, quien lo denunció y lo consignaron por el delito de robo con violencia condenándolo a ocho años de prisión, al hacerle sus análisis de ingreso se enteró de su padecimiento y en ese momento toco fondo y comenzó a cambiar, hacia lo posible por en verdad regenerarse, comenzó asistir a la escuela y se congregaba en una iglesia cristiana, sin embargo los años de vida disipada y licenciosa, de drogas, alcohol, promiscuidad sexual, malas noches y pésima alimentación le pasaron la factura y a pesar de todos los esfuerzos hechos por personas generosas y buenas no se pudo evitar lo inevitable, se fue deteriorando muy rápido y en menos de seis meses estaba al borde de la muerte.

El Doctor responsable nos permitió pasar a decirles unas últimas palabras de consuelo a la “Sheila” y uno a uno los integrantes de nuestro grupo se acercaban a la cama de un cansado y agonizante interno penitenciario.

“Suki” era un cristiano en toda la extensión de la palabra, aquí se había convertido y vivía con mucha devoción y seriedad su fe, trataba de ser un varón bueno y obediente de las enseñanzas de la biblia, espero su turno y le dijo –arrepiente de todos tus pecados y pide perdón al señor por tu desviación, si hoy aceptas a Dios como tu señor y salvador él te perdonara y te recibirá en su reino, ¿lo aceptas?- la Sheila alcanzo a sonreír, mi compañero lo interpreto como un sí, respetuosamente se retiró de la cama con un rostro de satisfacción, había salvado un alma más.

El “sahuayac” era un profundo creyente de las cuestiones hindús, practicaba yoga y hacia lo posible por ser vegetariano, se acercó a Manuelito y le pregunto –si le paso un poco de diksha, no choca con lo que acaba de hacer- , mi compañero estaba con un rosario en la mano rezando con mucho fervor un decenario y encomendando el alma de la “Sheila” a la virgen de Guadalupe, lo miro y paciente le dijo –no lo creo, si tú crees en eso, hazlo con respeto y con fe-, “Sahuayac” se acercó a la cama y cerrando los ojos puso sus manos en la cabeza de la “Sheila” recitando un mantra funerario. 

El último en pasar fue el “mono” con mucha ternura le puso un paño frio sobre su frente y le susurraba al oído -Sheila, has un esfuerzo mamita, no te me mueras, te prometo que si te pones bien nos vamos a casar como querías-, “el mono”, había sido su pareja durante algún tiempo, una gruesa lagrima salió del ojo del moribundo y muy despacito emitió una especie de gemido, “el mono” le contesto, -yo también te amo- 

-¿Cómo está la “Sheila” muchachos?, volteamos hacia donde venía la voz y era el director de este centro penitenciario, -Buenas noches profesor- le dijimos a coro sin pretenderlo, nos escuchamos como un grupo de escolares, el Doctor se apresuró a darle la situación actualizada de “la Sheila”, quien ya había perdido la conciencia y apenas respiraba, el director se acercó, le tomo la mano y hablo para sí mismo, -en todos estos años he visto a muchos jóvenes que terminan así y nunca deja de ser lamentable, circunstancialmente en ese momento la Sheila exhalo su último suspiro y fue el director quien le cerró los ojos diciendo -descansa hijo, ve y encuentra la paz que en esta tierra no tuviste-.

En ese momento se hizo un profundo silencio, ahí estábamos más de diez personas, totalmente distintas entre sí, entendiendo la vida de diferentes maneras, aprendiendo a reconocer nuestras coincidencias y respetando nuestras diferencias, todo con el fin de poder cohabitar en paz y tranquilidad el espacio que nos es común. Y es que los centros de reinserción social generalmente son un fiel reflejo de la sociedad en la que todos vivimos

En estos momentos en la que dadas ultimas noticias la vida penitenciaria se ha puesto sobre la mesa, en la que una vez más se vuelve hablar de las prisiones y de la forma como se vive en ellas, esperamos que de estas reflexiones se puedan determinar formas más inteligentes y creativas de tratar con las conductas desadaptadas para lograr una mejor reinserción a la sociedad, finalmente, no todos cavamos túneles…Que así sea…

martes, 7 de julio de 2015

Rompiendo la profecía penitenciaria

-Papi ¿me compras unas papas o un gansito?-, era la petición inocente del pequeño que miraba a mi compañero “el Bambuchas”, quien se buscaba en el bolso del pantalón y sacaba todo el dinero que tenía tratando de complacer a su pequeño que lo visitaba con lealtad cada domingo desde hacía casi tres años. 

-¡Mira papá trajimos nuestra tarea para hacerla juntos!- así bajaban gritando y corriendo de la rampa las dos niñas del “manotas” que abajo las recibía con los brazos abiertos a donde ellas llegaban a refugiarse escondiendo sus caritas en los hombros de su padre que besaba sus cabezas con infinita ternura.

-¿Cómo estas viejito, como te portaste esta semana?, le decían los hijos mayores de “Sam bigotes”, quienes cada semana le traían a los nietos para que alegraran al abuelo, mi compañero se inclinaba todo lo que sus 65 años le permitían para abrazar a la más pequeña que era su princesa, una nena de unos tres años que le gritaba –“Abo te mine a ver, amos a comer galletas”-.

-¿Que tal Psicólogo, tampoco vinieron este domingo?, me preguntaba “el mosco”, llevaba conmigo el mismo tiempo preso, ya casi doce años, le sonreí resignado negando con la cabeza, -la sangre siempre llama, cuando menos lo esperes los veras bajar por ahí- me dijo señalando la rampa de acceso mientras se alejaba gritando – ¡no pierdas la fe!-.

Podrán imaginar estimados lectores, como se va transformando lo que uno piensa con respecto a la paternidad, cuando eres parte de estas escenas cotidianas de un domingo cualquiera en el centro de reinserción social del estado.

Existe en el mundo de la psicología, algo que se denomina profecía de auto cumplimiento y consiste en que las cosas que muchos pronostican que van a pasar, finalmente suceden, generalmente porque son precisamente esos muchos, quienes a veces sin saberlo, crean las condiciones para que ello ocurra.

La vida penitenciaria, tiene esta característica, la creencia común es que dentro de un centro de reinserción social se encuentran personas sin sentimientos, desobligados y sin la capacidad de poder establecer lazos solidos de afecto y a pesar de que esto no siempre es así, algunas personas van buscando razones para crear la profecía de “todo el que está en la cárcel es un delincuente y además es mala persona”.

En nuestro grupo “El camino que va de regreso” que está integrado por internos penitenciarios apoyados por benefactores de la sociedad civil, tenemos la misión de buscar que esta profecía no se cumpla, además nuestra visión es convertirnos en un grupo confiable y serio que coadyuve con las actividades de este centro de reinserción y que sirva de enlace con organizaciones de la sociedad civil que se identifiquen y quieran apoyar nuestra causa.

Por esto es que decidimos que el pasado domingo que fue día del padre, nos organizáramos con nuestros benefactores y con las autoridades de este centro y juntos construyéramos un área en donde los papás se pudieran convertir en los héroes de sus hijos, haciendo un esfuerzo para ganar los puntos que se otorgaban en los juegos en los que participaran, porque al final de toda la jornada esos puntos los podían cambiar en nuestro centro de canje por golosinas donadas por la gente que confía en nosotros y que piensa que nuestro esfuerzo es merecedor de su apoyo.

-Mira papi todo lo que nos compramos- decía eufórico el hijo del “bambuchas”, entre sus manitas llevaba muchas golosinas. -Hoy si vamos a jugar a la comidita con cosa de verdad- decían las hijas del “manotas”, -¿quieres jugar con nosotras papa?-. Sentado exhausto en un rincón del auditorio después de participar en todos los juegos estaba “Sam bigotes”, alrededor todos los nietos con los premios ganados en complicidad del abuelo y en su regazo, la princesa, dándole de comer galletas, -“abre boca abo”-

¿Saben?, observar a los niños como convivían con sus padres a pesar de su situación, poner las condiciones para ayudarlos a recobrar la admiración, el valor y estima de su familia, es algo que recompensa cualquier esfuerzo y por lo que vale la pena trabajar y poner todos nuestros talentos.

Para todos los benefactores, los que nos apoyaron en especie o con su tiempo y disposición, les digo que las acciones más que las palabras son las que hablan acerca de la calidad humana y del compromiso social de alguien que ha decidido trabajar por su comunidad a través del servicio y ustedes hablan a través de sus acciones.

