En la vida hay emociones que no tienen
referencias lógicas, en las que las palabras no alcanzan para
describirlas ni hay razones suficientes para comprenderlas.
Sin
duda una de estas es la paternidad; ser papa es una experiencia
transformadora y vivificante. Quienes tienen la dicha de serlo descubren
que con cada hijo hay una oportunidad de crear personas mágicas,
capaces de transformar las cosas.
Como en otras ocasiones, el Centro de reinserción social, paradójicamente, se vuelve el lugar donde a partir de las experiencias y anécdotas que observas descubres, ademas que la paternidad es un lazo tan fuerte, que soporta el tiempo, la distancia y las circunstancias adversas.
Como en otras ocasiones, el Centro de reinserción social, paradójicamente, se vuelve el lugar donde a partir de las experiencias y anécdotas que observas descubres, ademas que la paternidad es un lazo tan fuerte, que soporta el tiempo, la distancia y las circunstancias adversas.
A lo largo de todos estos años en los que he vivido aquí, he trabajado con muchos internos de todos tipos, llegando a la conclusión de dos cosas. La primera es que el motor de cambio, la única motivación genuina y real para que una persona cambie y se rehabilite es el amor a sus hijos, hombres que dejan el alcohol o las drogas, que tristemente en el mas de los casos es lo que los trajo hasta aquí, por la ilusión de ser mejores para sus hijos o que se vuelven más espirituales y religiosos con el afán de encontrar la forma de ser buenas personas y que sus hijos se sientan orgullosos de ellos.
Hombres
que a lo largo de la semana urden una hamaca o hacen alguna artesanía
porque necesitan enviar dinero a su casa, porque sus hijos lo necesitan,
o aun mas que estudian la primaria, secundaria o preparatoria, para
poder ayudar a sus hijos en las tareas de la escuela, ves cosas
sorprendentes motivadas por una sola cosa…El amor que se le profesa a
los hijos.
La segunda cosa que he descubierto es que no
existe un amor mas desinteresado y gratuito que el que se le tiene a los
hijos, porque sin importar si es correspondido o no, este aun
permanece, muchos también se van transformando solo con la ilusión y la
fe de que algún día los volverán a ver, a diferencia de los que tienen
la dicha de verlos con regularidad, estos viven de la esperanza y de los
recuerdos, sin embargo resulta suficiente para lograr en ellos cambios
significativos en su comportamiento y en sus acciones, así es la fuerza
del amor a los hijos. Les comparto esta historia:
-¿Porque esta tan inquieto el “tigre”- pregunto el “papa oso”, nuestro
vigilante mas apreciado. -Hoy le traerán desde Tizimin a su hijo; nació
hace tres semanas y finalmente lo va a conocer- contesto “palmita”, su
compañero de celda y quien le tiene un afecto paternal.
Hace como seis meses el “tigre” se entero que su pareja estaba
embarazada y empezó a obrar en el un proceso de composición de valores
y principios de vida, lo que antes criticaba y burlaba como platicas
sin sentido, refiriéndose a las sesiones de terapia grupal, hoy le
parecen interesantes, participa y opina dando sus puntos de vista.
La semana pasada se toco el tema de la paternidad y el ejemplo
de vida; al final de la sesión había una conclusión que por supuesto era
la mas lógica: se refería al hecho mismo de nuestra condición. ¿Que
ejemplo le damos a nuestros hijos estando presos?.
La reflexión de cierre la hizo precisamente el “tigre” con su acento jarocho y campirano
-Todos aquellos padres que cometemos errores y nos arrepentimos
sinceramente, tenemos el derecho de mirar a los ojos a nuestros hijos y
decirles: M’ijo que bueno que existes, porque tu eres la la oportunidad
que me da Dios de recomponer la vida y avanzar por el camino correcto-.
Y ahí estábamos el domingo esperando llenos de
expectación, la entrada de esta esperanza de construir una vida y
recomponer otra -miren a mi niño- decía el “tigre “ con lagrimas en los
ojos.
-Sus ojos, sus manitas...¡se esta riendo
conmigo!- Un bebe de tres semanas de nacido a quien de forma imprudente,
desde el punto de vista pediátrico, habían traído a la penitenciaria,
le estaba cambiando la vida a un hombre que en el pasado cometió
errores, pero que hoy tenia una razón para cambiar y ser una mejor
persona; mas allá de cualquier convencionalismo social, la escena era
conmovedora, así que poco a poco fuimos dejando a la feliz familia, cada
quien a regocijarse con los recuerdos y emociones que nos provocaban.
Reflexionando un poco, la paternidad en
prisión se vuelve el ejercicio permanente de dar lo mejor de uno,
durante el tiempo que estas con tus hijos, esto para los que tienen la
dicha de verlos habitualmente, para lo que no, los hijos son el
constante recuerdo de los momentos gratos, sus risas, sus palabras, sus
olores, sus gestos y sus rostros se vuelven el impulso que te levanta en
los momentos de mas desanimo, porque cuando sientes que la nostalgia te
esta abrumando, ver fotos, de esas que hablan por si mismas, cerrar los
ojos y transportarte a los tiempos felices, te dan la convicción de
que un día podrás abrazarlos de nuevo y expresarles todo lo que te
contuviste durante su ausencia.
Así las cosas, por un
lado ser padre te da la oportunidad de cambiar y mejorar tu vida y por
el otro te da la fuerza para siempre dar lo mejor de ti y nunca decaer,
llevado siempre por la idea de que al final de cada día contribuimos a
crear seres mágicos, capaces de transformar las cosas.
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