Sirvan estas líneas para expresarles nuestro profundo agradecimiento por el apoyo que nos otorgaron para la realización de nuestra actividad del día del padre, gracias por ser parte de esta conviccion y a nombre de todos los padres penitenciarios le pido a Dios nuestro señor que les colme de bendiciones…Que así sea….

miércoles, 1 de julio de 2015

Dando el siguiente paso

La idea surgió hace ya casi doce años, fue una pequeña inquietud que poco a poco fue creciendo desde una celda del centro de reinserción social del estado, al principio solo se trató de contarle a la sociedad que pasaba con las personas que estaban privadas de su libertad, como era el proceso de rehabilitacion social, como era ese camino que va de regreso para reinsertarse de nuevo a la sociedad.

Primero fueron pequeñas editoriales a través de las páginas del Diario de Yucatán, que siempre se han mostrado solidarios con esta causa y nos han publicado puntualmente durante todos estos años.

Un poco después vinieron los libros y sin darnos mucha cuenta de pronto ya eran tres nuestros trabajos, que hoy se toman como una referencia bibliográfica y testimonial en diferentes escuelas y universidades, en las profesiones en donde se estudie desde algún punto de vista, la vida penitenciaria.

Hace tres años, esta inquietud de contarle a la sociedad lo que pasaba en un centro penitenciario con las personas que cometimos alguna falta que tuvo que ser castigada por las leyes de los hombres, se transformó en el deseo de hacer algo más por los grupos vulnerables que existen en esta comunidad que formamos, como son las personas de la tercera edad, los internos psiquiátricos e inimputables y los pacientes con VIH. Evidentemente esta era una tarea que no se podía hacer solo, así que la compartí con otros compañeros que como yo, tenían la misma inquietud, que de esta manera se contagió y trascendió.

Entonces “El camino que va de regreso” ya no solamente le daba nombre a los libros que se han publicado sino que se convirtió en una marca que como grupo penitenciario nos distingue, los compañeros nos reconocen por las actividades que proponemos y desarrollamos.

A través de estas entregas en donde les he contado de nuestras peripecias y anécdotas al desarrollar nuestros proyectos, algunos de ustedes, estimados lectores se interesaron genuinamente en lo que hacíamos, de esta manera comenzamos a tener benefactores que nos apoyan con sus recursos o con su tiempo y disposición. Así fue como este grupo de internos penitenciarios interesados en el bienestar de nuestra comunidad quedamos vinculados con la sociedad civil, en una sinergia singular y positiva.

En nuestra última actividad de los abuelitos penitenciarios, que les conté en la entrega pasada y en donde trabajamos juntos este grupo de internos con los benefactores de la sociedad civil, obtuvimos resultados extraordinarios.

Se habla mucho hoy en día de la creciente importancia de las organizaciones de la sociedad civil, de sus actividades, de sus retos y sus dificultades, de su papel como actores relevantes en el espacio público y lo más importante de su potencial como mediadores entre el gobierno y la ciudadanía. 

Se reconoce también, la importancia de contar con distintas formas de asociacionismo voluntario que permitan dar voz a los diferentes grupos de la población y que contribuyan a detectar problemáticas comunes y participar en sus soluciones, logrando una convivencia social enriquecedora. 

Es cierto que para asociarse de manera formal se requiere no sólo del interés y del esfuerzo de sus integrantes, sino del cumplimiento de ciertos requisitos que aseguren, desde el inicio, un arranque sólido que permita la posibilidad de operar en un entorno legal y lograr a futuro un impacto real en cualquiera de los ámbitos de acción hacia los cuales se desee orientar el trabajo.

Por todo lo anterior es que decidimos dar el siguiente paso que será formalizar nuestro grupo, hemos iniciado los trámites para convertirnos en una asociación civil, convertirnos en El camino que va de regreso A.C. queremos enviar el mensaje a la sociedad de que nuestro trabajo va en serio y de que estamos dispuestos, a pesar de nuestra condición, a cumplir con los requisitos para que las actividades que desarrollamos puedan ser evaluadas en caso de ser necesario, de la misma manera, queremos darles mayor confianza y certeza legal a las personas que desinteresadamente están colaborando en nuestras actividades ya sea como donadores en especie o con su tiempo 

Entendemos que crear una organización civil no es una tarea fácil, mucho menos cuando su objeto social son los internos penitenciarios, Blaise Pascal decía que lo último que uno sabe es por dónde empezar y tenía toda la razón, sin embargo es una tarea que consideramos necesaria después de doce años de estar conviviendo de cerca con esta comunidad y de conocer de primera mano sus necesidades.

Así como encontramos una solución para apoyar a las personas de la tercera edad, ahora a través de convertirnos en una agrupación formal, buscamos alternativas a las diversas problemáticas que se viven en esta comunidad penitenciaria.

Finalmente queremos coadyuvar con las autoridades que tienen a su cargo la reinserción social en el estado para resolverlas de manera eficiente y creativa pero sobre todo buscando hacerlo más allá de lo que dicen los esquemas de reinserción tradicionales. Que así sea…

jueves, 9 de abril de 2015

Una sonrisa sin dientes

La semana pasada, tuvimos la oportunidad de trabajar en una iniciativa que se estaba cocinando desde hacía algunas semanas en el centro de reinserción social: el comedor de abuelitos penitenciarios, una vez más y gracias a las aportaciones de nuestros benefactores de la sociedad civil que generosamente confían en nuestras ideas, hicimos realidad otro proyecto más. 57 internos penitenciarios mayores de 70 años fueron atendidos, alimentados y sobre todo cada uno en lo individual fue escuchado y apapachado durante una semana.

Esta tarea, fue una experiencia enriquecedora y digna de contarles estimados lectores porque nos lleva a una reflexión a mi juicio muy interesante

Durante varias noches previas al inicio del comedor, algunos compañeros junto con un servidor, estuvimos visitando todos los módulos de este centro de reinserción en busca de los abuelitos que participarían en él, para hacerles una invitación formal.

Tal y como esperábamos nos encontramos con rostros cansados, de hombres de andar lento y con poco movimiento que nos abrían despacio la puerta de las celdas y se asomaban asemejando a pequeños duendes saliendo de sus cuevas, les explicábamos y les hacíamos la invitación para asistir y nos miraban con profunda desconfianza, esa que se va acumulando a través de toda una vida de ser engañados, muchos de estos ancianos provienen del interior del estado y son el producto de esta raza a la que se le pueden hacer promesas en todos los aspectos y no cumplirlas sin preocupación porque no tendrá ninguna consecuencia.

La noche previa a nuestro inicio, me toco visitar a “papaíto”, un anciano de 76 años, está casi ciego, recuerda algunas cosas, como que en un pleito de cantina en su pueblo golpeo a un cristiano que lo estaba ahorcando y que este murió, que hace muchos años que está preso, que tenía una familia que lo visitaba hasta que les firmo unos papeles de una parcela donde sembraba sandia, calabaza y papaya maradol. 

Hay otras cosas que no recuerda, como: ¿desde cuando dejaron de venir a visitarlo y porque?, ¿a cuantos años fue sentenciado? y ¿cuándo es su fecha de salida para poder regresar a su pueblo? Todos los compañeros a los que les pregunte, aun los más antiguos me dicen que cuando llegaron “papaíto” ya estaba aquí, así que habrá que hacer una investigación profunda, aunque si algún juez de ejecución nos ayuda lo agradeceríamos mucho, mas allá de si es o no su trabajo, pienso que es una inmejorable oportunidad para ganarse unos puntos en el cielo. Uno no sabe si luego le harán falta.

Es lunes a medio día, iniciamos nuestra tarea, decoramos de la mejor manera que pudimos el lugar donde les daríamos los alimentos, nuestra intención era que pareciera una especie de fiesta de pueblo con banderitas de colores hechas con papel de china, pero sin quererlo nos quedó la escenografía como la de un típico mitin político, así que cuando poco a poco fueron llegando los abuelitos, pensaban que ahí estaba “el pelo en la sopa” y que una vez más habían sido víctimas de un engaño, que lo que queríamos realmente era su voto, muchos de ellos pensaban que no votaban porque estaban lejos de su pueblo, pero una vez que les explicamos que ellos no tenían voto por estar presos y que todos los alimentos que se les darían, provenían de la generosidad de la gente de la sociedad civil que no les pedía nada a cambio. 

Algunos de nuestros benefactores que nos donaron su tiempo y disposición para acompañar este esfuerzo, al final de la semana nos compartieron su testimonio sobre el impacto que había tenido en sus vidas este ejercicio con el abuelito penitenciario destacando que el gesto más entrañable y emotivo fue el de recibir de ellos una sonrisa sincera, aunque esta no tuvieran dientes. Que así sea…

martes, 24 de marzo de 2015

Libertad en la prision

Nadie podría haberlo imaginado cuando se propuso la idea, son cosas de las que solo se conocen sus consecuencias hasta que pasa el tiempo y de pronto van apareciendo situaciones que a la luz de la lógica resultan absurdas.

Por ahí del año 2000, los legisladores de aquella época decidieron que quienes infringieran la ley deberían de ser castigados con más tiempo en la cárcel por lo que modificaron el código penal aumentando las penas a los delitos que se cometieran en el estado y determinaron además, que de estos delitos, los considerados como graves no deberían tener ningún beneficio de libertad anticipada.

Con estas modificaciones los jueces y magistrados que integran el poder judicial pudieron incrementar de forma sustancial las sentencias que aplicaban y así se empezaron a conocer resoluciones de 25, 30 y hasta 40 años de prisión sin derecho a libertad anticipada no importando el comportamiento durante el tiempo en reclusión

A partir de junio de 2011 como parte del nuevo sistema de justicia penal entro en vigor una nueva ley de ejecución de sanciones con la que se crearon los jueces que determinarían las libertades anticipadas. Con esto los internos que por tiempo compurgado ya tenían este derecho empezaron a solicitar los beneficios que esta ley establece y la maquinaria comenzó a andar, esta institución penitenciaria inicio el proceso de evaluar a los internos y el consejo interdisciplinario comenzó a certificar a quienes ya estaban rehabilitados para poder reinsertarse a la sociedad. Aquí vino la precisión que sorprendió a todos, con esta nueva ley los que cometieron delitos graves tampoco se les conceden estos beneficios, lo que significa que quienes tienen las sentencias más largas las deberán cumplir en su totalidad.

Aquí se plantea una pregunta ¿qué pasa con una persona rehabilitada que incluso ya está certificada por el consejo interdisciplinario para ser reinsertado a la sociedad pero que por el delito cometido tiene que esperar a que se cumpla su sentencia y que para que esto ocurra deben de pasar incluso años? 

Más allá de lo que los estudiosos de las ciencias penitenciarias digan, yo tengo mi opinión construida en 12 años como interno y después de haber trabajado con infinidad de pacientes penitenciarios, considero que existen cuatro elementos para determinar cuándo una persona ya está lista para reinsertarse a la sociedad y son: Conciencia social y respeto por las normas del lugar, entender las problemáticas que aquejan a la comunidad que forman, preocuparse genuinamente por mejorar su entorno y tener interés por buscar el bienestar de las personas que viven con ellos.

Cuando un interno cumple con estas características su tiempo en reclusión termino, aunque no pueda salir por cuestiones administrativas y de leyes, el interno físicamente está aquí, aunque intelectual y emocionalmente ya es libre porque es capaz de proponer ideas innovadoras para resolver las problemáticas que se presentan en su comunidad y llevarlas a cabo para modificar su entorno de manera positiva

Este es el caso de los internos que en colaboración con este centro de reinserción, estamos desarrollando el comedor para mejorar la calidad de la alimentación de nuestros abuelos, de los que les escribí en la entrega pasada.

Este comedor pretende resolver otra situación que nadie previo cuando se hicieron todas las modificaciones a las leyes comentadas con anterioridad, los hombres que envejecen en esta institución y tienen todas las problemáticas de salud, movilidad y autonomía propias de la edad pero que aún les queda muchos años para cumplir sus sentencias y no hay ninguna esperanza de salir antes, por lo que si los propios internos en conjunto con la institución no hacemos algo, su deterioro será muy rápido y nuestro índice de mortandad en los siguientes años se incrementara de forma alarmante.

Iniciamos el comedor con aproximadamente 80 abuelitos cuyas edades oscilan entre los 70 y los 86 años, dejando para una segunda etapa a los que están entre los 60 y los 70 años que son un poco más de 100.

Nuestro objetivo es arrancar el próximo Lunes 30 junto con el inicio de la semana mayor, siendo este nuestro trabajo apostólico que como saben realizamos cada año para la navidad y la semana santa.

Para nuestros benefactores habituales y para los que quisieran integrarse a nuestro grupo “el camino que va de regreso”, les pedimos se pongan en contacto con nosotros en nuestro correo alberto.lopez.v@hotmail.com 

Trabajar por ellos es una muestra de generosidad y de agradecimiento a la vida... que así sea

miércoles, 18 de marzo de 2015

Cuidando al abuelo penitenciario

....Tiene 68 años, del interior del estado, del campo, un tipo noble, sencillo, derecho, hombre de palabra y apretón de manos franco. Con un fino sentido del humor, aprendió a disfrutar de la vida con dignidad y con esta forma de pensar propia de su origen maya, sabio y lúcido. De oficio “sobador” y reparador de huesos de tercera generación, con los conocimientos aprendidos y transmitidos de forma oral, que es como van permaneciendo en el tiempo las tradiciones de los pueblos. Esta es la parte luminosa de “Don Rigo”. Así que es justo contar su parte obscura. El cumple una sentencia de siete años, por abuso sexual. Hace tres años una mujer a quien sus “sobadas” para dejarle bien la rodilla le habían parecido inmorales y lascivas, lo denuncio con el juez de paz de la comisaria, quien lo remitió ante las autoridades del municipio y este lo consigno ante un juez que determino que la señora tenía razón y que como suele suceder en estos casos en que la vejez y la ignorancia se juntan, la versión de nuestro buen amigo nunca fue considerada con seriedad, finalmente era el típico viejo “Rabo verde y puerco” así que simplemente se le sentencio a purgar una condena y como muchos de los que aquí me acompañan que son obedientes de la autoridad, eso está haciendo.

Hace unos días “Don Rigo” me busco para que lo ayudara, de lejos vi que venía con la velocidad que le permiten sus 68 años con dos hojas en la mano, ondeándolas como banderas –Psicólogo, acabo de salir del médico, checo mis análisis y me dijo que tengo todo alto, colesterol, triglicéridos, diabetes, presión, el paquete completo, me receto media farmacia y me dio una dieta, pero no la entiendo- me decía mientras me mostraba una bolsa con muchas medicinas y me entregaba las dos hojas, en una estaba la descripción sobre como tenía que tomar los medicamentos, horas, frecuencia etc. Y en la otra la dieta que debía llevar a partir del día siguiente.

La dieta venia acompañada por fortuna de recetas que aportaban valiosas sugerencias de cuya sencillez pueden ustedes hacerse idea si les digo que en la primera “Bruschetta de aguacate y queso cottage” el aguacate, previamente picado en trozos y bien tamizado por el colador, debe terminar siendo emulsionado con el aceite. –emulsionar ¿es como hacer “pure?”- me pregunto con voz inocente, -mmm, algo así- le conteste, seguí leyendo, en caso de que inesperadamente le de hambre a media tarde, algo también sencillo: una tártara de atún, observen el toque gastronómicamente correcto, para lo que sólo hace falta tener a mano, como todo interno penitenciario tiene, una loncha de atún fresco, aceite de oliva, vino blanco y un ramito de perejil. También cabe la posibilidad, dice el útil texto, que uno llegue cansado de trabajar y no tenga ganas de ponerse a cocinar, lo adecuado es algo rápido, simple y casero: una sopa de espárragos con papa, para lo cual solo hay que sacar del refrigerador: papa, apio, esparrago fresco, harina integral y mantequilla vegetal. La harina, esa concesión es clave, puede ser de la marca que deseemos, siempre y cuando sea integral.

Cuando termine de leer, no sabía si reírme o enfadarme, me quede sumido en mis pensamientos, de los cuales me saco “Don Rigo” cuando me dijo –Dice el medico que si no la inicio de inmediato me puede dar un coma diabético y me muero, pero yo quiero volver a mi pueblo, si llevo estas recetas a la cocina, ¿me las puedan preparar?

El centro de reinserción social tiene perfectamente definidas sus funciones y en ninguna de ellas dice preparar dietas especiales a personas de la tercera edad que tengan padecimientos propios de su condición, dice que deben procurar la adecuada alimentación de los internos y en honor a la verdad lo hacen.

Sin embargo nadie imagino que como consecuencia de las diferentes modificaciones a las leyes penitenciarias que se han hecho en los últimos años, se iba a llegar a un fenómeno social como este; hombres de más de sesenta años a quienes les faltan muchos años para cumplir sus sentencias y no pueden recibir el trato que su edad y condición necesita, pero que tampoco tienen posibilidad de salir antes, porque los jueces de ejecución de sanciones aún no resuelven nada en ese sentido, pretender cualquier modificación a la ley llevaría meses o a lo mejor años, en tanto se determina si proponer estas modificaciones, es tarea de la dirección de reinserción o de los jueces de ejecución o de la comisión de los derechos humanos 

Sin embargo nosotros pensamos que cuidar de los abuelos es un acto de afirmación histórica y de identidad, es honrar la sangre que corre por nuestras venas. Aquí que me disculpen los limpios de corazón y de memoria, pero siempre he pensado que es difícil llegar al final de la vida y no haber tropezado en alguna ocasión, porque vivir significa optar, elegir y cometer errores levantándose más digno de ellos, estoy convencido que todo hombre o mujer que cumple con esa regla, merece ayuda y sobre todo respeto.

Así que no esperaremos a que estos hombres se vayan muriendo ante nuestros ojos sin hacer nada, vamos a desarrollar nuestro comedor penitenciario, atendido por los internos para dar atención alimentaria a todos los compañeros de la tercera edad que requieran de una dieta especial. En nuestra siguiente entrega explicaremos como vamos a desarrollarlo... que así sea

martes, 3 de marzo de 2015

Una forma natural de vivir

Son las tres de la tarde, después de haber pasado por todos los filtros de prevención, estoy en el comedor del modulo de máxima seguridad del centro de reinserción social. Aquí están los internos que por el delito que cometieron y sus antecedentes son considerados como peligrosos.

Llegamos hasta aquí gracias a la convicción, compromiso social y una fe a prueba de todo de una monja del Jesús María,  ella libro todos los obstáculos que se le pusieron y consiguió la autorización para entrar a predicar a este lugar… 

Después de varios meses de trabajo, en la que los conoció uno a uno, hace unos días me mando a buscar y nos pidió que le ayudáramos en una tarea que de suyo se mira y en la misma proporción, tan titánica y compleja como loable e inspiradora.

-Quiero que me ayudes a formar una banda de música y un coro, aquí hay mucho talento- me dijo con voz triunfal, luego se acerco y por lo bajito continuo -Además quiero que hables con ellos, pero como psicólogo, porque aquí hay muchos que crecieron como niños sin amor y me parece que hicieron de eso su forma natural de vivir. Ninguna objeción fue admitida, intente razonar con ella desde todos los puntos vista, el psicológico, cuestiones de seguridad, algo de doctrina cristiana, simplemente no hubo forma, siempre encontró alguna respuesta sensata que darme y remato con -Hijo, ¿Tú crees en Dios?, ¿crees en el, como quien cree que mañana saldrá el sol?,- asentí con la cabeza, -entonces deja que el haga la chamba dura, si él nos puso en esta tarea, el nos tiene que dar las herramientas para que lo logremos- finalizo con una expresión típica del norte del país, -Venga, como dicen en mi tierra, “caminando y meando para no hacer charquito”, ¿que necesitas para empezar este proyecto?-

Nos organizamos con la logística y los instrumentos que se necesitarían y después de unos días, aquí estamos parados en el comedor, con una guitarra, una libreta, todos los conocimientos adquiridos durante estos diez años que he vivido aquí, conviviendo y trabajando con muchos pacientes penitenciarios y una fe que con el paso de los años se ha ido transformando, de ser una fe infantil en donde se pide y se reza para que se concedan las cosas a una fe en donde he aprendido a aceptar la voluntad de Dios como la que más me conviene, aunque no sea la que me guste más.

Poco a poco fueron saliendo de sus celdas y acercándose al comedor, sus caras eran hoscas, sus expresiones duras, sus miradas desconfiadas y escépticas, hombres acostumbrado a vivir de forma natural sin amor.

Se sentaron en las mesas del comedor y comencé presentándome y contándoles del proyecto, me escuchaban sin mover un solo musculo facial, muchos de ellos son personas sentenciadas a la máxima pena en el estado, que son cuarenta años, condenados a permanecer en este modulo, personas que no tienen absolutamente nada que perder o que ganar, sin embargo tengo que reconocer que el trabajo de la madre se notaba, pues al momento de decir que era una idea de ella, sus semblantes se relajaron y por primera vez pude ver una sonrisa en alguno de ellos.

Luego de presentarme llego el momento de conocerlos y a través de la música comenzar a saber que les gustaba hacer, que música escuchan, quienes eran y de alguna forma entender cómo se habían convertido en las personas cuyos actos los trajeron hasta aquí, muchos de ellos por el resto de su vida.

Uno se pregunta, ¿qué experiencias de vida les pasaron para que pudieran interiorizar que actos malos y antisociales eran parte de un trabajo cotidiano?, ¿qué les llevo a pensar que la vida de otras personas tenía tan poco valor?, ¿Cómo se miran en prisión, muchos de ellos por el resto de sus vidas?

Hoy que hablamos de imponer penas más altas, de darle la facultad a los jueces de poder condenar a más años de prisión, de tener cárceles más estrictas, incluso cuando en el ambiente flota la idea de discutir formalmente la pena de muerte como una opción del estado para procurar justicia. ¿Antes no valdría la pena responder las preguntas hechas con anterioridad?

Uno a uno se fueron presentando, su nombre, su lugar de nacimiento, su música preferida, el instrumento que más les gustaba, aquí hubo que aclarar que me refería a instrumento musical, cuando uno de ellos me dijo que el instrumento que más le gustaba era “el cuerno de chivo”, en fin, será un largo camino.

En total iniciamos esta aventura dieciséis personas que a juicio de muchos no merecen ningún tipo de consideración y que a través de la voluntad de una extraordinaria mujer de fe, recibirán esta oportunidad de expresarse, de aprender y de canalizar sus emociones en el idioma universal del ser humano, la música, la que los regresa a su condición natural de personas y desde donde se puede transformar su forma natural de vivir... Que así sea…

viernes, 27 de febrero de 2015

Preceptos básicos del nuevo sistema de justicia

A unas semanas de que se implemento en la ciudad de México el nuevo sistema de justicia penal, todas las dependencias que tienen bajo su responsabilidad alguna parte de este, trabajan a marchas forzadas para procurar su buen funcionamiento.

Pero más allá de las cuestiones físicas y estructurales, de tener más personal capacitado o de continuar haciendo mejoras en los centros de reinserción social es necesario que la sociedad entienda sobre que preceptos se basa este nuevo sistema de justicia penal y cuáles son las acciones concretas que implica su aplicación.

Básicamente el nuevo sistema de justicia penal se está dividiendo en tres etapas, cada etapa tiene su precepto que le da sentido y todo está sustentado en el respeto a los derechos humanos y en la ley de protección a las víctimas.

Una persona que comete un delito que tiene que ser castigado por las leyes de los hombres, inicia el proceso con la investigación de la policía ministerial que está bajo la tutela de la fiscalía del estado, ahora ellos deberán tener muy presente en su actuar diario el precepto de “el respeto al debido proceso”, que se traduce en 4 acciones fundamentales que deben recordar cuando están ante los detenidos:
  • Los investigamos para detenerlos, no los detenemos para investigarlos.
  • Ya no les podemos sacar confesiones a base de amenazas, torturas o vejaciones. Los detenidos siempre deberán estar asistidos de un abogado o intérprete en caso de así necesitarlo. Porque nosotros no somos jueces ni mucho menos verdugos.
  •  La consignación al juez deberá ser solo por el delito que se cometió y del que además tenemos las pruebas, no podemos aprovechar para ponerles más delitos sin pruebas, en el afán de resolver más casos.
  • Buscamos privilegiar la verdad, si el detenido y presunto responsable cometió un delito y se declara culpable desde el inicio, le debemos proponer al juez al que se le consigne, una sentencia menor a la que obtendría si a pesar de haberlo hecho se declarase inocente, fuese a juicio y se le encontrase culpable.
La segunda etapa del nuevo sistema de justicia penal es la consignación a un juez, este estará capacitado en la conducción de los juicios orales, una modalidad que de suyo viene a resolver la principal problemática en los juicios actuales, que es la tardanza y lentitud en la resolución de los casos, un dato que generalmente no se dice en los informes que da a la sociedad el presidente del tribunal superior de justicia es, ¿actualmente cuanto es el tiempo promedio para resolver un caso de fuero común?, tengo pacientes hasta con cinco años de proceso en primera instancia y aun no les resuelven ni les dan sentencia.

Con esta inmediatez e imparcialidad de un juicio oral se pretende que de forma rápida, expedita y justa, se determine la culpabilidad o no del procesado, aquí los jueces se deben regir bajo el precepto de “la presunción de inocencia” que los lleva a tener presentes dos elementos específicos
  • Todos los inculpados son inocentes hasta que objetiva y más allá de toda duda razonable se demuestre lo contrario
  • Se debe privilegiar la verdad y la aceptación de culpa, tomando seriamente en consideración la recomendación del fiscal en el caso que haya una declaración inicial de culpabilidad por parte del procesado.
Finalmente en la tercera y última parte del nuevo sistema de justicia penal, si al procesado se declara o se le encuentra culpable, se le sentenciara a pasar un número determinado de años en un centro de reinserción social, el precepto que sustenta esta etapa final es “la reinserción a la sociedad del sentenciado” el cumplimiento de este estará a cargo de la Dirección de prevención  y de los jueces de ejecuciones y sanciones quienes deberán realizar dos acciones básicas: 
  • La dirección de prevención debe proporcionar los medios para lograr la reinserción a la sociedad, a través del trabajo, la capacitación para este, así como la educación, la atención a la salud, la cultura y el deporte.
  • Los jueces de ejecuciones deben evaluar que estos medios contemplados para la etapa de ejecución de la sentencia, estimulen la buena conducta y el trabajo, porque su obtención se traduce en que no se compurgue la totalidad de la pena, sino una parte de ella, propiciando una libertad anticipada al cumplirse con el objetivo de la reinserción social.
cuando todo esto suceda podremos cantar victoria y decir que tenemos un sistema de justicia redondo, completo y muy cerca de ser justo...Que asi sea..

martes, 24 de febrero de 2015

Delitos por adicción

Su nombre es Matías, tiene 21 años, es adicto a la marihuana y la cocaína en su modalidad de “craak”, llego hace como diez días al centro de reinserción social, consignado por el ministerio publico por el delito de robo con violencia.

Lo encontré acurrucado junto a un árbol del campo de futbol en el centro de reinserción social, temblaba como una hoja, sudaba frió y tenia nauseas, estaba delgado, ojeroso, su aspecto era lamentable. Sufría del “síndrome de abstinencia”, que básicamente son las reacciones corporales que ocurren cuando una persona con adicción a sustancias psicoactivas deja de consumirlas.

Un vaso de agua muy fría y unas galletas saladas ayudan con los síntomas físicos y sentarse junto a ellos, mirarlos a los ojos cuando hablan, escuchar sus tristezas con paciencia y aún cuando no se justifiquen, respetar sus sentimientos, ayuda en lo emocional, para que se sinceren y se desahoguen.

Matías es el producto de una familia de clase media baja, con muchas carencias, aunque siempre con un plato de comida en la mesa, un techo donde dormir y la posibilidad de asistir a una escuela pública, pero para ello, papá y mamá debían trabajar buena parte del día, así que casi siempre había estado, junto con sus 3 hermanos, a cargo de la abuela, una mujer cansada, a quien ya le había tocado sacar adelante a su camada.

A los 12 años su primer cigarro, con la pandilla que se reunía a jugar “cascaritas” de futbol en el parque de la colonia, a los 14 su iniciación, un “toque” a un cigarro de marihuana, a los 16 no podía empezar el día si no estaba “Grifo”, aun podía hacer sus actividades sin afectar a nadie y pasando desapercibido en su familia, las gastadas, los mandados y las propinas, alcanzaban para una adicción que no resultaba tan costosa. A los 19 años, apenas había logrado terminar la secundaria, había intentado continuar la preparatoria, pero entre las deficiencias académicas que el propio sistema le dio, la desatención de la cada vez mas cansada abuela y la indiferencia de sus padres en plena crisis de los cuarenta, finalmente se convirtió en un desertor más en la estadística.

Ya siendo mayor de edad, con secundaria terminada y con credencial de elector, pudo conseguir un mejor empleo, entro a una farmacia como dependiente. A partir de ahí todo se volvió cuesta abajo, los elementos para convertir a un joven normal en un delincuente, se comenzaron a juntar, padres indiferentes que consideraban que su labor había concluido, habían sacado adelante a su hijo porque ya tenía un buen trabajo, una pandilla que se había convertido en su familia y de quien escuchaba consejo, la adicción a una droga suave, cuyo consumo no se notaba ni afectaba tanto sus acciones cotidianas y finalmente un ingreso económico mayor, que le permitía voltear hacia placeres más caros.

A los 20 años, su primer contacto con la cocaína, primero en polvo, después en forma de “piedra”, una sustancia que por sus componentes se vuelve altamente adictiva, pronto ya no pudo controlarlo y comenzó a robar para mantener la adicción, un día los dueños de la farmacia lo descubrieron y Matías en su afán de salir de ahí, los amenazo con una navaja, llamaron a la policía y… 

Aquí esta, temblando frente a mí, acurrucado junto a un árbol en el centro de reinserción social con un pronóstico de sentencia de entre cinco y doce años.

Su historia es muy similar a las muchas que he escuchado trabajando con jóvenes a lo largo de los años que llevo dando orientación psicológica, tanto fuera como dentro de estos muros. Y es que por lo que me ha tocado observar, la mayoría de los delitos se cometen siempre en estados alterados de conciencia (drogados, alcoholizados o muy estresados), algunos terminan en un confesionario, otros en un consultorio psicológico o psiquiátrico y otros más en una declaración preparatoria frente a un juez, aunque la falta sea la misma, todo depende de la alcurnia y apellido de la familia.

En este caso a Matías le toco ser de los últimos, el esfuerzo familiar alcanzo para un plato de comida en la mesa, un techo donde dormir y la posibilidad de asistir a una escuela pública. Valores, consejos, recomendaciones y regaños cuando fuera necesario, era demasiado pedir para una familia con cuatro hijos abrumada por las cosas cotidianas del día a día.

Sin embargo, pareciera que a pesar de del esfuerzo cotidiano para mantener a la familia, el estar ahí para ellos, siempre sera la mejor manera de prevenir los delitos...Que así sea...

miércoles, 18 de febrero de 2015

La justicia una consecuencia de nuestros actos

Algo con lo que se trabaja cada día con los internos de un centro de reinserción social es con el concepto de justicia y por supuesto, con el de la injusticia.

Hablar de justicia con alguien que está siendo procesado por haber sido acusado de cometer un delito o que ya ha sido sentenciado por una falta, es un trabajo singular y delicado porque generalmente es ahí donde observas el grado de éxito que tiene la terapia psicológica y por ende la rehabilitación social que va teniendo el interno.

Este éxito se basa en la capacidad que van adquiriendo para aceptar que cometieron un delito y lo más importante, que merecen un castigo por ello. En el caso de nuestra sociedad este castigo es la privación de la libertad o como ahora se ha comenzado a decir, “la terapia en cautiverio”

Al inicio cuando llegamos, absolutamente todos somos inocentes y están cometiendo con nosotros, una tremenda injusticia, todos fuimos torturados durante días hasta que confesamos nuestra culpabilidad y a todos nos “sembraron” pruebas para inculparnos, las personas que nos acusaron le pagaron mucho dinero a policías judiciales, fiscales y jueces para que nos consignaran, procesaran y finalmente sentenciaran por delitos que no cometimos, lo más que podemos aceptar y reconocer “es que estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado”.

Con el paso del tiempo, poco a poco, con trabajo y constancia, uno aprende a reconocer sus errores y comprende que todos los actos que hacemos tienen una consecuencia y que tarde o temprano hay que asumirlas, si los actos que realizamos en nuestro diario andar por la vida, han sido buenos, entonces recibiremos cosas buenas de ella, es una ley universal, pero si no lo son, si hemos cometido actos malos y deleznables entonces las consecuencias serán del mismo tipo. La abuela decía “Dios no castiga, la vida se cobra”

Es así, que muchos de los que en un inicio decían ser víctimas de tremendas injusticias, ahora comprenden y asumen sus errores, reconociendo que deben ser castigados por las leyes de los hombres, aceptando sus sentencias con resignación y tratando de modificar las conductas que los trajeron hasta aquí. De esta manera comienza el verdadero proceso de reinserción social, con el reconocimiento del delito cometido y la aceptación de las consecuencias que ello implica.

Sin embargo hay un grupo menor de personas que aun insisten en su inocencia, que dicen que: han sido víctimas de una injusticia, que fueron torturados y que les “sembraron” pruebas, que los testimonios fueron falsos y las declaraciones alteradas.

Los que aseguran que en nuestro pais no importa que hiciste, importa a quien se lo hiciste, que la celeridad o lentitud del proceso y que lo expedita y pronta de la ley, depende de que tanto convenga que estés privado de tu libertad, que los jueces se pueden comprar y que estos inclinan la balanza de la justicia a favor de quien más les convenga a ellos o a esas personas a quienes no deben contradecir.

Ante estas afirmaciones uno puede tomar dos posturas, la primera es la de que son ciertas, eso es exactamente lo que sucede, pero que hay que ser institucionales y no se pueden aceptar, si un interno insiste en eso, es porque aun no está lo suficientemente rehabilitado y que si llegara a solicitar beneficios de libertad anticipada no se le deberían de conceder porque no cumple con el primer requisito de la reinserción que es precisamente el reconocimiento del delito cometido y la aceptación de las consecuencias que implica, así que lo mejor es, que cumpla toda su sentencia con la esperanza que al final si pueda llegar a esas conclusiones.

La segunda postura, que es en la que creo, es la de pensar con firmeza que estas cosas no ocurren, que todos los involucrados en la detención, averiguación, consignación, juicio y determinación de una sentencia que le cambiara la vida por completo a una persona, lo hacen con total responsabilidad y objetividad, que nada ni nadie interfiere en sus acciones al hacerlo, que no se opera con ninguna consigna, que aquel dicho de “a este, hay que pisarle la cabeza”, no es más que un mito que se ha formado por dichos de personas que no tienen la capacidad de aceptar sus errores.

Hoy más que nunca la sociedad necesita confiar en la honestidad y transparencia de sus instituciones, principalmente en las que se ocupan de la procuración de la justicia, que todas las personas son juzgadas de la misma forma, finalmente nadie está exento de cometer actos malos cuyas consecuencias tenga que ser valorada por un juez y saber, que estos actúan siempre con sensatez, prudencia y absoluta imparcialidad siempre da confianza.

Porque de no ser así, pues, solo nos quedaría recordarles la reflexión de la abuela, Dios no castiga, la vida se cobra…Que así sea.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Recuerdos en latin y guayaberas

“Roma locuta est, causa finita est”, son las 6:30 de la mañana, es en el centro de reinserción social y me despierto con esa palabra, últimamente y como consecuencia de la edad, la madurez que le dicen o los recuerdos con sabor a nostalgia, me ha dado por recordar las clases de latín de la preparatoria, hay algo en esta expresión que me repiquetea en la mente, como una especie de premonición. 

Después del pase de lista, la rutina matutina que después de tantos años se ha vuelto completamente automatizada, baño, rasurado, vestirse, desayuno, un padre nuestro antes de salir y a las actividades diarias. En el camino a la consulta pienso en la evolución de esta plegaria que mi madre nos exhortaba a repetir antes de salir de casa. Durante la infancia era la repetición automática, mamá decía que había que hacerlo y simplemente se decía y punto, en la adolescencia se hacía con rabia y enfado, era el conflicto con todo lo establecido y además violaba mi derecho a creer en Dios o no, en la juventud solamente mueves los labios, era esta conclusión a la que llegas de decirle a tus padres lo que quieren escuchar y así evitar el sermón o el regaño, de adulto descubres que si no lo haces es como si faltara algo esencial en tu inicio del día y finalmente cuando tus padres han muerto, hacerlo significa hacer un homenaje diario y cotidiano, chiquito pero entrañable a su memoria y recordarlos con esa emoción que solamente se experimenta cuando ya no están físicamente pero tu insistes en mantener viva su imagen, sus frases celebres o sus dichos cotidianos. 

“Roma locuta est, causa finita est”, otra vez la expresión en latín tocando a la puerta de la memoria y pidiendo entrar, me doy por vencido y comienzo a traducir según los canones etimológicos aprendidos en la escuela, “Lo que roma ha decido”, eso significa la primera parte de la oración, la segunda tiene varias traducciones posibles, “caso terminado”, podría ser una de ellas, pero cuando se unen las dos no me hacen sentido. Las actividades, los pacientes y el trabajo concentran mi atención y me piden exclusividad, así que habrá que dejar mis inquietudes lingüísticas para otro momento. 

A media mañana, entra “Patito” para avisar que había visita de los jueces de ejecuciones y sanciones, quienes nos visitaban en compañía de las autoridades de la dirección de prevención, ejecución y reinserción social del estado, -Ya vinieron los de guayabera a visitarnos, a lo mejor y vienen a traer “mi libre”- nos decía emocionado. 

El ”patito” un personaje pintoresco y singular de este centro penitenciario, él no sabe su edad pero le calculamos como unos 25, es bajito de estatura y regordete, tiene retraso mental, además de un padecimiento psiquiátrico, sin embargo es muy servicial y atento, El personal del servicio médico lo ha “adoptado” y le traen ropa, artículos de higiene personal y comida y a cambio el ayuda con toda clase de encargos y mandados, “Patito” es lo que se conoce en la jerga jurídica como un inimputable, esto es, no es responsable de sus actos porque no tiene conciencia moral sobre ellos, así que se le debería entregar a un familiar que lo tome bajo su responsabilidad, pero como no tiene a nadie o al menos nadie de su familia ha venido a responsabilizarse de él, pues no se le puede dejar en libertad, hace 6 años que lo descubrieron orinando a media calle y fue consignado por el delito de “faltas a la moral y a las buenas costumbres del estado de Yucatán”, sin saber que al hacerlo lo estaban condenando a cadena perpetua, en fin, de esas curiosidades de nuestro sistema de justicia penal. 

-Nos vemos la próxima semana ya tienes tus tareas para hacer- le decía al “Castor”, al despedirlo de su consulta, -Claro Psicólogo, me voy apurar, quiero saludar a los de guayabera, a lo mejor estos si nos traen buenas noticias de esa ley que dicen que nos va a reducir sentencias, creo que estos ya son como los terceros jueces que vienen a visitarnos y no mas no se ve claro, nos vemos la próxima semana- cuando se fue me quede pensando que era cierto, desde junio de 2011 entro en vigor la ley de ejecuciones y sanciones con bombo y platillo y 4 años después, aun no se le reduce su sentencia absolutamente a nadie por tener buena conducta o se le buscan soluciones inteligentes a casos como el del “Patito” 

De pronto entro el “payaso” a su consulta -Buen día psicólogo, estaba llegando cuando me cruce en la puerta con los de guayabera, vienen dos muchachas con ellos, dicen que son las nuevas juezas de ejecuciones- me dijo con su tradicional forma de ser que daba pie a su apodo, -¿y que te parecieron?, le pregunte, -Pues como los anteriores que han venido, se ve que tienen buena intención y ganas, ahora hay que ver si tiene el carácter que sus antecesores no tuvieron para hacer que las cosas sucedan, si en verdad tienen un verdadero compromiso con la causa penitenciaria o si solamente vienen como los otros a utilizar el puesto para ascender en el poder judicial- finalizo su reflexión con un suspiro de renovada esperanza. 

Cuando termino la consulta del “payaso”, regreso mi recurrente pensamiento en latín y de pronto caí en cuenta de su significado, ““Roma locuta est, causa finita est”, significaba “Roma ha decidido es asunto concluido”, entonces lo relacione con los sucesos del día y entendí que para el poder judicial la verdadera tarea de este año será la de darle la autonomía a sus jueces de ejecución de sanciones para poder modificar las sentencias que han sido impuestas por los jueces y magistrados que conocieron los casos e impartieron justicia, porque de no hacerlo, la frase seguirá vigente y la utilidad de los juzgados de ejecución se seguirá cuestionando…Que así sea

miércoles, 4 de febrero de 2015

Un psicodrama de la Ley

Una noche muy calurosa, sentados en el campo de softbol del centro de reinserción social me entretenía con unos compañeros que son originarios de puerto Progreso, escuchando sus historias de pescadores, cuando se nos unió el “profe”, aquel compañero que les contaba en la entrega anterior, que había perdido su juicio para el otorgamiento de la libertad anticipada, hacia unos días lo llevaron al tribunal superior de justicia para que en un juicio oral, tres magistrados determinaran el sentido de su apelación.

Se le veía muy triste, nos contó que esa tarde le notificaron, que los magistrados confirmaron la sentencia del juez de ejecuciones y le negaron de nuevo cualquier beneficio de libertad anticipada, aun cumpliendo con casi todos los requisitos, el que le falto, fue una vez más, que el delito cometido era grave.

Recordé la vieja técnica del psicodrama, que consiste en utilizar a personas que desempeñen papeles o roles para representar la misma escena que afecto al paciente con el fin de que el pueda repetir la situación pero con un final distinto. No cambiara la realidad, pero si ayudara a que él se desahogue y tenga más elementos para superar la crisis. Les pregunte a los progreseños si me ayudaban hacerla y aceptaron dispuestos.

Así que un costado del campo de softbol, se convirtió en el tribunal superior de justicia del estado, “el negro”, fue el magistrado uno y ponente; “el chivo”. Magistrado dos y “campitos” el magistrado tres, el papel del fiscal le correspondió a “Don Vicente”, “el camarón” estaba listo para ser el abogado defensor, pero el “profe” dijo que él se defendería solo, que porque el que lo hizo en la vida real solo le robo su dinero, asi que "el camarón"  se conformo con ser el policía que cuidaba el orden

El “profe” nos fue relatando todo el proceso que vivió, el psicodrama iniciaría en la parte que a él le generaba conflicto y que era donde se buscaba tener un final distinto, así comenzó, -Entonces, la escolta me condujo hasta un salón, donde había un estrado con los magistrados, a un lado estaba la fiscalía y frente a ellos estaba una mesa donde nos sentamos mi abogado y yo, detrás de nosotros, unas sillas en donde se sentaron mi esposa, mi suegra, mis hijos y mi mamá-.

-La sesión dio inicio con la presentación por parte del magistrado ponente del caso. Por cierto, ¿te acuerdas “Psicólogo”, cuando hablamos de la santa inquisición y de aquel sacerdote dominico de origen español, Torquemada?, Por un momento me sentí así, con todo en contra y ningún argumento a favor y representando una gran farsa cuyo final ya se sabía. Sin embargo confié en la justicia.

Cuando el magistrado ponente termino la presentación, le dio la palabra a la fiscalía, que hablo con la seguridad de quien sabe que al final ganara el caso. La fiscalía recito los artículos que hablan sobre que los delitos graves no tienen ningún beneficio, avalando la primera sentencia y dejando en el ambiente la sensación de que este juicio era innecesario y que yo un necio por insistir en pedir algo imposible.

Cuando tuvo la palabra mi abogado defensor, pude ver con preocupación dos cosas: la primera es que aun no existen argumentos jurídicos que hayan sido enseñados en ninguna parte o bibliografía suficiente para defender a los clientes en juicios de ejecuciones y sanciones y el segundo es que todas las imperfecciones del sistema educativo mexicano se reflejan en momentos como este, si escribimos mal, hablamos peor, si por escrito es difícil argumentar de manera lógica y coherente, hacerlo de forma verbal es doblemente difícil. 

Mi ilustre abogado hizo una argumentación digna de Cantinflas, al final lo que dejo como conclusión es que yo había sido sentenciado injustamente y que merecía salir porque mi familia me necesitaba afuera. ¡¡hazme el favor!!....No sé como eso abono para ganar este juicio. Después me dieron la palabra a mí y eso es lo que me afecta tanto, no haber podido decir lo que quería, y es que escuchar a mi abogado, a la fiscalía y tener esta sensación de representar una farsa me bloqueo y solo alcance a decir que ya era momento de reintegrarme a la sociedad.

En ese momento empezó nuestro psicodrama, y le dije -“profe”, imagina que aquí está todo como lo viviste, dinos ahora lo que se te quedo atorado, este tribunal le da la palabra, lo escuchamos.

Y el “Profe” dijo –Magistrados, me preguntan ¿porque merezco mi libertad?, y yo les digo que la merezco porque la ley de ejecuciones y sanciones aprobada en junio de 2011 lo dice o al menos es lo que, quienes nos apoyamos en ella hemos entendido. 

¿Es que acaso el espíritu del quien promulgo esta ley era burlarse de nosotros?, ¿acaso era hacer parecer una cosa y al final simplemente decir que no es lo que creíamos?, ¿es una extraña manera de hacernos pagar nuestras culpas?.

Señores magistrados, entiendo que es el poder legislativo quien promulga las leyes con las que ustedes trabajan y con la que además tienen la responsabilidad, conferida por los ciudadanos, de hacerlas valer para procurar un estado de derecho, pero una ley en donde un articulo contradice al anterior, una ley que tiene lagunas tan grandes como esta o que se presta a interpretaciones en sentidos tan distintos es una ley que no sirve y que los deja a ustedes en una disyuntiva, o comienzan a legislar y a resolver estas lagunas porque al legislativo no le alcanza la dinámica para adecuar las leyes que promulga o se convierten en corte constitucional y devuelven esta ley al poder legislativo para que la compongan.

Cualquiera que sea su decisión honrara mucho más su condición y preparación como la máxima autoridad jurídica del estado, que simplemente permanecer como espectadores ante una injusticia.

Los progreseños y un servidor nos quedamos boquiabiertos, había expresado el sentir de esta comunidad penitenciaria que ciertamente es el último eslabón de la cadena social, pero que también quisiera recibir justicia del estado...   Que así sea

lunes, 2 de febrero de 2015

Beneficios de la ley

A lo largo de los últimos años, hemos hablado acerca de las cosas cotidianas que ocurren en el centro de reinserción social del estado, también sobre los milagros con los que Dios demuestra su presencia y finalmente sobre las pequeñas batallas ganadas en las guerras que cada día peleamos, contra la adversidad, la apatía, el desanimo, la desesperanza y en ocasiones porque no, ante la injusticia.

En el centro de reinserción social, viven personas que cometieron actos delictivos que tienen que ser castigados por las leyes de los hombres, es cierto que algunos no son culpables del delito por el que se les acusa, pero de alguna manera han entendido que son responsables por haber llegado hasta aquí.

La privación de la libertad, es una medida muy gravosa para la persona que la sufre, porque además de la invaluable perdida de la libertad como tal, se padece el distanciamiento de la familia, la disminución del patrimonio y la consecuente estigmatización social.

Sin embargo tal como lo plantea la nueva ley de ejecuciones y sanciones del estado, una vez que se aplica la privación de la libertad como sanción en la sentencia condenatoria, tiene lugar la aplicación del tratamiento penitenciario, que tiene como finalidad, lograr la reinserción social, es decir, reintegrar al sujeto a la convivencia dentro de la sociedad, respetando la normatividad implementada.

En esta ocasión iniciaremos una serie de relatos que tienen que ver con el proceso que se sigue para obtener la libertad preparatoria, le daremos seguimiento a los internos que apegándose a la nueva ley de ejecuciones y sanciones, cumplen con los requisitos exigidos y esperan obtener los beneficios que están plasmados en esta ley. 

Un sudoroso “profe”, regresaba del pasillo que lleva a los juzgados, en su mirada se refleja el optimismo y la esperanza de quien recibió una buena noticia, -¡creo que ya me voy libre!, exclamaba triunfante, -¿te otorgaron los beneficios de libertad preparatoria?, le pregunto el “Mapache”, -No, aun no, pero ya me aceptaron la solicitud, me acaban de notificar- respondió con una gran sonrisa.

“El profe”, cumplía una condena de 10 años y ya había estado preso durante 6, así que se apegaba al artículo 56 de la ley de ejecuciones y sanciones que dice a la letra: 

“La libertad preparatoria se podrá otorgar a los internos que por sentencia ejecutoriada, hayan sido condenados a una pena de prisión por más de tres años y que haya cumplido el 60 por ciento de la pena de prisión impuesta en delitos dolosos y cincuenta por ciento tratándose de delitos culposos”

El delito que él había cometido era doloso, así que debía cumplir el 60 por ciento de la sentencia, para poder solicitar estos beneficios al juez de ejecuciones y sanciones. Y así lo hizo.

Durante el tiempo que ha permanecido aquí, mantiene buena conducta, asiste a los eventos culturales y educativos que se organizan, pertenece al equipo deportivo del modulo en el que vive y su familia lo visita cada semana. Con ello cubre tres de los siete requisitos que marca la ley para que se otorgue la libertad preparatoria, además claro de haber cumplido el 60 por ciento de la condena.

Durante las siguientes semanas, demostró que esta es la primera vez que comete un delito, a lo que se le llama primodelincuente y que no tenía ninguna otro proceso penal pendiente. Que ya había reparado el daño a la persona afectada, según la sentencia que le impuso el juez y que tendrá un modo honesto de vivir al salir, un familiar le dará empleo en su lonchería, además de comprometerse para ser su aval moral. Con ello tiene seis requisitos cubiertos.

Unos días después, me lo encontré cabizbajo y triste, al preguntarle me conto que le habían negado la solicitud de libertad preparatoria, la razón era que su delito era grave, el penúltimo inciso del artículo 57 que es el que específicamente habla acerca de los requisitos.

Movía la cabeza de un lado a otro, -no entiendo porque, si en el articulo 56 determinan la cantidad de tiempo que hay que cumplir en delitos dolosos y en el 57 dicen que no participan los delitos graves, pero todos los delitos graves entiendo que son dolosos, ¿no es una contradicción?, en fin, solamente estaba esperando del Estado, la misma justicia que se le otorgo a las personas a las que ofendí, considerando que ya había reparado el daño, pagado mi culpa con cárcel y que existe una ley que habla de eso

El “profe” apelo la sentencia y fue llevado al tribunal superior de justicia del estado, para que en un juicio oral, los magistrados resolvieran acerca de su situación.

Eso será un buen motivo para encontrarnos de nuevo y contárselos estimados lectores… que así sea…

miércoles, 28 de enero de 2015

Beber agua de otros pozos

La Semana de oración por la unidad de los cristianos es una iniciativa a la que se adhieren la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas y que se viene celebrando desde 1908. 

A través de estos años ha venido configurándose como una cita anual que nos damos los cristianos de todo el mundo para rezar por nuestra plena unidad visible según el deseo de Jesús.

Cuando me lo platicaron por primera vez me pareció una audaz innovación al concepto de los “hermanos separados” y por supuesto que es controvertido. Así que cuando me hicieron la propuesta de realizar un encuentro ecuménico en el centro de reinserción social, sabía que no era una tarea sencilla, la cosa no pintaba fácil, se veía como una idea extraordinaria, producto de una mente soñadora que quería realizar un acto utópico en un centro penitenciario

Y es que fíjese estimado lector que el objetivo era reunir a todos los cristianos de este centro sin importar su denominación, en un encuentro en donde a través de la oración comunitaria se pidiera por la unidad, la comprensión y la tolerancia hacia los diferentes credos, mirando y fortaleciendo las coincidencia y dejando de lado las diferencias, tratando de entender que en términos de vida practica y cotidiana el caer en “discusiones bizantinas” con alguien que tiene diferentes convicciones religiosas a las nuestras en verdad se vuelve una lamentable pérdida de tiempo y no aporta absolutamente nada a nadie que se considere medianamente inteligente.

Como comentaba líneas arriba la idea resultaba muy interesante e innovadora pero como ocurre con este tipo de iniciativas su realización implicaba vencer muchos obstáculos, primero convencer al Director de este centro que cuando se lo conté me hizo sentir que estaba a punto de iniciar una nueva guerra de cruzadas, después de explicarle con detenimiento las intenciones de la reunión, acepto no sin antes dar un largo suspiro y encomendarse a Dios.

Después hablar con los sacerdotes católicos, pastores presbiterianos y hermanos cristianos que con mucha devoción y constancia vienen muy puntuales cada semana a trabajar con diferentes grupos de internos penitenciarios, para que fueran ellos quienes dirigieran este ejercicio ecuménico 

Para este año, el tema propuesto por el centro ecuménico de estudios bíblicos (CEBI) se inspira en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana junto al pozo de Jacob, que narra el evangelista Juan. (Juan 4, 7-15) De este modo, se nos invita a probar agua de un pozo diferente y a dar un poco de la nuestra, es decir, a saber reconocer y valorar el don de Dios y las riquezas y valores que están presentes en los demás, a compartir, a darnos cuenta que la diversidad no es una amenaza, sino que puede convertirse en una riqueza.

Finalmente convencer a mis compañeros, explicándoles que trabajar juntos nos permitiría ayudar a otros compañeros a sobrellevar con más calidad y fortaleza la vida que en este momento de su historia les tocó vivir.

Porque después de todos los años en los que he vivido aquí, he llegado a la conclusión que difícilmente alguien pueda entender la vida penitenciaria si no la ha vivido, solamente quien ha pasado por la angustia de esperar una sentencia y confirmar sus temores cuando esta llega de muchos años, quien ha perdido familia, esposa, hijos y patrimonio, quien ha sentido la frustración de no poder ayudar a los suyos cuando pasan por situaciones difíciles, quien pensaban que llegar hasta la cárcel significaba haber tocado fondo y luego descubrir que estaban equivocados, que aún pueden caer cuatro o cinco peldaños más abajo. Solamente ellos pueden entender cuanto se necesita a Dios como soporte, apoyo y fortaleza para poder sobrellevar las cosas que cotidianamente te pasan sin caer en la desesperanza y en la depresión.

Fuera de estos muros, existen muchos argumentos que hacen que esta iniciativa de reuniones ecuménicas cada vez tenga un mayor número de seguidores entre los dirigentes de las diferentes iglesias, aunque también cuenta con un considerable grupo de detractores que no lo miran con tan buenos ojos y de la misma forma también tienen sólidos argumentos, así que se invitaron a varios pastores presbiterianos, sacerdotes católicos y hermanos cristianos, no todos aceptaron participar, así como también no todos los compañeros comprendieron nuestras razones.

Sin embargo, el pasado sábado en la biblioteca de este centro penitenciario con mucha alegría descubrimos el rostro de una comunidad abierta al diálogo franco y sincero, con una fuerte visión social y con el compromiso y convicción de llevar la religión ahí donde se necesita.

Tuvimos un hermoso encuentro ecuménico con pastores, sacerdotes, monjas, hermanos cristianos, internos penitenciarios y laicos comprometidos, que supero nuestras expectativas y que estoy seguro abrirá caminos nuevos de unidad en cristo, en una sociedad permisiva de hombres justificados que en estos momentos tanto lo necesita… Que así sea…

viernes, 23 de enero de 2015

Que nos define en la vida

Les comparto estimados lectores, que la semana pasada se cumplieron dos años que falleció mi madre, una mujer que para mí, solo tiene una definición, Una mujer que nunca dejo de creer en Dios.

Mi madre siempre tuvo como característica, a juicio de la gente cercana, Su amabilidad, buen trato y por su puesto su inquebrantable fe en Dios, casi siempre de buen ánimo y con una bendición en la boca. Sus últimos días los paso en el Hospital regional del Issste en estado semiconsciente, producto de un infarto cerebral. 

Hay que reconocer que se le brindo una excelente atención por parte del personal hospitalario, con una atención cálida, humana y muy generosa.

Tuve la oportunidad de ir a visitarla, gracias a las gestiones del Director de este centro penitenciario donde vivo hace algunos años, -Ve a despedirte de ella, para que pueda descansar tranquila- me dijo en tono paternal, al entregarme a la escolta que me llevaría.

Me trasladaron unos señores policías, al principio, llevando al pie de la letra cada una de las instrucciones de su entrenamiento sobre: “como se transporta a un reo”, al final en una actitud más humana y solidaria.

La enfermera que la atendía cuando llegue, me dijo, -háblele, aunque no le conteste, seguro le va a escuchar-, mientras lo hacía y le acariciaba la cabeza, la enfermera pregunto inocente, -¿Que definía a su mama?, levante la vista y recuerdo contestar –Nunca dejo de creer en Dios- y sonriendo me respondió dirigiéndose a mi mama, -entonces viejita linda, con seguridad pronto estarás con el- ella hizo un gesto que parecía una sonrisa.

De regreso, me quede pensando en lo que dijo la enfermera, ¿Qué define a las personas?, ¿qué es lo que más se recuerda de ellas cuando ya no están con nosotros?

Uno pensaría que son las cosas que hizo o las que dijo, recuerdo a los viejos decir, son tus actos los que te hacen un hombre o a la abuela sentenciar, es tu palabra lo que te hace ser un caballero o un patán.

Sin embargo, reflexionando en la vida de mi madre, descubro que lo que define al final a una persona también son las cosas que no hace, las decisiones que no toma, las palabras que no dice, los actos que no realiza y que van dándole dirección y sentido a su vida a lo largo de los años.

Recuerdo a mi madre desde que tengo uso de razón y su expresión de –nunca dejare de creer en Dios- y así fue en cada situación difícil y complicada que tenia, la enfermedad de su madre, los problemas con sus hijos, su viudez temprana, hasta llegar a su lucha contra el cáncer, en donde su terquedad de no dejar de creer, le dio varios años mas de vida, a pesar de un pronóstico adverso.

Siguiendo con este ejercicio, comienzan a desfilar por mi mente todas las personas que han estado y que permanecen en mi vida y descubro que al definirlas, pensando en las cosas que no hacen, afloran sus autenticas y genuinas cualidades, surgen los valores que para ellos no tienen doblez.

Al llegar a este centro penitenciario, saludo a cada uno de los vigilantes que están en la entrada y a los compañeros en el patio, viendo a cada uno y pensando en esa cualidad que lo caracteriza pero a partir de las cosas que nunca haría.

Mi madre era una buena mujer, supongo que cada hijo lo mismo piensa de la suya, durante toda su vida me dejo muchas enseñanzas y su muerte no podría haber sido de otra forma.

Hay que aprender a mirar y definir a las personas pensando, mas bien, en las cosas que nunca harían.

Al terminar de leer esta nota, te invito estimado lector, a que levantes la vista y observes en silencio a las personas que están a tu alrededor, esposa, papa, mama, abuelos, hijos, nietos, sobrinos, compañeros de trabajo, gente que simplemente pasa por tu vida y te preguntes, ¿que los define?, pero pensando ¿cuáles son las cosas que no haría o que nunca diría? ¿Cuál es esa característica que cuando ya no este, te hará recordarlo?

Estoy seguro que descubrirás cosas que nunca habías visto antes… Que así sea.